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«Hace La Fuerza» busca reducir la brecha de género en el ámbito profesional
Hace La Fuerza (HLF), una comunidad de mujeres profesionales latinoamericanas, realiza una convocatoria abierta a mujeres estudiantes avanzadas o recién egresadas de carreras universitarias que sean primera generación universitaria de sus familias, para participar de un programa de mentorías. Las postulaciones se reciben hasta el miércoles 16 de marzo de 2022.

Ver detalles de la convocatoria: «Hace La Fuerza» convoca a jóvenes universitarias a programa de mentorías
Las universitarias que participen del programa contarán con el apoyo y acompañamiento de mujeres referentes que se desempeñan en distintas áreas profesionales. También intercambiarán con otras estudiantes avanzadas y recién egresadas universitarias de Uruguay y de la región, y participarán en talleres de formación.
El Portal de la Udelar dialogó con integrantes de HLF en Uruguay, egresadas de la Udelar: Martina Lejtreger, licenciada en Desarrollo, presidenta y fundadora de la organización, Carolina Gilardi y Noelia Botana, arquitectas, y Leticia Brandino, licenciada en Psicomotricidad. En nuestro país el equipo de HLF se compone de 11 integrantes; también hay una ingeniera, una economista, entre otros perfiles, graduadas en la Udelar y en otras universidades. El grupo se conformó durante la pandemia, entre uruguayas y otras latinoamericanas, mientras la mayoría de ellas eran becarias que realizaban sus posgrados en Reino Unido.
Mostrar credenciales
Lejtreger señaló que HLF se define como «una comunidad de mujeres profesionales de América Latina que buscamos apostar a reducir brechas de género en el mercado profesional y académico a través de lazos de cooperación entre mujeres profesionales». Explicó cómo surgió la organización: «En 2019 las cuatro que estamos acá nos tomamos un avión a Inglaterra a estudiar nuestras maestrías. La experiencia de la maestría fue increíble, todas aprendimos muchísimo académicamente pero también aprendimos mucho de las conexiones que hicimos entre nosotras mismas y con otros compañeros de nuestros cursos. Nos agarró la pandemia, algo que nos dio mucho tiempo para pensar, ver los impactos de lo que estaba pasando y cómo afectaban especialmente a las mujeres».
En esos espacios de reflexión «también nos dimos cuenta del privilegio que habíamos tenido de poder estudiar en universidades británicas con apoyos de becas», apuntó, «entonces nos dimos cuenta que estábamos en un lugar y un momento de nuestras carreras desde el que nos podíamos proyectar para ayudar a otras, con esta solidaridad que surgió también entre nosotras». Mientras Lejtreger realizaba su maestría en Políticas Públicas conoció muchas compañeras latinoamericanas con las que se generó una red de solidaridad.«Eso lo fuimos multiplicando a todas las becarias que nos conocíamos, las uruguayas todas, y surgió esta idea de traducirlo en un programa que ayudara a otras universitarias, a otras mujeres que hubieran elegido el desarrollo profesional como un camino de salir adelante en la vida, a tener un impacto, a no encontrar los mismos obstáculos que habíamos encontrado nosotras, porque eso era otra cosa, si hablábamos entre distintas mujeres de América Latina, veíamos que a todas nos pasaban cosas medio parecidas».
Entre esos obstáculos, encontraban sesgos de género en el mercado profesional. También observaban «que se cuestionaba cuando llegábamos a determinados roles de autoridad o que no había espacio para que habláramos en determinadas reuniones». Estas experiencias se relacionan con el género pero también con la edad, plantearon, «muchas veces teníamos mentoras mujeres que sí nos apoyaban y otras veces no, se daban lógicas de competencia entre mujeres; veíamos que era algo sistémico y no solo de la relación entre las mujeres con los varones sino que tenía consecuencias en los vínculos entre nosotras mismas, esto de estar siempre probando por qué estas en determinado lugar y sacando tus credenciales constantemente para que se admita tu voz en determinados espacios».
Primera generación
Brandino apuntó que el sexismo y el machismo expresado a través de los comentarios del tipo «no podés estar en este lugar», o «andá a hacer otra cosa» impactan en los números en relación a la deserción universitaria. Agregó que las dificultades que enfrentan las mujeres dependen a veces de las carreras, en ciertas áreas profesionales como las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por su nombre en inglés), hay pocas mujeres que puedan actuar como mentoras referentes para otras que quieran iniciar su carrera profesional. Además, en la mayoría de las mujeres recaen los cuidados, tanto de hijos como de personas dependientes a cargo, lo que también es un obstáculo. «Si bien obviamente no podemos generalizar los obstáculos de todas las mujeres latinoamericanas, sí encontramos estos aspectos en común», comentó.
Lejtreger explicó que el grupo fue compartiendo estas experiencias y posteriormente inició un proceso de análisis profundo para emprender su proyecto, «vemos que hay una disociación entre nuestros logros académicos y nuestros logros en el mercado laboral. Las mujeres nos inscribimos más en la educación universitaria y egresamos más pero después siempre estamos abajo de los varones en términos de salario y estamos menos en lugares jerárquicos. Entonces hay algo ahí que refuerza esa idea que compartimos en primera persona».
En los dos últimos dos años el grupo contactó a casi 70 estudiantes y egresadas de la región, indagando sobre sus necesidades y dificultades en relación al inicio de su vida profesional, «hicimos todo un proceso interno de cuestionar estas cosas, nuestros objetivos», comentó Gilardi. «Identificamos que éramos parte de un sector dentro de nuestros países» y que «tal vez muchas de nosotras aún no somos madres o no tenemos cuidados a cargo pero sí muchas de las entrevistadas con las que pudimos conversar. Ellas se habían tenido que replantear de cierta forma su desarrollo profesional o cómo tomaban ciertas decisiones».
También observó que «en Uruguay tenemos un acceso a la educación que no es el mismo en toda América Latina». A partir de estos análisis el grupo fue consolidando su primer programa piloto enfocado a las mujeres que son primera generación universitaria, indicó, por entender «que hay muchísimos lugares donde podríamos aportar y nos encantaría poder ayudar en todos, pero como primer objetivo veíamos que se reiteraba el tema del acceso a referentes y mentores». En su relevamiento consultaron si era significativo que en un programa de mentorías la mentora fuera mujer y por qué, si les parecía importante que fuera de su mismo país y su misma área, y otras preguntas que las ayudaron a ir ajustando las características del programa que proponen este año.
Camino colectivo
La modalidad de mentoría no es muy conocida en Uruguay y en América Latina, señalaron, «creo que es algo que absorbimos un poco de la experiencia inglesa, porque ahí la figura de los mentores existe en la vida profesional naturalmente», indicó Lejtreger, «nosotras tuvimos mentoras, no se llaman a sí mismas así o no está tan formalizada la relación, pero son mujeres o a veces también varones que nos ayudaron a guiarnos en nuestro camino profesional, en nuestros primeros actos profesionales. Nos parece que esta también es una forma de valorizar ese trabajo que ya vienen haciendo muchas mujeres y quizás el ponerle ese nombre y enmarcarlo en este programa es una forma de jerarquizarlo».
Botana expresó que las mentorías «son una herramienta clave para generar redes de ayuda mutua entre mujeres, que permiten que juntas podamos ver esto como algo colectivo, dialogar, poder intercambiar y concientizarnos de los desafíos que tenemos como mujeres y también las oportunidades que existen». Esta modalidad también permite adquirir herramientas y desarrollar ciertas habilidades que van a potenciar la carrera profesional o académica, señaló, «con nuestro programa buscamos esto, lograrlo de manera colaborativa, juntas, siguiendo esta idea de que la unión hace la fuerza».
Para reunir un grupo de mentoras en este programa, HLF se enfocó en la búsqueda de mujeres latinoamericanas que fueran líderes en su área, que tuvieran una experiencia consolidada y redes profesionales propias que también apoyen a las mentoreadas, y que hubieran tenido experiencias anteriores de mentoreo, explicó Gilardi. «En realidad lo más importante para nosotras fue reunir gente que tuviera vocación de potenciar a jóvenes profesionales, que tuviera esa vocación de ayuda y de colaboración que es el ánimo fundamental de equipo», apuntó, «desde la experiencia propia ayudar al otro a ver sus propias opciones y sus propios objetivos; no indicar tal o cual ruta sino aportar a abrir la cancha y ver hacia dónde dirigirse. Entonces la vocación es algo fundamental».
Otra de las características que buscaron en las mentoras es la pasión por su actividad profesional, procuraron gente que esté «realmente comprometida con su trabajo, que busque hacer lo mejor dentro de su área», agregó Gilardi. En este sentido «uno de los parámetros que buscamos es conectar a mentoras y mentoreadas que puedan tener objetivos en común a niveles más macro que una especialización en tal profesión», como por ejemplo, que compartan intereses que se encuentren entre los objetivos de desarrollo sostenible pautados por la ONU. De esta forma mentora y mentoreada pueden no tener la misma especialización dentro de su profesión, «pero sí un objetivo en común y esa pasión por lo que uno hace y la vocación por ayudar al otro». Agregó que si bien ya han reunido a las mentoras para este año, aquellas profesionales que tengan interés en ocupar ese rol en próximas convocatorias se pueden comunicar con mentoras@hacelafuerza.org
Programa de seis meses
Entre las estudiantes avanzadas o recién egresadas universitarias de Argentina, Colombia, México, Paraguay, Perú y Uruguay que se postulen hasta el 16 de marzo para ser mentoreadas, se seleccionarán 20. Botana explicó que de mayo a noviembre de 2022 estas formarán parte de un programa que se desarrollará en tres módulos: uno de mentorías 1:1 donde cada una trabajará con su mentora en un encuentro por mes, sobre sus objetivos profesionales y académicos y el desarrollo de habilidades para alcanzar esos objetivos. Otro de los bloques es grupal, allí varias mentoreadas serán guiadas por una mentora, posibilitando el intercambio con pares de la región con el objetivo de generar redes «no solo a nivel de los países y no solo mentora-mentoreada sino entre mentoreadas y a nivel regional latinoamericano», señaló.
Un tercer bloque consiste en el desarrollo de talleres sobre temáticas específicas que son esenciales para el ingreso al ámbito laboral de las mentoreadas, por ejemplo, cómo armar un currículum, cómo prepararse para una entrevista laboral, cómo generar redes o también cómo aplicar a becas, en el caso de aquellas que estén interesadas en seguir estudiando. También habrá algunas instancias más generales o intercambios informales en los que las participantes podrán conocerse más.
HLF sostiene alianzas con los programas de becas Chevening y Weidenfeld-Hoffmann, los cuales brindaron apoyo para financiar una asesoría que permitió diseñar el programa de mentorías, generar la identidad gráfica y la web de la organización. Lejtreger explicó que piensan establecer más alianzas con otras instituciones a través de la aplicación a fondos «pero no solamente; estamos en un proceso de explorar nuestros contactos con un actor muy importante como son las universidades de nuestros países para poder llegar a las mentoreadas». Señaló que «cada país es distinto»; seguir entendiendo la realidad educativa y profesional de las mujeres es muy importante y para eso es clave la conexión con universidades de la región. También se proponen establecer vínculos con organismos como ONU Mujeres u otros de la sociedad civil; «queremos tener esa red a nivel de la agenda feminista con la sociedad civil que es muy fuerte en la región, conectarnos con esa red de organizaciones que ya existe y viene trabajando desde hace tiempo, porque tenemos mucho para aprender».
Respecto al impacto que tendría sobre la región el desarrollo profesional de más mujeres, Lejtreger afirmó que «todos ganamos si la mitad de las personas, que somos las mujeres en nuestras poblaciones, tenemos la oportunidad de contribuir con nuestro pensamiento y nuestro trabajo. Evidentemente que no es una cuestión solo de las mujeres sino que tiene repercusiones positivas para que todos y todas podamos acceder y desarrollarnos, y contribuir así a nuestras sociedades».
Agentes de cambio
Brandino observó que hay mujeres que son primera generación universitaria en sus familias que se han cuestionado «si otros no pudieron, ¿por qué voy a poder yo?». Por eso alentó a que participen de esta convocatoria; «les diría que somos una comunidad de mujeres que quieren apoyarlas, que no están solas, que se acerquen a nosotras, que vamos a poder estar ahí para acompañarlas en ese camino, porque tal vez hay personas que no tienen redes de contacto que las puedan sostener y acompañar». Botana agregó que podrán intercambiar, sentirse seguras de conversar sobre distintos temas, interactuar en un aprendizaje mutuo porque «no hay jerarquías de poder en esta comunidad sino que es algo horizontal donde todas nos vamos a complementar».
Agregó que uno de las grandes propósitos de HLF es lograr «que se extienda esta idea de que todos podemos ser agentes de cambio, de que estas lógicas que vienen estructurales generan discriminacion, desigualdades y opresión, y en ellas todos somos parte pero todos y todas tenemos la posibilidad de cambiarlo. Eso es lo que queremos compartir, queremos que mentoras y mentoreadas de a poco vayan extendiendo esta idea de que el cambio está y depende de nosotros y nosotras. Queremos dar fuerza para que eso continúe y se siga expandiendo porque sabemos además que en América Latina los niveles de desigualdad son altísimos; obviamente no lo vamos a cambiar de la noche a la mañana pero sí de a poco empezar a reducir esas brechas, lo que va a ser beneficioso para toda la población. Capaz que somos muy ambiciosas pero bueno, también es parte».
Gilardi agregó que HLF propone «un esfuerzo colectivo y colaborativo; cuanto más hagamos en ese sentido y cuantas más organizaciones como la nuestra existan, mucho mejor». Aclaró que con su programa de mentorías HLF no busca ampliar la inserción laboral en términos de conseguir empleo «sino en términos de proyectar objetivos personales, de cómo alcanzarlos y ampliarlos». Todas las profesiones tienen sus particularidades, señaló, y hay caminos no explorados respecto a los roles dentro de una profesión, hay algunos roles de liderazgo o de investigación para los que el mentor realmente puede ayudar en ampliar las posibilidades.
«Creemos que esto no solo se logra a través de un título universitario sino también por la posibilidad de pertenecer a redes de contacto y de poder tener diálogo con personas que hayan transitado caminos que quizás nos son los que a una le interesa recorrer precisamente, pero que sí abren posibilidades, ya sea en la docencia, la investigación, el liderazgo dentro de un grupo de investigación o dentro de una empresa, o ya sea para poder conjugar ciertos objetivos personales de estudios en el extranjero, de maternidad o de lo que sea con los objetivos profesionales. Es decir, si bien puede haber carreras donde haya una mayor inserción laboral creemos que es fundamental potenciar eso de cuestionarse qué es lo que estoy buscando, hacia dónde quiero dirigirme y a dónde puedo llegar. Queremos hacer saber que existe esa posibilidad y que hay gente que te va a ayudar a lograrlo en cuanto abrís esas posibilidades».