En la apertura de la mesa, Juan Cristina indicó que las jornadas fueron organizadas desde la Udelar, el Consejo de Formación en Educación de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y el Núcleo de Estudios e Investigaciones en Educación Superior del MERCOSUR, junto a la Asociación de Universidades del Grupo Montevideo (AUGM). Consideró que la temática de las jornadas es muy significativa en la coyuntura actual: «el protagonismo de la enseñanza superior pública en contextos nacionales críticos y las responsabilidades que tenemos quienes trabajamos en educación superior se vuelven cada vez más importantes por los desafíos que tiene la sociedad humana en general y nuestras sociedades latinoamericanas en particular». En el caso de Latinoamérica, donde la enseñanza además juega un rol en combatir las desigualdades e injusticias sociales de cada día, es necesario «promover la acumulación de conocimiento e investigación, estimular el intercambio, generar una reflexión crítica de cómo nos adaptamos, cómo podemos hacer para que la educación siga siendo el motor de ascenso social, de generación de ciudadanía», resaltó Cristina.

Desafíos a futuro

Pedró basó su exposición en tres principios fundamentales: la educación superior es un bien público y social, y como tal es parte del derecho universal a la educación para todas las personas independientemente de su edad, estrato social, grupo étnico o condición, y es el Estado quien debe garantizar la realización de este derecho. A partir de estos principios, compartió cinco ideas fundamentales o desafíos de la educación superior. El primero refiere a la equidad y la inclusión de los sistemas de educación superior, mientras que el segundo implica garantizar una oferta educativa de calidad y, sobre todo, con pertinencia para las necesidades sociales y económicas de los países latinoamericanos.

El tercer elemento desafiante, según Pedró, es la baja movilidad internacional de los estudiantes, en particular en el seno de la región y los procesos de internacionalización. En este sentido, indicó que la educación tendría mejores resultados «si efectivamente existieran redes potentes de universidades, nutridas igualmente por esfuerzos cooperativos de investigación». Otro desafío es la innovación; se podría pensar que la pandemia ha potenciado el uso de la tecnología por parte de los docentes universitarios, pero «¿qué sucederá después de una experiencia tan larga de utilización de la tecnología? Es inevitable pensar que esto será un espaldarazo definitivo hacia un uso optimizado, tanto de la tecnología como de la presencialidad, en escenarios de una enorme flexibilidad en la educación superior», sostuvo.

Por último, destacó la importancia del desafío de la sostenibilidad, en el contexto de la agenda de educación superior a 2030. Es así que afirmó públicamente el compromiso de su instituto para «desglosar el camino que muchísimas instituciones de educación tienen, no solo para convertirse en paradigmas de la sostenibilidad, sino también para tener un impacto notable sobre las comunidades y países en los que operan». En definitiva, concluyó que está por delante en el Congreso Mundial de Educación Superior, que se celebrará en Barcelona en mayo de 2022, una «oportunidad magnífica» de contribuir a decidir cómo estos desafíos, y muchos otros que emergen en la agenda global, serán tratados por la UNESCO en la próxima década.

Autonomía universitaria

Por su parte, Oppermann centró su exposición en la situación actual de la educación superior en Brasil. Habló sobre el gobierno «negacionista, populista, y de extrema derecha» que actualmente tiene ese país, y explicó que si bien las dictaduras se imponen con golpes cívico-militares, los autoritarismos se instalan «desde adentro». Los retrocesos democráticos comienzan en las urnas a partir de elecciones realizadas convocando el poder en líderes populistas que subvierten las instituciones democráticas, expresó.

Ante esto, para Oppermann, las universidades deben anticiparse y organizarse contra las amenazas a la democracia. Además de las noticias falsas difundidas por el gobierno, ejemplificó estas amenazas a la democracia en la aprobación de un decreto para extinguir canales de participación social en políticas públicas. «No es coincidencia que la corrupción esté presente y hayan sobornos multimillonarios en el Ministerio de Salud, milicias que ocupan la enseñanza pública, el internet es cada vez más un campo libre para el proselitismo ideológico de extrema derecha, los pueblos originarios están permanentemente amenazados de perder sus tierras, y la biodiversidad se ve afectada con contrabando de maderas y los incendios en el Amazonas», enumeró. 

En este sentido, explicó que los ataques del gobierno a la autonomía y la constitución de Brasil ponen en riesgo a las universidades. Desde 2015 los recortes progresivos de presupuesto para la educación, investigación y ciencia han hecho más evidente el «proyecto de destrucción» de las instituciones federales de educación superior. Asimismo, el financiamiento público de universidades privadas con fines de lucro creció exponencialmente. Si bien la gratuidad de la educación superior es un factor de inclusión y permanencia de significativos segmentos de la población y en el sistema público tanto las carreras de grado como los posgrados son gratuitos, cada vez más matrículas son cobradas con diferentes sistemas de financiamiento y montos que hacen imposible mantener una vida digna fuera de la pobreza, subrayó Oppermann.

Agregó que la autonomía administrativa y académica de las universidades tampoco es respetada por el gobierno brasilero, se han visto afectados cursos de artes, música, sociología, antropología, ciencias sociales y formación de profesores en estas áreas. El gobierno ha cuestionado sistemáticamente la oferta de esos cursos por su «naturaleza ideológica», por tanto reduciendo su financiamiento.

Oppermann concluyó que la pandemia acentuó estos problemas, porque los asuntos relativos a ella predominan en la preocupación de la opinión pública y plataformas sociales. Es así que, durante la pandemia, las universidades no tuvieron la misma comunicación con la sociedad, y «cuanto más alejada está la universidad más vulnerable se vuelve ante ataques de reaccionarios». Para finalizar, resaltó la importancia de la resistencia y la defensa democrática de la autonomía universitaria. 

Universidades populares

Hugo Juri recordó que cuando fue rector a fines del siglo pasado, se realizó la Conferencia Mundial de Educación Superior en 1998 y considera que en aquel momento era muy clara cuál era la posición de las universidades públicas para la sociedad y para quienes las integraban. Señaló que el Banco Mundial, a través de documentos, consideraba a la educación superior como un «bien personal y no un bien social». Era una época de neoliberalismo en Washington y con Carlos Menem en la presidencia en Argentina, por tanto, «era mucho más fácil explicar la posición de las universidades públicas», indicó. En este contexto, participó de la Conferencia junto a Rafael Guarga, rector de la Universidad de la República en ese momento, y un grupo de latinoamericanos. Recordó que lograron una declaración de la Unesco muy favorable que sirvió para contrarrestar la declaración del Banco Mundial y las expectativas creadas sobre un mundo con el fin del neoliberalismo. Luego, en 2008, junto a un grupo integrado por Jorge Broveto, Rafael Guarga y Alex Didriksson impulsaron recuperar el espíritu de las universidades populares para llegar a la sociedad. En este sentido, recordó que en 1918 a través de la Reforma de Córdoba se crean las universidades populares que pretenden llevar el conocimiento universitario a los otros sectores de la sociedad. 

Juri se refirió a lo que considera «problemas en el lenguaje» cuando se quiere llegar a la sociedad, porque en 1998, en Argentina, hubo un dictamen de la Suprema Corte de Justicia que «ligaba el arancelamiento como un mecanismo de equidad universitaria  entonces no se puede hablar de equidad porque significaba arancelamiento», señaló. Además, sostuvo que desde la reforma universitaria «nos oponemos a los movimientos conservadores políticos y sociales», pero el problema es que «seguimos siendo conservadores para dentro de la Universidad cuando hablamos de autonomía, porque somos autónomos del Estado». En este contexto, agregó que «las Universidades somos autónomas, incluso constitucionalmente en Argentina, pero no somos autónomas de nuestra sociedad». Entiende que gobiernos como los que tiene actualmente Brasil los ha tenido Argentina y no descarta volver a tenerlos en el futuro, y además puede haber otra pandemia de las características del Covid-19 y, por tanto, es muy importante que la sociedad vuelva ver a la universidad pública como propia.

Democratización del conocimiento

Arim afirmó que «hoy debatir e intercambiar sobre educación superior no sólo es pertinente, sino que también es más que nunca imprescindible para construir el futuro, y no como mera reacción defensiva ante los cambios nacionales e internacionales». Entiende que la universidad pública se encuentra sometida a ataques paradójicos dada su relevancia como instrumento para afrontar la crisis sanitaria y sostiene que Brasil es un caso extremo con avances abiertos sobre el ataque a la autonomía de la educación superior. Además, subrayó que en Europa y Estados Unidos la preocupación por la autonomía y la pertinencia en la educación superior ocupa un lugar relevante que no se tenía años atrás. Por tanto, estos avances y realidades hacen que las conclusiones de la Conferencia Regional de Córdoba en 2018 «luzcan desactualizadas». «Están vigentes, por supuesto, las líneas que caracterizan a las universidades latinoamericanas pero son incompletas a su alcance», remarcó. Por tanto, señaló «pensar la educación superior post pandemia es una tarea que las universidades nos debemos más que nunca». Esta afirmación radica en la convicción de que la universidad pública, en especial la latinoamericana, debe construir una agenda de cambios para defender los principios de democratización, pertinencia y calidad. De lo contrario, explicó, una universidad pasiva o reiterativa abre las puertas a procesos de internacionalización y agendas de investigación subordinadas y periféricas, y a la consolidación de prácticas que existieron en otros momentos históricos como la mercantilización, la fragmentación y la estratificación que reproducen y profundizan las desigualdades estructurales.

El rector considera que la región hoy enfrenta dos desafíos con respecto a la educación superior. El primero refiere a que «estamos llegando en forma tardía a la generalización de la educación universitaria» y existe el problema de diferenciar calidad y prestigio en que se asocian los sistemas educativos. En este marco, se preguntó: ¿la expansión abre nuevas oportunidades de movilidad, o la especialización de las instituciones más prestigiosas en la formación de las elites constituye un nuevo mecanismo de reproducción de las desigualdades sociales? El segundo desafío se refiere a «los sistemas endógenos de generación de conocimiento en investigación y creación cultural», porque la investigación como estructuradora de la vida universitaria es relativamente reciente en las universidades latinoamericanas, indicó. En este sentido, compartió la interrogante sobre qué deben priorizar los sistemas de educación superior: la consolidación de vectores de investigación de calidad o la tensión a la masificación de los propios sistemas.

También explicó que si bien la pandemia obligó a transformar la enseñanza y la convivencia en los ámbitos de educación superior, es un error pensar que solo fue en ámbitos de emergencia. En este sentido, dijo que las universidades deben avanzar en responder algunas preguntas: ¿cuánto de la virtualidad puede funcionar sin generar fragmentación de calidad como canal para facilitar para la democratización del conocimiento avanzado?; ¿qué capacidades docentes son necesarias?; ¿qué estrategias son viables para construir comunidad donde el vínculo aula-pizarrón ya no resulte el único lugar de encuentro? Asimismo, señaló la importancia de construir agendas internacionales pero no subordinadas por las prioridades de economía internacional, sino la construcción de agendas pertinentes para buscar soluciones a problemas asociados a nuestras sociedades. Y para esto, subrayó la necesidad de gestar redes internacionales como AUGM, NEIES, y la Unión de universidades de América Latina (UDUAL), que pueden realizar aportes valiosos si se construyen políticas que incentiven la movilidad y construyan redes de docentes densas con programas permanentes, dotados de recursos. 

Acceda al video de las jornadas en el canal de YouTube de la Udelar

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