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Homenaje a Ibero Gutiérrez «lo mejor de la juventud uruguaya»
El 22 de setiembre en el Paraninfo de la Universidad de la República (Udelar), se realizó un homenaje a Ibero Gutiérrez, escritor, artista visual y militante estudiantil uruguayo, asesinado en Uruguay por el Escuadrón de la Muerte el 28 de febrero de 1972 cuando tenía 22 años de edad, durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco.

La ceremonia fue organizada por la Asociación de ex presas y presos políticos del Uruguay (CRYSOL) y apoyada por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) la Udelar, la Junta Departamental de Montevideo, la Biblioteca Nacional del Uruguay y la Fundación Mario Benedetti. El evento contó con la presencia del rector de la Udelar, Rodrigo Arim; el prorrector de Extensión y Relaciones en el Medio, Javier Alonso; el historiador Carlos Demassi, el poeta, crítico literario y profesor uruguayo Luis Bravo; el docente de Filosofía Teórica de FHCE, Ricardo Viscardi y el vicepresidente de CRYSOL y ex preso político, Baldemar Tarocco. En el homenaje se encontraban también Sara y Olga, hermana y viuda respectivamente de Ibero Gutiérrez.
Desmantelar mitos
Arim agradeció a CRYSOL y a quienes tuvieron la iniciativa de realizar este homenaje en el Paraninfo de la Udelar: «Un lugar que ha tenido y tiene la vocación de ser el espacio de encuentro de la sociedad uruguaya en general y en especial en el que defender los derechos humanos y denunciar el terrorismo de Estado durante la dictadura de 1973 en Uruguay y los años previos a esta etapa oscura del país», apuntó. Refiriéndose a Ibero Gutiérrez, el rector señaló que «fue un universitario, un revolucionario convencido de que había que cambiar la sociedad en la que le tocó vivir, fue un artista, un creador en el sentido amplio de la palabra». Asimismo, resaltó que perteneció a «una generación que apostó a la construcción colectiva y a intentar generar un futuro común a partir de visiones de transformación social sostenidas en la solidaridad».
Demassi destacó que el asesinato de Ibero ocurrió en plena democracia y cuestionó la reconstrucción histórica de los que definen al gobierno de la época como una democracia modelo que se vio lesionada por «un grupo de locos que un buendía despertó la ira del Leviatán, como algunos llaman a los terroristas de Estado, lo que desembocó en el período de facto». Señaló que esta perspectiva histórica es errónea. El Uruguay de la época estaba en un proceso de transición «del Estado neo batllista, garantista, a un Estado represor y después a un Estado criminal». «En esa transición los asesinatos de Ibero y Ramos Filipini, la desaparición de Ayala y Castagnetto, se inscriben con toda precisión», añadió. Subrayó que estos episodios muestran que el terrorismo de Estado no esperó al golpe de Estado para comenzar a accionar. La situación del país se deterioraba y la idea de que había que promover un cambio social «dominaba todos los espíritus, era la convicción de todo el mundo, incluso de la derecha», añadió. Entiende que si no fuera así, no se explicaría la brutalidad de la represión que llevó adelante la derecha en aquel momento. «El asesinato de Ibero, la tortura, la prisión, todas esas situaciones son producto del temor a la inminencia de ese cambio social», afirmó.
Recordó que el primer ejemplar de la revista Marcha de 1970 tenía la foto del Che Guevara y un sobre impreso que decía «La década de América Latina». Se suponía que en esa década se iba a producir el cambio, iba a triunfar la revolución, eso era una convicción absoluta. No obstante, señaló que, si bien es cierto que en esa época existe un empuje muy fuerte de grupos activistas, por otro lado, también hay una reacción muy fuerte de los grupos de derecha. «En ese sentido es que se explican hechos como el asesinato de Ibero Gutiérrez», sostuvo.
Militante, gran lector y poeta
Tarocco recordó que Ibero fue un militante estudiantil, detenido en varias ocasiones en el marco de las medidas prontas de seguridad impuestas por el entonces presidente Jorge Pacheco Areco. «Fue un militante sensible, un poeta, innovador y creativo». Contó que fue su compañero de estudios y de militancia en la FEUU cuando ambos cursaban en la Facultad de Humanidades y Ciencias, que funcionaba en el viejo local de la calle Lindolfo Cuestas. No recuerda cuando lo conoció: «cuando me di cuenta transitábamos la misma senda».
Lo define como «parte de los jóvenes insurgentes, con ideas nuevas, rupturista con su época, un gran lector que estaba por encima de la media. Tanto te hablaba de filosofía como de arte, como de los conflictos internacionales, con una gran humildad y brillantez en sus opiniones». Añadió que el último día que lo vio, sabía o intuía que lo seguían, «me quedó su última imagen caminando con su paso cansino, como si nada lo apresurara», expresó. Resaltó que Ibero demostró desde muy joven tener un gran compromiso con los problemas sociales y la situación nacional e internacional de su época, sabía que su vida corría riesgo pero de todos modos decidió continuar la militancia activa.
«Ibero simbolizaba lo mejor de la juventud uruguaya, era poeta, artista, plástico, un verdadero revolucionario comprometido con la lucha por la liberación nacional y el socialismo, con el compromiso con la búsqueda de un mundo mejor, era alto, de complexión fuerte y transmitía paz, humilde, siempre con una palabra de aliento, inspiraba confianza», apuntó. «Combatió el capitalismo y se jugó por los más necesitados, por los marginados y olvidados, soñando con el hombre nuevo», resaltó. «Como decía un compañero, fue el primer poeta tupamaro preso», expresó Tarocco.
Recordó que a fines de 1968 cuando ganó un concurso en radio Habana por su interpretación del discurso de Fidel Castro, Ibero viajó a Cuba, a París y a Madrid. Ese viaje ya fue motivo para que lo persiguieran y fuera detenido varias veces. Recuerda que compartió la celda con Ramos Filipini y en una de sus liberaciones, el 26 de marzo de 1971, Ibero llevaba un mensaje al acto fundacional del Frente Amplio con la consigna: «Arriba los que luchan. Por una patria para todos». Desde 1968 durante la presidencia de Pacheco Areco que gobernaba por decreto, estaban instaladas en Uruguay las medidas prontas de seguridad. Ese año, en un contexto mundial convulsionado por el Mayo Francés y en el ámbito nacional, protestas juveniles, actuación ilegítima del Estado que ejercía la represión a través de organizaciones para policiales, miles de trabajadores militarizados, llevados a prisión, asesinato de militantes como Liber Arce, Susana Pintos y Hugo de los Santos, «se generó un clima de violencia institucional y social, cuyas secuelas se mantienen hasta el día de hoy». Los grupos paramilitares se dedicaban a realizar amenazas, robos, sabotajes, secuestros, torturas, violaciones, asesinatos y atentados, para combatir la disidencia política, fuera de las márgenes de la legalidad.
En este contexto, Ibero fue secuestrado en Montevideo por integrantes de dos de esos grupos parapoliciales de ultraderecha, conocidos como «Escuadrón de la muerte», creado desde la Embajada de Estados Unidos en Montevideo y «Comando caza Tupamaros Óscar Burgueño». Las Fuerzas Conjuntas informaron que el lunes 28 de febrero de 1972 fue hallado un cuerpo debajo de un árbol ubicado a unos 15 metros de la intersección de Camino de las Tropas y Camino Melilla, esta información iba acompañada de un mensaje del «Comando caza Tupamaros Óscar Burgueño», la causa oficial de la muerte de Ibero, expresada en esta notificación, era anemia aguda. Pero Ibero presentaba 13 impactos de bala provenientes de distintas armas, indicó Tarocco quien recuerda que medios de prensa de la época como el diario Acción -dirigido por Jorge Batlle y Julio María Sanguinetti- titulaba la noticia como «Sedicioso apareció acribillado», «haciendo énfasis en el supuesto delito de Ibero y no en el de sus asesinos, no habla del estudiante poeta ni del artista», expresó. «La memoria, el recuerdo del pasado, es volver a pasar por el corazón toda la historia para que no se olvide, yo no odio pero reclamo y lucho por memoria, verdad y justicia», concluyó Tarocco.
Importancia de la memoria
Viscardi recordó que poco después del asesinato de Ibero, el periodista de Marcha, Hugo Alfaro lo invitó a visitarlo a su apartamento por recomendación del padre de Ibero, para hablar con un joven de su edad que lo había conocido. Viscardi, que por ese entonces tenía 23 años, le señaló que quería que se mantuviera vivo el recuerdo de su amigo. «Siempre incluso en los momentos más trágicos, he recordado a Ibero con una alegría inmensa y esa alegría provenía del humor fantasioso y festivo de nuestras conversaciones», expresó. En este sentido, afirmó que ese recuerdo también se basa en el sentimiento actual hacia su amigo y su familia, con quien lo rememora. «La memoria se nutre ante todo de acontecimientos relevantes o como lo distingue Ibero en su poema Impronta, de huellas imprevistas», apuntó. Entiende que podría decirse que al crimen que desembocó en su asesinato se sumó un efecto imprevisto al descubrirse su obra, tanto sus poemas como sus trabajos visuales. «Quizás la memoria de Ibero se sostiene en lo que nos revela de nosotros mismos y su propia significación creativa» manifestó. Considera que la principal falencia política en nuestro contexto es de índole ética y se refleja en que asesinatos y desapariciones, como el de Ibero Gutiérrez, no se han esclarecido. Entiende que esta falta de ética condiciona muchas otras falencias en distintos planos de la comunidad. Acotó que de todas formas, esta falta de ética de la comunidad no ha impedido que la figura de Gutiérrez crezca y que sea recordado a través de su arte.
Reflexionó que quizás «esa confianza en la libertad que tanto respira en la creación de Ibero, nos anime por sobre las falacias que hoy cunden en el plano de la memoria, a colocar bajo recaudo crítico toda cristalización institucional y en esa medida, a asumir que nada podemos esperar si no es de nosotros mismos».
El filósofo-poeta
Bravo afirmó que la obra de Gutiérrez fue realizada desde el lugar de la confrontación y se trata de «una obra escrita de manera silenciosa sin haber publicado un solo texto en vida y sin que quienes le conocieron supieran que estaban ante un extraordinario poeta». «Es una escritura desafiante que abre líneas de pensamiento, estéticas y temáticas que inmersas en su tiempo fueron adelantadas a su contexto intelectual e interpelan a sus lectores hasta el presente», agregó. En esta línea, señaló que su escritura fue rescatada desde su condición de inédita y se fue revelando de a tramos descubriendo así la personalidad de Ibero. Además, Bravo lo describió como un hombre introvertido y reflexivo y a su obra como «multigenérica y prolífica escrita en tan sólo siete años entre sus 15 y 22 años de edad» y en una época de creciente violencia social del país. Bravo explicó que Ibero «asimiló el pensamiento molecular y complejo de finales de los 60 con una resonancia en clave Latinoamericana y uruguaya». Además, describió que «su escritura inicia cronológicamente con dos diarios íntimos de su adolescencia que muestran la forja de su personalidad como artista e intelectual».
Entiende que es mérito propio de su obra, que la voz poética de Ibero tenga hoy una presencia en la memoria cultural y de la sociedad. Recordó que Gutiérrez integró «la generación contestataria y disidente en la que el arte y la acción confluyen de manera indisoluble y que su rebeldía pagó con el genocidio de millares de jóvenes y desaparecidos en todo el continente». Describió a su escritura como híbrida, intertextual con películas y cancioneros populares e intercalada de dibujos que se sirve de repertorios culturales como el arte pop, la música beat, el sketch televisivo y los grafitis, superando lo convencional en cada género que aborda y también a lo predecible así como al modelo convencional de su época. En este sentido, Ibero concibe la revolución como una vía de evolución de los sujetos en la que intelecto y sensibilidad, pensamiento e irracionalidad, conciencia e inconsciente, imaginación y praxis se retroalimentan, subrayó. Es por eso que aseguró que «Ibero Gutiérrez es la voz poética del 68 uruguayo». Sobre el conformismo, la represión y la violencia legitimada en una sociedad enajenada de 1968, Ibero adelantó que «solo la poesía será capaz de poner de manifiesto la muerte envasada», citó Bravo.
Recordó que Ibero fue retenido sin garantías individuales en agosto de 1970 junto con cientos militares estudiantiles y durante esa detención se propuso resistir la opresión carcelaria a través de la escritura y los dibujos y así creó la obra Requeche donde expresó que «la imaginación no debe tener limitación alguna, eso es el arte desbocado, subversivo, enemigo de su tiempo, mirando más lejos aún». Por último, Bravo le agradeció a Ibero Gutierrez, a quien describió como «un maestro, siempre joven, de cuya poesía se aprenden los múltiples caminos de la liberación».
Por último, Alonso se refirió a Ibero como una persona «curiosa por lo que ocurría» y «muy generosa». Además, como artista hizo referencia al reflejo de de su rebeldía y su valentía, como lo eran los jóvenes de la época, y esa rebeldía la manifestó a través de su obra, «ese es su legado», subrayó.
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