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Opciones para la formación docente universitaria
El cuarto panel de las Jornadas de reflexión y debate sobre formación docente universitaria se tituló «Factores críticos para la formación docente universitaria». Contó con la participación de Nicolás Bentancur, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales, Udelar, Victor Pizzichillo, presidente del Consejo de Formación en Educación (CFE), ANEP, Rosana Cortazzo, consejera docente en el CFE, y Héctor Cancela, profesor de la Facultad de Ingeniería, Udelar, e integrante por Udelar de la Comisión Mixta ANEP-Udelar-UTEC.
En virtud de que la actual normativa acerca de la formación docente en Uruguay es «muy frondosa» y «terminó de completarse hace algunos meses», Bentancur señaló que haría «una primera aproximación porque este tema requiere miradas más profundas». Por tanto, buscó categorizar el problema con las nuevas políticas públicas y sugerencias sobre algunas fortalezas y debilidades del sistema que se instaura, indicó. Valoró que existen carencias en la formación docente en el ámbito cualitativo porque «tenemos menos docentes de los que necesitamos y hay problemas en el estudiantado de formación docente» y mencionó que algunos estudiantes eligen la formación docente como segunda carrera y la tasa de deserción es grande.
Por tanto, solucionar estos problemas requiere intervención estatal para generar un cambio, explicó. «Si miramos los antecedentes inmediatos, el Frente Amplio pensó en crear una nueva institucionalidad para paliar esos problemas como la Universidad de la Educación», señaló. Mientras que el gobierno actual apostó a otra estrategia que fue un artículo en la Ley de Urgente Consideración (LUC) que estableció un procedimiento voluntario para la presentación de carreras de formación docente del nivel universitario por parte de entidades públicas no universitarias como ANEP u otras, indicó.
Caminos para la titulación de docentes universitarios
Asimismo, mencionó otras políticas como el decreto de diciembre de 2020 que reglamenta este artículo de la LUC y establece la participación de un Consejo Consultivo de Formación Universitaria como órgano asesor, así como un documento aprobado por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC), en marzo de 2022, que establece los criterios de calidad de las carreras e incorpora una prueba de certificación final para quienes realizan la formación docente a cargo del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEED) -necesario para la acreditación de título de la persona pero no para ejercer-, apuntó. Entre otras recientes políticas, comentó que se aprobaron acciones de acompañamiento y apoyo como recursos económicos para consultorías que acompañen los proyectos y becas para estudiantes de tercer y cuatro año «sin discriminar entre instituciones públicas y privadas». En abril de este año se aprobó un decreto que establece que aquellas instituciones que requieran un reconocimiento frente al MEC, deberán solicitar simultáneamente una habilitación ante ANEP.
«¿Cómo se pueden categorizar estas políticas?», se preguntó. Por un lado, señaló que la sociedad va a contar con información sobre algunos insumos de calidad de las instituciones que pasan por ese proceso de acreditación que hasta el momento no se contaba y también, entiende que «hay un acopio del recurso de autoridad al tener reconocimiento de ciertas pautas del MEC para esa validación». Por otra parte habrán más recursos económicos que se han comprometido para ciertos apoyos, consideró. Por tanto, entiende que «se renuncia a la creación de una nueva institucionalidad». Señaló que este diseño puede tener potenciales fortalezas tales como la existencia de más actores públicos y privados para resolver el problema de la formación docente, algo que valoró como novedoso. A la vez se genera un incentivo para que las instituciones privadas se involucren en este sentido y se evita, así, tener que crear una nueva institucionalidad, opinó.
Sin embargo, entiende que «la contracara es que tiene sus costos». Por un lado, al no crear una nueva institucionalidad «se reduce la capacidad innovadora», porque existen diversas investigaciones que señalan que «el momento dorado para generar cambios en las instituciones es cuando las instituciones se crean y crear una nueva institución puede generar nuevas oportunidades de cambios más profundos», explicó. Mencionó que la segunda potencial debilidad es que «más allá de que las jerarquías de las instituciones elogian la cooperación, este diseño no favorece la cooperación sino que es un diseño para que instituciones y carreras individuales salgan a buscar su sello de calidad y su lugar dentro del mercado académico. No digo que esto haga imposible la cooperación, pero no son mecanismos que las faciliten».
Por último, Bentancur entiende que «vamos a tener instituciones con muy distintos reconocimientos de calidad» y que este sistema puede generar fragmentación y segmentación en dos planos: entre instituciones y entre docentes. Porque con la aplicación de esta institucionalidad se tendrán diferentes reconocimientos de acreditación tanto de instituciones como de docentes y «creo que esto genera un ruido en el sistema y también diferenciación de estatus de los docentes, porque tendremos cuatro categorías para esta prueba final del INEED». Asimismo, «la contracara de esta diferenciación es la indiferenciación público-privada en término de reconocimiento de instituciones», sostuvo. Por tanto, «estamos frente a una novedad de porte, ¿cómo va a terminar?, será tema para quienes lo gestionan como actores fundamentales y para quienes lo estudiamos», concluyó.
Formación integral
Cortazzo señaló que para consumar una formación docente con características universitarias, primero tenemos que tomar como referencia la estructura y la organización académica. Un hito en el CFE fue el plan 2008, indicó, porque introdujo elementos como las horas de departamento para los docentes que trabajan en formación en educación. Esto fue trascendente porque permitió superar la lógica de enseñanza exclusivamente para poder integrar las funciones de extensión e investigación. Luego se fueron generando institutos y unidades académicas y se dio lugar al trabajo interdisciplinar y a la integralidad de las funciones, explicó; también se establecieron diferentes convenios para promover políticas como la formación de posgrado. Señaló que la organización del trabajo docente con evaluaciones es un factor que favorece la formación universitaria; recordó que en 2019 se aprobó una ordenanza que permitía esa organización y que en 2020 quedó suspendida.
Destacó la importancia de la cultura universitaria y sus espacios de participación. En este sentido indicó que el CFE incorporó representantes electos por los estudiantes y por los docentes, lo cual fue muy importante para fortalecer la organización. Valoró que hay estructuras donde participan los egresados como las Comisiones de carreras y la Comisión de enseñanza y desarrollo curricular. Agregó que actualmente el CFE forma en sus distintas carreras 34.000 estudiantes -no solo maestros y profesores-, y la cohorte julio 2020- julio 2021 tuvo 2700 egresados.
Cuando se piensa en una política pública «hay que cargarla de sentido», sostuvo Cortazzo, y cuestionó «¿cuál es el sentido de este proceso de reconocimiento? Lo universitarizante pasa exclusivamente por planes de estudio? Según lo que dije al principio no. ¿Lo universitarizante pasa por tener un título que así lo indique? Cualquier integrante de este auditorio diría que no». Expresó que el mecanismo propuesto para lograr el carácter universitario de la formación docente «es esencialmente desinstitucionalizante» y como Bentancur opinó que «hay problemas en ese proceso porque además es individualizante ya que fomenta los títulos por carreras, territorios, por sedes y por personas. Este proceso no institucionaliza a la formación en educación como factores que den cuenta del avance en lo universitario sino que es una visión opuesta, para generar una titulación por goteo. Este factor no va en consonancia con promover factores críticos que hagan universitaria a la formación de los docentes», opinó.
Para Cortazzo, la perspectiva para una formación universitaria debe basarse «en el convencimiento que la formación integral de docentes y educadores se realice en ambientes institucionales que promuevan desde lo curricular y académico experiencias formativas que vinculan los saberes con las prácticas de enseñanza con proyectos de investigación y con actividades en el medio». También destacó la importancia de trabajar «de manera consecuente en el sistema terciario público para generar más ofertas de posgrado en el campo educativo. Hoy en el país las instituciones privadas son un lugar más transitado por nuestros docentes para formarse en el nivel de posgrado que las públicas, por eso creo que esto tiene que tomar un giro distinto».
Transformación curricular
Pizzichillo celebró la oportunidad de realizar un «análisis mesurado de todas las situaciones» en relación con la formación docente universitaria en estas jornadas y se declaró «orgulloso» de su formación como profesor. Repasó la cronología de la historia de la educación en Uruguay, que comenzó en «tiempos preconstitucionales», ya que en 1827 el gobierno provisorio estableció la creación de una escuela normal para la formación de maestros en Montevideo. Pocos años después se propuso crear una en cada departamento.
El Instituto de Profesores Artigas se creó en 1950, y en 1962 el Instituto Nacional de Enseñanza Técnica. En 1977 surgió una concepción de que la formación de los docentes «debería tener un núcleo común para las diferentes carreras», indicó, y también se realizó la primera experiencia de descentralización de la formación de profesores de enseñanza media en el interior. En 1997 esta experiencia se multiplicó con la creación de los Centros Regionales de Profesores, comentó; sostuvo que estos concibieron «una estructura de cargos para la dedicación exclusiva con horas para la investigación y la extensión». Actualmente el CFE ofrece cinco carreras y tiene un trabajo descentralizado «muy fuerte» con presencia en todo el territorio nacional; en algunos lugares esta es «la única oferta de formación terciaria», planteó.
El CFE brinda una formación «basada en tres pilares que vienen de la vieja concepción magisterial» que se han ido transformando de acuerdo a las necesidades de la sociedad, afirmó, «creo que hoy estamos en un momento vertebrador de ese proceso de transformación». Este proceso formativo «está focalizado en la enseñanza y el aprendizaje y sostenido en la didáctica, con una fuerte jerarquización de los espacios de la práctica pre profesional», puntualizó. También afirmó que los docentes del CFE realizan «investigación y extensión de acuerdo a las características y necesidades de nuestra institución». Pizzichillo agregó que un docente debe tener y demostrar una sólida y amplia formación, pero también conocer el mundo en que vive e «interpretar la realidad». Debe comprender a cada estudiante e intentar garantizar un tránsito de calidad por esa formación, que es un proyecto de vida individual pero también «va a contribuir a un desarrollo colectivo». Además, los docentes educan «para un mundo que aún no existe» y tienen el mandato constitucional de atender a la formación moral y cívica de los estudiantes.
En su opinión no hay factores «críticos» a considerar en cuanto a la formación docente, sino «desafíos»: es esencial la transformación curricular de las carreras, porque hay estructuras de planes de estudio de más de 40 años. Refirió experiencias positivas de trabajo conjunto entre el CFE e instituciones de Educación Superior como la Udelar y la Utec, sobre todo en el interior. Finalmente expresó que las distintas instituciones, «cada uno desde su lugar, contribuye a esta mejora de la calidad de la formación docente».
Comunidad universitaria
Cancela también valoró el aporte a la reflexión a partir de estas jornadas en un tema esencial para el país, dado que «la educación es el capital colectivo que tenemos como sociedad y es la clave de la convivencia y el desarrollo». En su opinión para que una formación sea universitaria es importante «que el marco institucional en sí mismo sea universitario; no puede haber una carrera o formación universitaria que no esté en una universidad o instituto universitario». Esto implica el desarrollo de las funciones enseñanza, investigación y extensión, el desarrollo de grados y posgrados, y que esa institución «tenga la capacidad de formar a su formadores», de dar caminos de desarrollo a sus docentes.
También implica que esa institución «tenga la participación de toda la comunidad universitaria en la toma de decisiones y planes de desarrollo», por supuesto una de las formas para lograr eso es el cogobierno, expresó Cancela. Agregó que una institución de este estilo debe llevar adelante «una práctica de autoevaluación» y debe tener la capacidad de transformarse en el tiempo para dar respuesta a la sociedad ante sus transformaciones.
En cuanto al proyecto académico para la formación de docentes, indicó que «es fundamental que en los planes de estudio haya un grado de flexibilidad importante, que sean proyectos que aseguren la calidad de la formación pero al mismo tiempo reconozcan la diversidad de las y los estudiantes que los transitan». Planteó que sería bueno que estos planes tengan múltiples perfiles, objetivos claros e integración de trayectorias teniendo en cuenta que los estudiantes pueden provenir de otras instituciones dentro y fuera del país.
«Es muy importante que tengamos en cuenta lo provisorio de todo conocimiento», tanto en las ciencias humanas como en las ciencias más duras, reconociendo que hay una creación de conocimiento científico pero que la ciencia se autosupera. La formación universitaria implica fomentar el espíritu crítico en docentes y estudiantes, y que estos tengan «la capacidad de discernir entre distintas fuentes en un mundo donde la información nos desborda».
Otra dimensión relevante para Cancela en la formación universitaria de educadores es que haya una comunidad universitaria, integrada por estudiantes, graduados, docentes y personal de apoyo, a la que en este caso se vinculan necesariamente otros estudiantes debido a las prácticas docentes. Destacó que debe haber un porcentaje importante de docentes de alta carga y de alta dedicación horaria. Estos deben tener evaluación por pares y acceder a carreras académicas adecuadas y sujetas a reglas claras. «En todo esto es fundamental tener mecanismos de participación, de transparencia y de acceso a la información», observó. También valoró la importancia de una infraestructura adecuada para el encuentro y trabajo de toda la comunidad, con aulas, laboratorios, bibliotecas y otros espacios de encuentro.
«Es fundamental la responsabilidad del país a través del Estado en la formación de educadores para poder formar a las futuras generaciones, para lograr tener ciudadanos y ciudadanas responsables que mantengan los legados culturales de nuestro país», expresó; la formación de educadores «es un bien común y necesario que trasciende cualquier partido político o visión del mundo».
Este panel, como los otros de estas jornadas, contó con un espacio de preguntas que realizó el público presente y quienes asistieron por streaming. La mesa final de estas jornadas estuvo a cargo de Ana Frega, decana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación e integrante por Udelar de la Comisión Mixta ANEP-Udelar-UTEC, con la colaboración de José Passarini y Juan Carlos Valle Lisboa, integrantes del Grupo Udelar de formación docente nombrado por Consejo Directivo Central de la Udelar. El rector Rodrigo Arim dio cierre a la actividad.
El registro de todas las Jornadas de reflexión y debate sobre formación docente universitaria está disponible en el canal de la Udelar en Youtube.
Más información sobre estas jornadas
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Fotos: Nairí Aharonián, UCUR
Video de esta actividad: