Al comenzar, Danza afirmó que era «un anhelo y un sueño» hacer una comisión coordinadora presencial y explicó que el Área de Tecnologías y Ciencias de la Naturaleza y el Hábitat discute e intercambia ideas, a partir de diferentes posturas y visiones internas, y en la ocasión se planteó hablar de la post pandemia, sobre la enseñanza virtual y presencial, de «esta nueva lógica o situación de coexistencia que está en mesa de discusión por la sociedad». Recordó que el proceso de virtualización actualmente instalado se descubrió a partir de una situación de alguna manera accidental, como es la pandemia, y con este proceso el nuevo acceso y manejo de la información por otros medios, y por tanto, la capacidad de investigar y generar nuevos instrumentos. En este sentido, destacó que la infraestructura propia del país fue la que permitió abordar la pandemia con solidez: «no estamos hablando de un proceso que se desencadenó el 13 de marzo de 2020, es de mucha más larga data; tomar el tema como la pandemia le resta valor a los procesos que ha hecho la Udelar durante años, la pandemia aceleró la evidencia de estos caminos», indicó.

Por otro lado, el decano señaló que la lógica de la virtualización plantea el desafío de la internacionalización: la equidistancia que ocurre con cualquier persona en cualquier punto del planeta accediendo a la enseñanza o formación universitaria. «Un estudiante podrá elegir entre un sistema mucho más abierto que el que marca las fronteras políticas de un país, nuestra universidad como universidad pública también se va a enfrentar a este escenario global en la próxima década», afirmó.

Juan Cristina sostuvo que la pandemia aceleró procesos que ya se trabajaban a nivel internacional: las universidades ya estaban planteando dejar «esa estructura antigua de cursos teóricos masivos» y empezar a usar la virtualidad. La Udelar, como institución educativa que impacta a miles de estudiantes, afrontó la reforma de su plataforma EVA, los cursos abiertos, apoyándose en el «enorme esfuerzo» por parte de los docentes e integrantes de facultades o servicios que, a pesar de no estar acostumbrados a la virtualidad, pasaron a dar más de cien cursos de grado y posgrado.

Dentro de los desafíos de la virtualidad, Cristina remarcó la necesidad de «plantear qué educación universitaria queremos y si realmente las plataformas virtuales pueden abarcar totalmente lo que es una institución educativa». Explicó que hay muchas especialidades del Área que no se pueden virtualizar, sin embargo, hay muchas cosas en las que sí se puede avanzar. Acotó que «las universidades avanzan en la polimedia de los cursos teóricos y en las horas docentes para eso, ya no dar tres veces por día el mismo curso teórico para 600 personas, y tener en cuenta la calidad de las horas docentes para actividades de seminario, análisis de casos y proyectos». Estas discusiones son buenas para poder establecer un punto medio entre virtualidad y presencialidad, agregó, y ésta es una instancia fundamental no solo para el Área de Tecnologías y Ciencias de la Naturaleza y el Hábitat.

Por su parte, el rector también destacó esta posibilidad de dialogar en un intercambio presencial nuevamente. Remarcó que la vida universitaria no volverá a ser lo que era antes del 13 de marzo de 2020, cuando se decretó la situación de emergencia sanitaria en nuestro país. Acontecimientos como la pandemia terminan cambiando las instituciones de forma permanente, explicó, por tanto, este no es un escenario de restauración exacta de la presencialidad anterior. «El mundo de la normalidad universitaria presupone un conjunto de ingredientes como el aprendizaje de la ciencia, de la ilustración general en el intercambio; esta es la razón de ser de la vida universitaria», indicó.

Arim expresó su preocupación sobre el concepto de que la virtualidad deba sustituir la presencialidad. Señaló que «todo tiene que ser evaluado y medido, es un proceso no abordable con extremos, hay matices, contingencias y circunstancias que determinan el efecto de la virtualidad sobre el aprendizaje formativo». Es plausible sostener algunas trayectorias formativas con componentes virtuales, pero no en su totalidad. Agregó también que hay desafíos para la institución, como el funcionamiento de las evaluaciones virtuales. Asimismo, ejemplificó que la experiencia clínica, la investigación, el arte, y las ciencias sociales son un espacio donde la virtualidad no puede ser sostenida de una manera total. Tampoco se puede apostar a la virtualización de una trayectoria porque sus contenidos son fáciles de virtualizar, añadió, pues el acercamiento a las prácticas de investigación presupone la integración e interacción en el proceso formativo. Reiteró la necesidad de encuentros presenciales periódicos en la formación de los estudiantes. «En el salón puede haber interacciones bajas, pero afuera los estudiantes se conocen, se encuentran, los estudiantes del interior se encuentran con otros en comunidad; esos espacios sociales de enseñanza tienen un valor importante en la construcción de la vida universitaria», enfatizó. 
Al igual que Danza, remarcó la necesidad de que la Udelar vaya al encuentro de discusiones internacionales sobre cómo se está pensando y realizando la enseñanza universitaria. «Una mirada crítica que permita aprender herramientas que eviten las visiones conservadoras de volver al 12 de marzo de 2020, pero tampoco el mundo del simplismo de la virtualidad total, y considerar qué podemos hacer para mejorar la calidad de enseñanza, atendiendo lo que demandan los estudiantes, que demandan las dos cosas: presencialidad y virtualidad», señaló.

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