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Visibilización de las violencias, acoso y discriminación en la Udelar y desafíos a futuro
La mesa de cierre de la presentación de la primera Encuesta de prevalencia sobre violencias, acoso y discriminación de la Udelar, integrada por el rector de la Universidad de la República (Udelar), Rodrigo Arim y el prorrector de Gestión, Luis Leopold, se enfocó en los desafíos a futuro que le presenta esta temática a la Udelar.

Leopold señaló que el desarrollo de determinadas tecnologías y especialidades como esta presentación, van a permitir a la Universidad «continuar pensando en ese desafío de tener más insumos para poder modificar determinadas líneas de base». «Lo que está en juego aquí no es administrar este estado de cosas, el tema es modificar determinadas situaciones», añadió.
Desafíos para el cambio
Un proceso a abordar para el prorrector, es cómo pasó la sociedad de tener invisibilizadas por momentos las situaciones de violencia, acoso y discriminación a poder formularlas. Entiende que este cambio respondió a la existencia de «grupos humanos, fundamentalmente mujeres, que se plantaron y comenzaron a enfrentar una y otra vez ese plano de invisibilidad». Añadió que no se puede entender esta instancia dedicada a abordar estos temas como Universidad de la República sino se los transversaliza con los feminismos, los estudios postcoloniales y sobre interseccionalidad, para visualizar cómo transcurren los cambios en las distintas sociedades.
Entiende que el tema se liga con procesos sociales, institucionales, organizacionales, que acumulan determinados logros y explican cómo algunos colectivos o sujetos se suman en ciertas temáticas, pasan de no entender y rechazar determinadas posturas a entenderlas y a modificar determinadas prácticas y comportamientos. «No es algo que depende sólo de la voluntad pero también depende de ella», añadió. Desde la perspectiva del Prorrectorado de Gestión, «gestionar es producir organización y las organizaciones tienen la característica de ser aparatos para no cambiar, nos aseguran redundancias que nos garantizan estabilidades», observó, y estas estabilidades no se refieren sólo fijar horarios y salones de clase sino también «lo peor de las relaciones sociales». Leopold identifica este efecto de las instituciones como uno de los desafíos importantes a la hora de modificar las prácticas de violencia, acoso y discriminación.
Con base en la experiencia de la Udelar en la atención de esta temática desde hace veinte años, se puede concluir que determinadas situaciones son modificables, «la Udelar como organización tiene propósitos, valores, éticas y los propósitos se rigen por el trabajo cotidiano de lo que hacemos, en las clases que damos, en los procedimientos que activamos, en cómo nos relacionamos con los otros», afirmó.
En este sentido la política que está llevando adelante la Udelar para enfrentar la problemática de la violencia, acoso y discriminación está integrada por tres componentes: uno de ellos es el de los propósitos de carácter político institucional, que tienen que ver con determinados valores, perspectivas y códigos. Resaltó también la importancia de la comunicación institucional en este tema. Recordó que toda la política comunicacional de la Udelar en esta temática ha expresado claramente: «Hay cosas que no se soportan, que no se toleran». Al mismo tiempo, otras prácticas se promueven y se cargan de valor positivo. Un segundo componente, que es insustituible en la perspectiva del equipo de Gestión de la Udelar, tiene que ver con la importancia del soporte técnico para abordar la tarea de prevenir, promover, asesorar, disuadir y estudiar la situación. Leopold señaló que el tercer aspecto es cómo se organiza de forma inteligente este proceso en el que considera que el trabajo en red es una seña identitaria. En ese marco resaltó la importancia del trabajo conjunto de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo y la Unidad de Comunicación de la Udelar, para la comunicación de los resultados de esta encuesta. «La política de comunicación es clave para que esto no quede entre cuatro paredes», concluyó.
Avanzar hacia un código de ética
Arim destacó dos perspectivas para abordar esta temática, «una dinámica, que permite no perder conciencia del camino recorrido en la visibilización de estas problemáticas en la institución y otra más mirándose al espejo, de algunas características que implica ser universitario, que pueden condicionar en una dirección u otra el desarrollo futuro de los instrumentos de política que atienden los problemas de violencia, acoso y discriminación», apuntó. Con respecto a la primera perspectiva Arim recordó que en la Udelar en los primeros cinco años de la década de los 90 estos temas no estaban planteados en el corazón de la Institución, ni eran tratados en las agendas de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, ni en centros de estudiantes, ni en los Consejos de la Facultades, ni siquiera periódicamente; aunque existían en esos años grupos de investigación que generaban conocimiento al respecto de este tema así como también el movimiento feminista.
«Años después, cuando era docente, los estudiantes nos obligaron a discutir estos temas», expresó Arim, se fueron incorporando a las agendas institucionales sin que al comienzo tuvieran respuestas muy claras y precisas. «Desde esta mirada dinámica creo que estamos en un lugar distinto, como sociedad en general, que nos obliga a pensar en nuevos instrumentos de políticas, nuevos contratos sociales», afirmó. No obstante entiende que la Udelar todavía está lejos un punto de llegada y de acuerdos mínimos acerca de cuáles son las reglas institucionales que se deben transitar para abordar la problemática de forma «orgánica y relativamente aceptable», sino que se encuentra en un momento de elaboración de las propuestas de políticas, del intento de prueba de instrumentos, de encontrar diseños que permitan afrontar estas problemáticas con perspectiva institucional.
Arim citó al filósofo de la educación superior, Ronald Barnett, quien estableció un conjunto de características que definen a la Universidad como un espacio específico dentro de la vida social más en general. Algunas de estas características se vinculan con la problemática de la violencia, acoso y discriminación y una de ellas es que se trata de la única institución educativa en la que el vínculo se da entre adultos. Entiende que esto permite discutir colectivamente las formas de funcionamiento de la institución, algo que no se puede llevar a cabo en otros niveles educativos pero también genera «una falsa imagen de horizontalidad absoluta». «No es lo mismo ser docente que ser estudiante por más que todos tengamos obligaciones similares ante la ley», afirmó. Otra de las características es que las universidades son instituciones más horizontales que otras que integran las sociedades contemporáneas. «La Universidad vive bajo ciertas lógicas de horizontalidad expresada, pero que tienen como contracara aceptar que en la institución existen relaciones de poder», sostuvo Arim.
La tercera característica es que las universidades y las comunidades dentro del ámbito universitario tienen un compromiso explícito con la verdad y el conocimiento, el objetivo institucional es la generación de conocimiento, su difusión y su uso. Acotó que los temas de violencia, acoso y discriminación, como el de discriminación a la mujer, no son nuevos, han sido objeto de investigación desde hace años por parte de distintos académicos, pero se han incorporado a la agenda central universitaria a partir del siglo XXI. Entiende que el compromiso universitario con la verdad y la investigación es el que aporta herramientas para pensar a la Universidad con lógicas que incorporen las problemáticas a las políticas. En este sentido destacó algunas actividades académicas que se pueden desarrollar con este fin como evaluar, generar nuevo conocimiento cualitativo y cuantitativo y hacerlo visible a la propia comunidad universitaria. Asimismo enfatizó la necesidad de que la Udelar trabaje en la construcción de un código de ética, un instrumento que explicita lo aceptable y lo no aceptable dentro del ámbito universitario. Acotó que la creación de esta herramienta es un proceso que es participativo y complejo pero en el que es necesario avanzar.
«Tenemos que poder mirarnos a nosotros mismos, tenemos que generar pensamiento critico hacia la sociedad con respecto a estas temáticas y tenemos que ser conscientes que afrontamos resistencias tanto a la interna como hacia afuera de la comunidad universitaria, que van a acusar a la Universidad en Uruguay, como sucede a escala planetaria con las universidades, de cosas como ideología de género, de ser portadora de valores que desplazan las tradiciones», apuntó Arim.