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EUM recuerda al Maestro Federico García Vigil
La Escuela Universitaria de Música (EUM) lamenta el fallecimiento del Maestro Federico García Vigil, ocurrido este 27 de mayo. Docentes, estudiantes y egresados reconocen su amplia trayectoria como docente y artista.

El colectivo universitario de la EUM lo despide «con profunda tristeza» y abraza a su familia y amigos.
En su recuerdo la escuela difunde un texto del profesor de la Cátedra de Dirección de Orquesta, Martín García:
«Semblanza de un Maestro»
Federico García Vigil estuvo unido a la Escuela Universitaria de Música durante décadas. Como profesor de dirección orquestal dejó, al retirarse en 2006, las primeras generaciones de directores de orquestal egresados de la Universidad de la República. Varios de sus estudiantes, hoy colegas, han actuado y actúan al frente de los principales organismos sinfónicos del país, en algunos casos trascendiendo fronteras.
Formado como director principalmente en clases con el argentino Simón Blech y en Estrasburgo y París a principios de la década de 1970, implantó la modalidad de aula de dirección en formato de “studio” con reducción a dos pianos. Los exámenes de fin de año junto a la Orquesta Filarmónica de Montevideo permanecen como hitos imborrables en la memoria de quienes los vivimos, y la experiencia de la música junto al maestro García Vigil fue tan enriquecedora en lo artístico y técnico como en lo humano.
Como director, logró la admirable proeza de forjar desde Uruguay una carrera de más de tres décadas como director orquestal. Con su carisma y su personalidad, marcó una impronta que trascendió géneros y públicos de un modo inédito. Su imponente rol de figura pública, a veces irritante para algunos espíritus severos o rigoristas del ámbito cultural, no debe eclipsar su temor casi reverencial por la música y la autoridad del compositor, su sentido de trascendente responsabilidad previo a cada concierto, y su amor or el sonido y los colores orquestales—que fue lo que lo impulsó en primer lugar a estudiar en Francia (“viajé para aprender a orquestar como Ravel y volví siendo director,” diría).
El año pasado volvió, luego de trece años, a la cátedra de dirección orquestal de la EUM a dar una clase magistral. Nuestro breve recorrido por la vereda hasta el edificio fue permanentemente interrumpido por “ciudadanos de a pie” que lo saludaban, o por quienes lo felicitaban desde sus vehículos. Esta clase fue una ocasión edificante para la cátedra, y -según luego me dijo- una experiencia muy emocionante y disfrutable para él.