Al comienzo, Arim agradeció a los presentes, entre los que se encontraban el ex presidente José Pepé Mujica, la ex vicepresidenta y senadora Lucía Topolansky, el Secretario Ejecutivo de la Asociación Latinoamericana de Integración, Sergio Abreu, y el ex rector de la Udelar Rafael Guarga. Afirmó que reflexionar sobre Martí «en estas horas tan particulares que atravesamos en el continente es también reflexionar sobre los caminos, desvíos y también a veces retrocesos que los procesos de integración regional han tenido para nuestra América Latina y El Caribe». Hacerlo desde una perspectiva intelectual es particularmente relevante pensando en Martí, explicó, pero también pensando en la realidad que atravesamos hoy, donde las universidades públicas de América Latina y El Caribe «tenemos la obligación de avanzar en la integración de nuestros procesos de generación de conocimiento y de formación de las nuevas generaciones». «Hablemos de Martí, hablemos del pasado de América Latina y El Caribe, hablemos de la integración en términos sociales, económicos y culturales, y hablemos también del futuro, porque eso implica mirar hacia el pasado para entender los caminos y las disyuntivas que enfrentamos como sociedades», concluyó. 

Por su parte, la embajadora Zulan Popa destacó que Cuba y México están cumpliendo 120 años de relaciones diplomáticas ininterrumpidas, en una relación de solidaridad y hermandad que debe caracterizar la integración en América Latina. Añadió que el 170 aniversario del natalicio de Martí se conmemora el 28 de enero de 2023 con la V Conferencia «Por el Equilibrio del Mundo». «Es un privilegio para nuestra generación evocar a Martí y sobre todo en tierras uruguayas», dijo y recordó que el escritor representó al Uruguay como cónsul en Nueva York desde 1884 hasta 1891. «El libro de Cuéllar habla de la ética en Martí y una gran expresión de ética por parte del apóstol de la independencia de Cuba fue renunciar al papel que desempeñaba como cónsul, porque estaba organizando la guerra necesaria y no quería que su labor pudiera afectar los intereses de Uruguay en materia de política exterior», indicó.

Mencionó que Cuéllar también habla del concepto de alma propia a la hora de abordar la figura de Martí, habla de la integración entre los pueblos, que no es solo la integración en la política, porque la política en Martí desde la visión del autor va más allá de la política en sí misma y emplea o incluye la cultura, la diversidad, la moral y términos como nación y pueblo. Este último, según el análisis de Cuéllar, es una fuerza creadora y con capacidad de futuro. «Es innegable la majestuosidad de Martí, un hombre que murió con 42 años, que organizó la guerra necesaria en Cuba, entendiendo la necesidad de la independencia y de la soberanía de nuestra patria que hasta hoy defendemos, y es que había un liderazgo político por parte de Martí, que visitó a los tabaqueros, que fundó el periódico Patria, que entendió la importancia de la unidad de todos los cubanos y por eso es que creó el Partido Revolucionario Cubano», señaló Popa.

Por último, recordó un fragmento del poema de Martí titulado Abdala, que escribió con 15 años y habla justamente de su concepción de la política:

“El amor, madre, a la patria
no es el amor ridículo a la tierra,
ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
es el rencor eterno a quien la ataca”

El embajador de México, Víctor M. Barceló, contextualizó la vida y obra de Martí, refiriéndose a una época donde «los imperios no estaban dispuestos a perder tan ricas tierras en nuestra región, que habían dado cuantiosos tesoros de la minería y productos para la alimentación popular de formidables resultados». Es así que fortalecieron sus ejércitos establecidos en los territorios de los pueblos originarios, inscriptos desde la mitad del actual territorio estadounidense hasta La Patagonia. Sin embargo, estos esfuerzos no evitaron que en América Latina y en El Caribe se contara con «personajes excepcionales que se incorporaron a la lucha armada, desde actividades visibles como el sacerdocio, la cátedra, la literatura, entre otras actividades productivas, trayendo consigo experiencias especiales para aplicarlas en estos momentos cruciales para la evolución política y social de nuestros pueblos». De ahí surgirían relevantes personajes como Simón Bolivar, José María Moreno, José Gervasio Artigas, Bernardo O’Higgins, José de San Martín, Antonio José de Sucre, Francisco Morazán, que lucharon por obtener la independencia de nuestro continente. «Se requería de quienes venían dedicados a la cultura, pero a la vez a las armas», añadió Barceló.


Para el embajador, José Martí, en pleno Caribe, bajo el control del imperio español y el acoso del naciente imperio estadounidense, fue el «formidable personaje» capaz de dedicar sus letras, su arte y ciencias englobando su empeño personal a tal nivel que le llevó a dar la vida para el logro de la liberación de su querida patria: Cuba. El análisis profundo de Cuéllar de las posturas políticas que asume con transparencia y precisión Martí permite según Barceló «afirmar lo que conocíamos al respecto de la ética incólume en que se desarrolla la vida del héroe cubano; el autor nos precisa que consideraba la política como el único modo de administrar limpiamente la convivencia de las sociedades, limpiándola primero de los vicios y calamidades».


Añadió que Cuéllar amplía el esquema del héroe y alerta sobre «las malas artes del neoliberalismo que aún rige, poniendo orejas de demonio a la política, buscando su señalamiento popular negativo y ganándole para sus fines y manejos al servicio del poder y el dinero; se busca privatizarla para que sea manejada por las reglas del mercado». Al finalizar su intervención recordó que el escritor y político cubano vivió en la Ciudad de México de 1875 a 1877, allí escribió ensayos, poesías, y entre muchas otras obras Amor con amor se paga. Fue además articulista del periódico El Federalista. «Su pensamiento continúa vigente», cerró Barceló.


El autor del libro, Jorge Cuéllar Montoya, demostró profunda emoción por el momento tan especial y por encontrarse «en el Uruguay de Artigas, Benedetti, Galeano, José Mujica, Lucía Topolansky, Juana de Ibarbourou, Ida Vitale, Enzo Francescoli y Diego Forlán, también de Suárez, Alfredo Zitarrosa -que vivió en México exiliado y amamos su música-, Jorge Drexler, quien representa a Latinoamérica con mucha dignidad-, y tener la oportunidad de volver a ver a José Mujica y Lucía Topolansky». Indicó que este libro fue prologado por un gran intelectual latinoamericano, Frei Betto, y a futuro su intención es entregarlo a todas las bibliotecas de Cuba.

Martí, explicó, fue un hombre que dejó un gran legado para la humanidad. Describió a un Martí poeta, periodista, ensayista, dramaturgo, crítico de arte, pero también político. Rememoró que en México en los libros de texto obligatorios de los primeros años de la educación básica se incluyen algunos de sus poemas, entre ellos Rosa Blanca. Fue así que Cuéllar conoció a Martí. Ya adolescente ingresó a la organización mundial Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, y descubrió que la liturgia con la que celebraban los trabajos había sido escrita por Martí. Creció así su interés y ya de adulto, después de haber cursado la universidad y una maestría en Ciencia Política, tuvo la oportunidad de estudiar en la Universidad de La Habana, Cuba.


«Si rescatamos la parte política de Martí y la ponemos en la actualidad, ponemos un granito de arena, porque -sin generalizar- yo siento y reconozco el caso particular de donde vivo, en el estado mexicano de Nuevo León, hemos tenido en los últimos tiempos una crisis en la política o más bien en los políticos improvisados, que únicamente buscan enriquecerse, abusan del poder, engañan, mienten, y ya basta», expresó. Agregó que es deber de quienes están en la academia o en cargos directivos en diferentes instancias de gobierno ver ejemplos como el de Martí y permear esto sobre todo en las juventudes, en la educación. «Por eso admiramos mucho a José Mujica, por su ejemplo en la práctica política, y qué orgullo para Uruguay pero qué orgullo también para Latinoamérica tenerlo y tener a Lucía, su compañera de vida», afirmó. Destacó que en la Universidad José Martí, que dirige, «tenemos esa idea de poner un granito de arena, el cambio está en la educación, en la cultura de hacer política; todavía hay esperanza y, como nos enseñó Martí, debemos tener fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud».

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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