La práctica de actividad física (AF) puede resultar en la mayoría de los casos saludable siempre y
cuando se respeten ciertos cuidados en relación a la intensidad, el volumen, la ejecución de los
movimientos, el lugar en donde se realiza y las condiciones ambientales. Cuando se hace AF en
condiciones de calor, el flujo sanguíneo de la piel y sudoración aumentan para permitir la disipación del
calor al ambiente circundante. Estos ajustes de termorregulación, sin embargo, aumentan el esfuerzo
fisiológico y pueden conducir a la deshidratación durante la AF prolongada (Racinais et al, 2015).
Inscripciones:
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