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Universidad y futuro: ¿Cómo pensar la internacionalización de la educación en el siglo XXI?
El 11 de noviembre se realizó la actividad virtual Universidad y Futuro: ¿Cómo pensar la internacionalización de la educación en el siglo XXI?, organizada por el Servicio de Relaciones Internacionales (SRI) de la Universidad de la República (Udelar), en la que los investigadores Martín Rivero y Bernabe Malacalza intercambiaron sobre este tema.

Álvaro Rico, presidente del SRI expresó orgullo institucional al poder inaugurar «una vieja aspiración» del Servicio de Relaciones Internacionales y de la Udelar en su conjunto: un ciclo formativo integrado por diferentes niveles y continuado en el tiempo, a los efectos de lograr calificar a los compañeros que de manera especializada trabajan en el SRI, al mismo tiempo que informar a los referentes en las distintas facultades y centros universitarios del interior sobre todo en el tema relaciones internacionales específicamente vinculadas o prioritariamente relacionadas con la educación superior y las universidades en particular.
«En un mundo tan complejo y conflictivo creemos en la necesidad y apostamos a la solución de estar bien informados y ser estudiosos de eso, y al mismo tiempo de encontrar la especificidad de nuestro quehacer universitario», afirmó. Indicó que los objetivos de la actividad son informar, profesionalizar la labor de los servicios internacionales, y promover los estudios desde la Udelar en los asuntos de la internacionalización de la educación superior.
En este sentido, Rico explicó «al mismo tiempo que calificamos nuestro trabajo particular buscamos llegar a un público universitario y general mayor interesados y preocupados por esta dimensión de nuestra contemporaneidad y que también reclaman un mayor conocimiento y profundización de estos asuntos». Por supuesto que en el marco de una institución como la Udelar este objetivo también «busca calificar nuestras decisiones y poder elaborar una estrategia de desarrollo y un posicionamiento ante diferentes asuntos internacionales que hacen a la educación superior manteniendo nuestra tradición de universidad latinoamericana, democrática, cogobernada y dando respuestas innovadoras e importantes a los nuevos problemas que la realidad plantea», concluyó.
Andrea Vignolo, integrante de la Unidad de Apoyo Académico del SRI y responsable de coordinar la actividad, indicó que esta sería la primera de una serie de jornadas que se prevé continuarán en el 2021. Destacó la participación en el evento de 15 servicios de la Udelar, representados por personal administrativo y docentes de la institución. Señaló que la Unidad Académica del SRI es una iniciativa reciente que actualmente está integrada por Jorge Camors y ella.
Vignolo expresó que la Universidad de la República tiene una trayectoria en el concepto de internacionalización de la educación superior: en los años 90 ya aparecía este tema, en un contexto complejo, en el que la Udelar tuvo que reconstruir su plataforma de científicos y académicos para garantizar una enseñanza, investigación y extensión de calidad. Además muchas veces en la Universidad se asocia la internacionalización de la educación superior con iniciativas de investigación, intercambios, convenios, pero es más amplia que eso, abarca también el currículum, el estudio de lenguas extranjeras, entre otros, explicó.
El rol de la Udelar en la agenda de cooperación
Por su parte, Martin Rivero señaló que hubo muchos cambios en los últimos diez o quince años que modificaron la agenda de cooperación en la región y esto afecta a todos los actores que participan de ella y organismos universitarios como la Udelar. Este contexto obliga a definir qué rol tiene la Udelar en este proceso y desafía a los equipos que trabajan en cooperación en la Universidad. En este marco se dan cuatro elementos o complejidades que afectan a la realidad universitaria en general y de la Udelar en particular. La primera de ellas es que no es tan fácil definir para una institución tan grande y diversa como la Udelar cuáles son sus prioridades estratégicas a nivel de cooperación internacional.
La segunda complejidad para la Udelar señalada por Rivero es definir cuáles son las capacidades que tiene en materia de cooperación para ofrecer como contraprestación a lo que recibe (becarios, conocimientos, recursos). Este aspecto se refiere a cómo las facultades y los servicios y la Udelar en su conjunto definen en qué áreas estratégicas consideran que se puede cooperar. Indicó que a veces las capacidades en diferentes áreas temáticas y lugares donde hay que brindar cooperación no están relacionadas.
La tercera complejidad radica en la diversidad de actores internacionales con quienes es necesario dialogar hoy para articular sobre un tema, lo que implica reunirse con numerosas organizaciones, no sólo universitarias. Esta complejidad se reproduce también a nivel nacional donde la Udelar debe interactuar con diversas instituciones como los ministerios, agencia de cooperación, entre otros.
Rivero indicó que el cuarto elemento es la complejidad de los temas e instrumentos para desarrollar la cooperación. En el contexto actual en el que se inserta la cooperación no hay una identificación temática simple. «A nivel de la Udelar es difícil asignar determinados temas a espacios, servicios o facultades determinadas porque la multidimensionalidad de temáticas hace que sea necesario dialogar con más de un servicio universitario», afirmó.
Asimismo, señaló que para desarrollar cooperación en el sentido más amplio y flexible de la palabra «se necesitan capacidades de pienso y de acción, por lo tanto, la profesionalización del sistema de cooperación universitario es clave para darle la potencia a nivel exterior y nacional». Añadió que la coyuntura presupuestal pone a la Universidad en la posición de que la cooperación se torna imprescindible y es necesario desarrollarla. Para Rivero la Udelar es un actor prestigioso, reconocido, necesario a nivel internacional, en el debate acerca de cooperación. Acotó que este es un lugar ganado pero que también debe ejercer y para ello es necesario que la Universidad se mueva, viaje, participe de estas instancias de debate. Señaló que el trabajo en redes a nivel internacional es fundamental y que estas ya están creadas, sólo es necesario potenciarlas, visibilizarlas y utilizarlas. Entiende que la Udelar muchas veces no muestra lo que hace y es fundamental que haga visible su trabajo a nivel internacional, «estar presente en todos los lugares, ámbitos y de la mejor forma posible, pelear cada espacio, cada recurso, cada fondo», expresó.
Las Universidades tienen el rol de pensar el futuro
Bernabé Malacalza afirmó que «las universidades tienen el papel hoy en la emergencia y en la virtualidad de gestionar el futuro». Explicó que en este presente en el cual atravesamos una pandemia, el futuro se nos plantea como amenaza, como oportunidad y como incertidumbre. «Como amenaza es tragedia, como oportunidad es romance y como incertidumbre es comedia», ejemplifica Malacalza. En este marco, «hoy estamos en medio de una tragicomedia» porque estamos en una pandemia que es una amenaza y es una incertidumbre, entiende.
Por lo tanto, sostiene que hoy los Estados gestionan la incertidumbre para mitigar los riesgos y las amenazas y aprovechar las oportunidades. Sin embargo, sólo con los Estados no alcanza y por eso se necesita gobernanza, es decir capacidad de coordinación social.
Asimismo, se preguntó ¿Cómo se nos presenta el futuro en la región hoy? Planteó que existen cuatro escenarios futuros posibles: «la globalización domada», que entiende es el escenario más positivo porque profundiza la globalización, revitaliza el multilateralismo y permite la revigorización del bloque regional (Mercosur). El segundo escenario no es ni positivo ni negativo y es de probabilidad media y de impacto alto porque plantea una crisis de globalización donde estamos inmersos hoy, donde prevalece la securitización del comercio y las finanzas globales donde hay inestabilidad financiera «a flote en la tormenta», señaló.
El tercer escenario plantea la fragmentación en la profundización de la globalización y el cuarto en la fragmentación de la crisis de la globalización. De esos cuatro escenarios, el último es el más probable hoy y el de la globalización domada es el más esperable, sostiene.
En este marco, planteó ¿Qué papel pueden jugar las Universidades? Y afirma que deben «pensar el futuro, es decir mitigar los riesgos y aprovechar las oportunidades en función de estos escenarios». En tanto, entiende que las Universidades pueden aportar «resiliencia en esta pandemia, es decir anticiparse y adaptarse a los futuros posibles». Por eso, considera que las Universidades tienen ocho funciones: educación para el desarrollo -para la aplicación de los derechos y regulación de la tecnología-; construir región -para la conformación de liderazgos regionales-; transferencia -apropiación local de la tecnología-; incidencia -la Universidad contribuye a la política exterior-; la investigación -el rol de los científicos y en especial en esta pandemia-; redes transnacionales -movilidad interregional-; construcción de capacidades -apoyo al fortalecimiento de capacidades entre los países- y pensar el futuro -la Universidad es la que tiene que propender al ejercicio reflexivo sobre el futuro- «Sin el binomio conocimiento-desarrollo no hay futuro», afirmó.
También sostuvo que el mundo hoy se encuentra en la entropía o caos. Expresó: «la urgencia está en el futuro». En este sentido explicó que las fronteras de las demandas sobre el desarrollo y los derechos, son móviles, se corren todo el tiempo. Subrayó que se inventan nuevos avances tecnológicos y el derecho y las regulaciones se retrasan y son imprescindibles para atender las desigualdades en términos de riqueza y de acceso a la salud, a la educación, a la tecnología. Alertó acerca de que la desregulación sólo favorece a los más poderosos, las empresas digitales aceleraron sus ganancias de manera abismal. Aclaró que la regulación de la tecnología no implica cerrar la puerta al emprendedurismo y la innovación tecnológica.
Señaló que una de las funciones fundamentales que tienen las Universidades es la educación para el desarrollo y la cooperación. Indicó que esta función significa democracia y ampliación de derechos e implica educar en cuáles son los derechos en función de los desafíos que se presentan en la actualidad. En este sentido subrayó que la desigualdad atraviesa todos los temas, entre ellos el de género, en el que es necesario pensar los derechos para el siglo XXI y cómo se amplían en sociedades polarizadas. Sostuvo que no es un tema fácil, e indicó que en Argentina hay una demanda mayor de derechos de colectivos y al mismo tiempo una sociedad mucho más polarizada.
Por otro lado, resaltó que estamos en una crisis ambiental prolongada, estructural, y hay que pensar el vínculo con la naturaleza también desde el derecho. «No puede haber un neo extractivismo salvaje, porque nos quedamos sin nada», expresó. La región es la proveedora de los minerales que consume el mundo, entre ellos el litio. Citó como ejemplo el teléfono celular, compuesto por 200 metales y minerales. «¿Quién los provee?: América Latina», planteó. «Es necesario pensar los derechos de la naturaleza, que también es educar para un desarrollo inclusivo y ambientalmente sostenible», concluyó.