Moratorio es egresado de la Licenciatura en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias de la Udelar. Realizó una maestría en Ciencias Biológicas en el PEDECIBA y en 2018 completó un posdoctorado en el Laboratorio de Dinámica poblacional de virus y patogénesis del Instituto Pasteur de París. Junto a Pilar Moreno dirige un grupo de jóvenes investigadores en el Laboratorio de Virología Molecular de la Facultad de Ciencias y también del Laboratorio de Evolución Experimental de Virus del IP. En febrero de 2020 su equipo comenzó a trabajar para desarrollar una prueba diagnóstica de detección del virus SARS-CoV-2 basada en la técnica de PCR en tiempo real. En momentos en que numerosos países dependían de la compra de esta clase de tests, su procedimiento diagnóstico pronto fue validado y pasó a ser utilizado en toda la red de laboratorios públicos del sistema de salud nacional. Además, en poco tiempo este desarrollo hizo posible la producción en Uruguay de decenas de miles de kits diagnósticos que habilitaron un alto nivel de testeo y control de la pandemia.

En diciembre de 2020 la revista Nature, una de las más prestigiosas publicaciones científicas en el mundo, incluyó a Moratorio en su lista anual de las diez personas más destacadas para el desarrollo de la ciencia.

Ante la aparición de nuevas variantes de preocupación de SARS Cov-2 como la delta, y tomando en cuenta lo que ocurre en otros países que como Uruguay tienen buen nivel de vacunación ¿qué debe saber la población uruguaya sobre esas variantes? ¿Qué efectos tienen en vacunados y no vacunados? ¿Tienen efectos diferentes en distintas franjas etarias? 

Las nuevas variantes ratifican la necesidad de seguir manteniendo el cuidado y de hacer cada vez más extensiva la vacunación, ya que estas variantes encontrarán de forma mucho más susceptible a aquellos todavía no vacunados. En el caso de la variante delta se comprueba que tiene éxito en propagarse rápidamente en todo el mundo, no solo solo por su gran capacidad de transmisión (una persona con esta variante puede afectar hasta 8 o 9 individuos) sino también a su capacidad de evadir las defensas generadas por el sistema inmunitario, más allá de que las vacunas siguen siendo efectivas para prevenir una gran mayoría de las hospitalizaciones y muertes. Con respecto a las franjas etarias, siempre van a ser más vulnerables los individuos de mayor edad. 

Lo que podemos ver de variantes como la delta es que incrementan muchísimo su capacidad de transmisión, por lo que podemos esperar que aumenten las nuevas infecciones. Por tanto esta variante posiblemente va a impactar en la población que todavía no hemos vacunado, como por ejemplo los niños. Entonces es importante mantener los cuidados no farmacológicos para protegerlos, y más en el retorno escolar. Podemos esperar el aumento del número de casos pero no necesariamente se vería reflejado el mismo incremento en el número de hospitalizaciones y muertes, dado el gran porcentaje de la población totalmente inmunizada. Esto no quiere decir que un aumento significativo del número de casos no resulte en un incremento de hospitalizaciones y muertes, pero en ese caso esperemos que sea un aumento leve y no significativo.

Considerando la cantidad de personas que está llegando al país en este momento, ¿hay capacidad para estudiar a todos los casos positivos y determinar qué variantes ingresan? ¿Cree que es posible su aislamiento y el rastreo de contactos?

Tomando en cuenta la positividad que hoy tiene Uruguay respecto a los test realizados, siempre y cuando estamos abajo del 4% de positividad, existe posibilidad de volver a la zona de control Tetris (sigla en inglés para testeo, trazado de contactos y aislamiento de los casos), como ya estamos viviendo. Esto es lo que determinó en gran parte el éxito que tuvimos en 2020.

Dada la evidencia hasta el momento, ¿Se puede afirmar que las vacunas a ARN son más efectivas contra este virus? ¿Esta clase de vacunas será más utilizada?

Hasta hoy lo que sí se puede afirmar es que la tecnología ARN va a revolucionar el campo biomédico, no únicamente en su formato de vacuna contra un agente infeccioso como puede ser un virus, sino por otras posibles aplicaciones. Hoy algunas de las compañías que fabrican las vacunas contra Covid-19 están desarrollando vacunas contra la Malaria, también hay un desarrollo de la tecnología ARN para combatir tumores específicos de forma individualizada en cada paciente. Es una tecnología que tiene como gran ventaja utilizar a nuestras células como las propias fábricas de antígeno para que luego, al encontrarse con este antígeno en la naturaleza, nuestro sistema inmunológico lo reconozca y ya tenga las defensas. 

La pandemia en Uruguay tuvo un curso atípico donde se retrasó la llegada de la primera ola. ¿Qué factores explican esto según su visión?

El tiempo que demoró en impactar la primera ola en Uruguay habla de un manejo de la pandemia a partir de un alineamiento entre el sistema científico, médico y tomadores de decisiones -autoridades sanitarias y gobierno- casi perfecto, donde se pudo contener el avance de la epidemia principalmente por lo que fueron los esfuerzos de la colectividad científica y médica, especialmente gracias a la estrategia Tetris. Esta estuvo basada en generar capacidades genuinas, autónomas, que aportaron soberanía nacional en cuanto al testeo. No hay que olvidarse que al principio de 2020 la guerra comercial que este año vimos por las vacunas existía por la capacidad de testeo, y el Uruguay salvó esa materia con gran nota. Más allá de que hubo esfuerzos fundamentales por parte de la comunidad médica y de lo que fue claramente un descenso de la movilidad, del comportamiento de la sociedad, que fue muy importante.

Según el conocimiento acumulado hasta ahora sobre este coronavirus ¿cómo y cuánto se espera que continúe la pandemia o la circulación del virus al alcanzar niveles óptimos de vacunación?

Eso es muy difícil de responder; creemos que las vacunas llegan para ir acercándonos a aquella vieja normalidad pero hay que seguir estudiando, es un fenómeno extremadamente dinámico y tenemos que aprovechar  este momento de tregua que tiene el país volviendo de a poco al color amarillo y verde en el índice de Harvard. Tenemos que de alguna manera recargar energías, seguir estudiando y estar preparados ojalá para poder contener de forma definitiva este fenómeno. Pero es importante resaltar que puede terminarse de forma concreta una vez que finalice a nivel mundial, ya que es de carácter mundial. Si Uruguay está vacunado pero hay muchos países que todavía no lo están -gran de parte los países menos desarrollados apenas se acercan al 1% de su población vacunada-, este fenómeno seguirá impactando dada la globalización. Claramente podemos ahora contrarrestar su impacto y amortiguarlo gracias a la generación de herramientas como las vacunas. 

¿Es posible que en los próximos años tengamos más enfermedades virales emergentes, tanto en salud humana como animal o vegetal, que tengan consecuencias similares a las de este coronavirus?

Creo que este fenómeno de pandemias y de emergencia y reemergencia de agentes infecciosos, principalmente virales -pero no solamente, también existen otras pandemias silenciosas en la sociedad-, va a continuar, por varios factores. Entre ellos, el tamaño de la población mundial que ha crecido de forma exponencial, además el calentamiento global ha hecho dispersarse, por ejemplo, poblaciones de mosquitos hasta latitudes donde antes no llegaban (hasta en la Antártida existen algunos mosquitos que siguen a los seres humanos desde el avión Hércules hasta la Base Artigas). Además, la contaminación, la necesidad de ocupar espacios, hay que pensar que nos adentramos a lugares que eran únicamente de vida silvestre, donde sólo conocemos el 1% de los virus que allí circulan, estamos aumentando las chances de encontrarnos con estos virus, algunos de los cuales pueden tener la capacidad de saltar de especie e infectar a nuestras células.

A esto hay que sumarle la globalización y el tráfico aéreo en periodos normales, cuando todos los aviones del mundo están en el aire tenemos un millón de personas cruzando océanos y cambiando de continentes. Por último la propia actividad humana, que no solo implica la deforestación sino la plantación de determinados cultivos que necesariamente conllevan la quema de pastizales, con esto muchas veces se eliminan poblaciones de anfibios muy importantes que controlan vectores como los mosquitos, y eso aumenta su número y la capacidad de transportar otras enfermedades. El fenómeno es global y para poder atacarlo hay que tener en cuenta el concepto de «una sola salud», que básicamente dice que para estar sanos se necesita que los seres humanos, los animales y el ambiente en sí mismo estén sanos. 

Considerando la respuesta de la comunidad científica ante esta pandemia, que fue de tanta importancia en Uruguay, con una proporción de investigadores y una inversión en ciencia todavía pequeñas, ¿qué tanto está preparado nuestro país para otros desafíos similares? ¿Qué haría falta para estar preparados?

Uruguay está preparado, tiene lo más difícil de generar que son los recursos humanos. Lo que hace falta es apostar a una infraestructura biotecnológica, apostar a la creación de ecosistemas innovadores que tengan como eje central a la biología para poder catapultar y terminar de consolidar la ciencia del siglo XXI. En biología será posible generar avances tales como los que tuvo la física a mediados del siglo XX o el poder de cómputo de sistemas informáticos hacia finales del siglo XX, gracias a tecnologías como las del ARN, a tecnologías como la de CRISPR, que permiten la edición genómica. Estas permiten claramente hacer de la biotecnología un motor para la sociedad, donde ya estamos inmersos.

Es fundamental un alineamiento político, una decisión como sociedad de utilizar la ciencia para impactar absolutamente en todo lo que hacemos como especie; la ciencia persigue mejorar nuestra calidad de vida y llegar a tener sociedades más justas. La ciencia tiene que impactar en lo medioambiental, en las energías renovables, en la salud, en la tecnología agropecuaria, en la tecnología veterinaria, en la industria de los alimentos, en el manejo de nuestros ecosistemas, la ciencia tiene que ser transversal a todas actividades humanas y a las disciplinas como las finanzas y la economía. Tenemos que ponerle ciencia a las cosas, ese es el camino. 

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