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Impacto de los cambios tecnológicos en el mercado de trabajo
A lo largo de la historia de la humanidad los avances tecnológicos fueron sustituyendo la mano de obra humana, proceso que se ha acrecentado en los últimos años. ¿Cuál es el efecto de estos cambios en el mercado de trabajo en Uruguay? El Portal de la Udelar dialogó sobre este tema con Gonzalo Zunino, docente del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República e integrante del Centro de Investigaciones Económicas.

Zunino señaló que frecuentemente frente a los cambios tecnológicos se impulsa la aplicación de una mayor flexibilidad laboral para evitar que las empresas despidan más funcionarios. No obstante, entiende que en general este discurso termina apuntando a un deterioro de las condiciones de trabajo. «En un contexto en el que la transición puede ser cada vez más dura, debilitar la red de protección social promoviendo los contratos cuentapropistas o generando más espacio para la informalidad a través de medidas como el retroceso en la inclusión financiera, puede favorecer que se dé este efecto», afirmó. Añadió que una de las medidas que pueden causar estos daños, es el retroceso en la inclusión financiera que habilita a los empresarios a pagar por fuera del sistema bancario, a establecer contratos «en negro» con los trabajadores.
Evolución del cambio tecnológico en Uruguay
Considera que no existen momentos de quiebre claros en la historia reciente de Uruguay, vinculados a la utilización de nuevas tecnologías en el ámbito laboral, el proceso tecnológico es continuo y genera una transformación que se desarrolla año a año muchísimo más lentamente que en los países más desarrollados. En base a los trabajos sobre el tema que ha realizado junto a otros investigadores, observando las transformaciones del mercado laboral en Uruguay en los últimos 20 años, no se evidencian «puntos dramáticos», sino «un continuo con una evidencia persistente» y «esperamos que siga siendo así», expresó.
Afirma que si bien se podría decir que el avance de la tecnología en algunos sectores laborales fue más importante que en otros, ha estado presente en forma transversal en todas las áreas. «Es algo que ha ido ocurriendo en el agro, en la industria y en los distintos servicios», apuntó. En el sector bancario la transformación tecnológica ha sido notoria con la introducción y multiplicación de los cajeros automáticos, la posibilidad de hacer transacciones vía digital, entre otros cambios.
Zunino señaló que en varios rubros del área de servicios se introdujo la tecnología en forma importante, como en el sector del transporte de pasajeros, en el que desde hace años se desarrolló un proceso de eliminación de los guardas y la implementación de la tarjeta STM en los ómnibus y estos cambios no necesariamente generaron desplazamientos inmediatos ni grandes pérdidas de puestos de trabajo. En cambio en el sector industrial el ingreso de la tecnología es más claro y persistente y ha generado, en forma progresiva, «que el empleo en este sector vaya perdiendo peso».
Añadió que en el caso de sectores con sindicatos fuertes, la incorporación de tecnología se fue enlenteciendo y no generó impactos tan fuertes en los trabajadores, en el sector financiero, todos los empleados que eran cajeros bancarios y fueron desplazados de su tarea a lo largo de estos años, no necesariamente quedaron desocupados. Resaltó que en general los trabajadores que han sido desplazados de los distintos sectores laborales se insertaron en otros rubros, cambiaron de tareas dentro del sector público, financiero o de transporte. En cambio, algunos trabajos como el de ascensorista, guarda de ómnibus y cajero, tienden a desaparecer.
Sostuvo que lo que determinó los sectores afectados por el avance tecnológico en los últimos 20 años fueron las tareas que se cumplían en ellos, si estas podían ser codificadas para ser realizadas en forma automática o no. En este sentido, el proceso de digitalización sustituyó en especial tareas muy rutinarias, que se pudieron programar fácilmente en una computadora para ser realizadas automáticamente, usualmente desempeñadas por trabajadores de calificación baja o media. Señaló que no obstante, existen trabajos como el de peluquería que aunque no son altamente calificados, por las características de la tarea es muy difícil que sea reemplazada por un mecanismo codificable.
Considera que una de las explicaciones de la lentitud en la incorporación de tecnología en Uruguay es que «los salarios todavía no son lo suficientemente caros». Para un empresario en un país donde los salarios son bajos, que tiene la opción de contratar una persona que cumpla la tarea de cajero o realizar una inversión e instalar un cajero automático, el incentivo para invertir no es tan fuerte como en los países desarrollados, recién cuando las tecnologías empiezan a abaratarse mucho, se comienzan a absorber.
Zunino resaltó que algunos de los problemas que están surgiendo en el campo laboral en la actualidad requieren para su solución lo que se denominan «habilidades blandas». Muchas veces las empresas más que buscar una habilidad específica concreta como la programación, se orientan a que la persona sepa relacionarse, trabajar en equipo y cumpla horarios.
Instrumentar políticas públicas
Zunino señaló que es necesario diseñar políticas públicas en dos ramas, una de corto y mediano plazo y otra de largo plazo, para facilitar la reconversión laboral de los sectores desplazados por el avance tecnológico. Explicó que las políticas públicas de corto y mediano plazo son las que están orientadas a atender los «costos de transición» en los sectores laborales afectados por el cambio tecnológico y las de largo plazo están centradas en el sistema educativo y apuntan a dar a las nuevas generaciones las herramientas para que puedan insertarse correctamente en el campo laboral.
En lo que se refiere a las políticas públicas de corto y mediano plazo identificó dos que son claves, la de protección social y la de reconversión laboral. Entiende que aunque parte de las personas que pueden ir quedando desplazados serán trabajadores formales que tengan acceso al seguro de desempleo lo que les permitirá suavizar esa transición y buscar insertarse en otro empleo, otra parte no tendrá esa posibilidad. «En Uruguay todavía tenemos más de un 20 % de informalidad, alto porcentaje de monotributistas o cuentapropistas que aunque pueden generar el derecho a jubilarse cuando llegue el momento, no tienen acceso al seguro de desempleo, por tanto tienen una protección social intermedia», indicó.
Entiende que a través de políticas públicas Uruguay debe generar instrumentos nuevos que cubran al trabajador informal y al cuentapropista o encaminarse a un tipo de seguro más universal. En cuanto a las políticas de reconversión laboral, la Universidad de la República tiene un rol que cumplir en especial en lo que se refiere a los efectos de largo plazo. Existe un sector de la población para el que las respuestas a los efectos de los cambios tecnológicos no pasan por la Universidad, señaló que en esos casos las herramientas de reconversión laboral se pueden pensar e instrumentar a través de Inefop, UTU o UTEC.
En este sentido para Zunino es necesario fortalecer estas instituciones así como el sistema educativo en general. En el caso de INEFOP, dijo que aunque ha llevado adelante buenas iniciativas, necesita diversificar los programas de reconversión que ofrece ya que muchos de ellos están orientados a software. Añadió que esto crea un sesgo en el público que puede acceder a las propuestas porque no todas las personas podrían reconvertirse para cumplir tareas de programador.
En cuanto al sistema educativo, factor fundamental para instrumentar las políticas de largo plazo, destacó que Uruguay tiene aún problemas de cobertura muy importantes, muchos de los jóvenes no concluyen el nivel secundario y bachillerato. Señaló que el país también presenta dificultades en la calidad educativa: «al compararse en las habilidades cognitivas con los países desarrollados, nosotros aprendemos menos o dominamos menos la matemática, las ciencias naturales y la lectura».
Para Zunino «ir hacia el camino de la flexibilización es un problema, ante un contexto en el que los costos de transición pueden ser altos, lo que tenemos que tratar de hacer es mantener una red de protección social lo más completa posible». «La flexibilización laboral puede minimizar un poquito el riesgo de pérdidas de empleos pero con la contrapartida de que si hay destrucción laboral, la protección social, las situaciones de pérdida de ingresos y de posibilidad de consumo, de los trabajadores, son mucho peores», añadió.
En comparación con países desarrollados, en América Latina las transformaciones del mercado laboral y la idea de la «desrutinización» se vienen observando mucho más lento. Hay tendencias que son similares, pero a distintas velocidades y con algunas especificidades también: en Uruguay y en América Latina en general el empleo cognitivo rutinario que ha empezado a desplazarse en forma importante en los países desarrollados todavía no lo ha hecho. «Eso tiene que ver con menor inversión, menor penetración tecnológica», explicó. Otra especificidad son las actividades de offshoring, cuando «las empresas a nivel global mandan a hacer algunas tareas rutinarias a Uruguay, mandan el call center o determinada parte de la producción a hacerse en un país emergente». Sin embargo, enfatizó que si bien localmente el proceso es más lento, a largo plazo el horizonte es «más cobertura y mejor calidad educativa, las brechas de educación son lo que más va a generar problemas de inserción laboral, más protección social y más formación continua con reconversión laboral». «Esas son las políticas; educar brindando habilidades cognitivas, pero no de técnicas específicas sino habilidades de pensamiento y flexibilidad. La Udelar siempre tuvo esa visión de fondo», expresó.
Futuro del trabajo en Uruguay
Zunino señaló que se prevé que en algún momento las tecnologías se abaraten y las ocupaciones más rutinarias, cognitivas o manuales -excepto aquellas muy difíciles de codificar como la tarea de un peluquero- se continúen automatizando. Por el contrario, las tareas cognitivas no rutinarias, se verán estimuladas por los procesos de cambio tecnológico. Entiende que en esta coyuntura la formación adquiere un papel fundamental, no sólo para aprender una técnica específica porque probablemente ésta evolucione en pocos años, sino que también brinde herramientas que aporten mayor flexibilidad, que se oriente a «aprender a aprender, al conocimiento crítico». Opina que cada vez va a ser más necesario instrumentar programas de formación continua: «ya no es viable la idea de que una persona termina su formación a los 22 años y ya tiene herramientas que le permitan una inserción laboral exitosa hasta los 65 años, probablemente tenga que seguir formándose para actualizar los conocimientos ya sea dentro de las empresa en la que trabaja o a través de políticas públicas estatales», apuntó.
Sostuvo que cada vez va a haber más ocupaciones intensivas en tareas cognitivas y ocupaciones manuales no rutinarias y en cambio las actividades rutinarias, que hoy tienden a concentrarse en el centro de la distribución del ingreso, pierden peso. «Es un proceso de polarización laboral y distributiva también, porque quedan los que ganan más y parte de los que ganan menos. Ese es el principal riesgo que hoy se discute en las economías desarrolladas, donde eso ya está pasando», concluyó.
Entiende que en un contexto en el que la transición por el cambio tecnológico pueda acelerarse y se registren muchos desplazamientos de trabajadores, es muy relevante que exista una red de protección social para asistir a los trabajadores afectados. Estas políticas son fundamentales a corto plazo para evitar que las personas que quedan sin ingresos caigan en situaciones de urgencia por la imposibilidad de cubrir sus necesidades básicas y para evitar daños a largo plazo como la pérdida de capital humano para las generaciones futuras.
Opina que «La red de protección social en Uruguay si bien es buena en comparación con América Latina, en un contexto en el que se espera que la transición pueda ser más alta, sigue teniendo debilidades lo que puede generar problemas frente a movimientos bruscos, lo que quedó de manifiesto con la pandemia», agregó. Durante la pandemia muchas personas en Uruguay, cuentapropistas o trabajadores informales, no pudieron trabajar y no tenían seguro de desempleo lo que provocó que en un año 100.000 personas cayeran en situación de pobreza y otras perdieran parte de sus ingresos.