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IDERE LATAM: una herramienta que revela desigualdades
El 14 de octubre se presentó el primer Índice de Desarrollo Regional para Latinoamérica (IDERE LATAM), resultado de un trabajo colectivo de ocho universidades y centros de estudios de América Latina, incluyendo a la Universidad de la República (Udelar). El Portal de la Udelar dialogó con el doctor Adrián Rodríguez Miranda, docente del Instituto de Economía (IECON) de la Facultad de Ciencias Sociales y Administración (FCEA) de la Udelar acerca de este proyecto.

El trabajo es liderado por el Instituto Chileno de Estudios Municipales (ICHEM) de la Universidad Autónoma de Chile y el IECON. Adrián Rodríguez Miranda, coordinador del Grupo de Investigación en Desarrollo Local y Regional del IECON y del Núcleo Interdisciplinario de Estudios de Desarrollo Territorial de la Udelar, es uno de los coordinadores generales del proyecto IDERE LATAM.
Adrián Rodríguez explicó que el Índice es una herramienta para medir el desarrollo a nivel territorial con el enfoque de desarrollo humano y sostenible y fue calculado con datos de 2017. Este enfoque «no considera sólo lo material aunque este aspecto es importante sino que se centra en el desarrollo de las personas como seres integrales y en que estas puedan desarrollar al máximo sus capacidades para vivir la vida que quieren», indicó.
Señaló que el IDERE es un recurso diseñado para responder a las especificidades y características de los países de América Latina, una de las regiones más desiguales del mundo, por lo que algunas dimensiones tienen particular relevancia como Bienestar y Cohesión. Rodríguez indicó que para medir estas dimensiones los investigadores incluyeron variables que son «indicadores de brecha» en la región, como el coeficiente de Gini que mide la desigualdad de ingresos, índices de informalidad laboral y de pobreza.
El IDERE considera 25 variables a través de 8 dimensiones: Educación, Salud, Bienestar y Cohesión, Actividad Económica, Instituciones, Seguridad, Medio Ambiente y Género. Para calcularlas los investigadores tomaron para cada una de estas dimensiones y variables, como máximo, el mejor desempeño a nivel mundial y como mínimo, el nivel del país que lo hace peor en América Latina y los expresaron con un valor de 1 y 0 respectivamente. Rodríguez aclaró que el valor máximo 1 es teórico, «nadie en el mundo alcanzaría este valor porque tendría que tener el máximo en cada variable, por ejemplo, los años promedio de educación de Alemania y el índice de Gini de Islandia»
Marcar agenda y hacer visibles temas complejos
Rodríguez explicó que el trabajo apunta a impulsar una agenda académica, y dar insumos para que los Estados diseñen políticas públicas que desarrollen estrategias adecuadas a las condiciones del territorio. Asimismo busca brindar elementos para que la sociedad civil organizada discuta y tenga un accionar mucho más informado.
Los investigadores se enfocaron en que los indicadores utilizados «significaran algo para América Latina, algunos indicadores pueden ser muy buenos pero no funcionan para la región», expresó Rodríguez.
Resaltó que las dos dimensiones en las que tuvieron más dificultades fueron Género y Medio Ambiente, «pero evitarnos excluir estos temas de la medición aunque fueran complejos, que es lo que se suele hacer en las investigaciones ante obstáculos como la falta de datos», apuntó.
En cuanto a la dimensión Género, Rodríguez indicó que los investigadores decidieron separarla para «marcar agenda» y visualizar las diferencias entre territorios. Tomaron como variables la tasa de actividad femenina que calcula en qué medida las mujeres que están en edad de participar de la población económicamente activa, lo hacen, y el índice de desarrollo de género. Rodríguez acotó que la tasa de actividad femenina que se calculó por departamentos, es un indicador mucho más adecuado para América Latina que el de remuneración, que se utiliza generalmente para estudios de diferencias de género.
Añadió que en la dimensión Medio ambiente, se tomaron las variables Energías renovables (porcentaje de energías renovables en la matriz energética del país), Áreas protegidas (porcentaje de territorio protegido) y Calidad de recursos naturales. Los investigadores llegaron a la conclusión de que para medir estas variables no tenía sentido por las especificidades territoriales y productivas de cada país, establecer los mismos indicadores para todos. En la variable Calidad de recursos naturales, en Uruguay se tomó la calidad del agua de los ríos, en el caso de Chile el indicador fue el aire, porque es el que se encuentra en mayor riesgo por los altos niveles de contaminación y en Argentina se eligió la desertificación de los suelos y la erosión. Además en el caso de Uruguay, la variable energías renovables se consideró a nivel nacional porque el país tiene una única matriz energética a diferencia de Chile que tiene dos y en la de Áreas protegidas se sumaron los bosques nativos.
Rodríguez informó que el máximo y mínimo de estos indicadores se basó en estándares científicos y legales aceptados a nivel nacional e internacional. En el caso de Áreas protegidas los investigadores fijaron como máximo, la meta determinada a nivel mundial de llegar al 17 % del territorio protegido. Para calcular el indicador calidad de agua de los ríos en Uruguay, los investigadores contaron con bastante información de todos los Departamentos ya que se basaron en las mediciones del nivel de fósforo y la floración de algas, que realiza la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) desde 2009.
Algunas conclusiones
Rodriguez señaló que en Uruguay se refleja una gran brecha entre los Departamentos, en el indicador global de educación, Montevideo se ubica cercano al 0,8, sin embargo los departamentos del país que se encuentran en peor situación rondan el 0,55. A partir de este trabajo observaron que la población de Montevideo tiene un promedio de educación de entre 10 y 11 años (el de Alemania es de 14,1) pero hay departamentos en los que este valor se ubica entre 7 y 8 años.
Indicó que en la tasa de alfabetización y matriculación en educación inicial, Uruguay en general está en una situación satisfactoria a nivel nacional, impulsada por las políticas públicas de los últimos años, que instrumentan la obligatoriedad de esta etapa educativa. En cuanto a educación media, señaló que existe una alta tasa de deserción en este nivel educativo.
El investigador apuntó que aunque en los últimos años la Udelar ha aumentado mucho la matrícula y se ha extendido al interior del país, si se compara a Uruguay con Chile o Argentina, está por debajo de ellos en cuanto al número de personas que alcanza la educación terciaria. Un dato curioso es que Montevideo que se ubica primero en todas las dimensiones a nivel nacional, en lo que se refiere a la población que alcanza este nivel educativo, baja al lugar 23. El departamento de San José es el último en el ranking nacional en este aspecto y se ubica a nivel latinoamericano en el lugar 104.
Manifestó que estos resultados justifican todos los esfuerzos que están realizando la Udelar y la Universidad Tecnológica (UTEC) para llevar la educación terciaria a todo el territorio nacional y mejorar la formación técnica en el interior del país.
Rodríguez señaló que en lo que se refiere a Medio ambiente, en la variable Energías renovables Uruguay quedó bien posicionado ya que la matriz energética del país se basa en energías renovables (hidráulica, a la que en los últimos años se sumó la eólica y la biomasa). En cuanto a calidad del agua de los ríos el país registró resultados negativos en todos los departamentos, donde la mayoría de las corrientes de agua tenían al momento del estudio un alto contenido de fósforo y floración de algas. Salto fue uno de los departamentos peor posicionados en esta dimensión porque cuenta con menos áreas protegidas y bosques nativos y cuando se hizo el estudio, en 2017, sus ríos y embalses presentaban un alto nivel de contaminación. Rodríguez aclaró que esta situación no es estática, varía año a año por diferentes factores, puede mejorar con la aprobación de legislación y la instrumentación de políticas ambientales de tratamiento de agua.
Rodríguez indicó que en Uruguay en la dimensión Género al igual que en Educación se presenta una variación muy grande entre los departamentos del país. El resultado del índice de desarrollo de género en Montevideo es de 0,60, lo que la ubica en el tercer lugar en el ranking de Latinoamérica. En cambio el Departamento de Cerro Largo que es el que se encuentra en peor situación con respecto a esta dimensión, tiene un índice de desarrollo de género de 0,39 y se encuentra ubicado en el lugar 157 de Latinoamérica. «Este trabajo hace visible desigualdades, en Uruguay si se observa el índice de Gini, pobreza y otros indicadores socioeconómicos, el país estaría muy bien, pero en la dimensión de género se encuentra mucho peor posicionado», apuntó Rodríguez.
Añadió que otro de los resultados que llama la atención es que en la dimensión Salud, a nivel nacional el país no queda bien posicionado. Señaló que eso se debe a que los investigadores incluyeron una variable que generalmente no se integra, los suicidios. Acotó que Uruguay tiene uno de los primeros lugares en Latinoamérica en cuanto al número de suicidios y en algunos Departamentos este problema es particularmente importante y grave y sin embargo es un tema que está invisibilizado.
Rodríguez finalizó recordando que en el libro que publicaron con Camilo Vial investigador del ICHEM en 2018, luego de finalizado un trabajo conjunto, se muestra que en el período 2009 a 2016, de bonanza y de instrumentación de políticas favorables al desarrollo, los indicadores mejoraron en general pero en pequeña medida, un poco más de 0,1.
Los resultados muestran que «los cambios responden, aún en el marco de un buen contexto y políticas públicas de calidad, no con saltos drásticos sino más bien con políticas a largo plazo, siguiendo el refrán persevera y triunfarás», sostuvo Rodríguez.
Proceso de trabajo
Camilo Vial, investigador del Instituto Chileno de Estudios Municipales (ICHEM) de la Universidad Autónoma de Chile comienza en 2016 a liderar una investigación para calcular un índice de desarrollo para ese país. En 2017 se suma Rodríguez y se proponen trabajar para diseñar este índice para ambos países. Posteriormente los investigadores se plantearon un desafío más grande, incluir a otros países de Latinoamérica y volver a construir metodologías que permitieran aplicar el índice pero esta vez en más territorios.
Fue así que en esta etapa se sumaron investigadores de la Fundación Getulio Vargas (Brasil), la Universidad de Los Andes (Colombia), la Universidad de Guadalajara (México), la Universidad Tecnológica Nacional (Argentina), el Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Paraguay) y la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (El Salvador).
Rodríguez destacó como fundamental el equipo comprometido que se construyó. «Acá no tenemos una financiación de ningún organismo internacional, la financiación salió de los propios presupuestos, del sueldo que reciben los investigadores en su universidad», manifestó.
«Alertar sobre situaciones a atender»
Rodríguez indicó que aunque el trabajo del primer IDERE LATAM está finalizado tendrá otra instancia en marzo de 2021, la publicación de un libro con toda la información, los datos y el análisis realizado. Esta publicación incluirá un capitulo dedicado a cada país y además los investigadores planean invitar a personas con un trabajo reconocido en desarrollo territorial, para que participen en algunos contenidos.
Los investigadores prevén que luego de este primer trabajo, el IDERE se calcule cada dos años, utilizando esta metodología uniforme en todos los países. Rodríguez explicó que se optó por este lapso porque «es un gran esfuerzo y además se miden condiciones estructurales que no tienen modificaciones tan grandes en corto tiempo». Añadió que en el próximo cálculo del IDERE, los investigadores tienen interés de integrar a otros países como Costa Rica, Perú y a través de los contactos del equipo de El Salvador que ya participa en el Indice, extenderlo a otros países de Centroamérica.
Rodríguez indicó que con este trabajo se aspira a quebrar la mirada tradicional que divide el país entre Montevideo e interior a la hora de establecer políticas. Sostuvo que el interior no es uno sólo, está integrado por múltiples realidades, lo que hace más complejo el abordaje de estas problemáticas y demanda soluciones específicas. «No tiene sentido plantear la misma solución para todos los territorios, es necesario ir a ellos y ver que es lo que necesitan», añadió. Agregó que no es real tampoco que Montevideo sea una sola y señaló que el desafío que se le presenta a Uruguay con este trabajo, es calcular los mismos indicadores pero a nivel de los municipios.
Rodríguez expresó para finalizar: «un índice es un número, no representa inequívocamente el desarrollo que es un fenómeno complejo, pero es una síntesis, una indicación, se puede utilizar como un semáforo, para alertar sobre situaciones a atender».
«El índice resulta importante porque lo que no se mide, no se pone sobre la mesa y no está en la agenda, para que los territorios estén en agenda uno tiene que tener este tipo de indicador», expresó.
La presentación se desarrollará a través de plataforma zoom y la participación requiere inscripción online.3