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Enseñanza, investigación y extensión: la visión de Arim sobre la Universidad posible en el próximo período
En el inicio de su segundo mandato, el rector Rodrigo Arim dialogó con el Portal de la Udelar y ofreció una perspectiva sobre las transformaciones más relevantes que pueden ocurrir en la Universidad de la República (Udelar) en los próximos años. Esta es la primera parte de esa entrevista, donde entre otros temas que le entusiasman y preocupan se refirió al apoyo integral para los estudiantes al ingreso, la creación de institutos centrales y de programas plataforma de extensión.

-¿Qué perspectivas hay en la Udelar respecto a la combinación de modalidades de enseñanza presencial y virtual?
Venimos de dos años complejos y vamos hacia una década donde la Universidad estará recibiendo generaciones de estudiantes que transitaron parte de su formación bajo la pandemia por Covid 19. Tenemos la sensación de que estamos saliendo del Covid y en realidad salimos del momento más crítico desde el punto de vista de la salud pero ahora tenemos que administrar, gestionar y sobre todo pensar en políticas para ver cómo trabajamos con un universo de estudiantes que tiene parte de su trayectoria muy marcada por esta realidad.
La Udelar aceleró algunos procesos que venía encauzando antes de la pandemia dado que ya existían las plataformas digitales y el EVA como una herramienta importante que complementa la formación. Hoy venimos de una situación donde 100.000 estudiantes y 10.000 docentes estuvieron casi por dos años sosteniendo una enseñanza en contextos de virtualidad, que demostró potencialidades pero también limitaciones. Por eso mi punto es que no tenemos que abandonar las herramientas que aprendimos sino complementarlas con la vuelta a la presencialidad en aspectos que son imprescindibles para la formación y para la construcción comunitaria. También para darle sostén al funcionamiento de nuestros órganos de conducción que son cogobernados porque la Udelar vive de su participación.
Además, en cualquier profesión o área de formación en la Universidad el encuentro con los otros, la posibilidad de discutir, de conocer estudiantes que provienen de contextos e historias distintas es enriquecedor de por sí, pero además nos obliga a desarrollar la herramienta de la argumentación reflexiva que es vital en todas las áreas del conocimiento.
El tema no es volver al aula como si no hubiese pasado nada, sino pensar estrategias de formación que combinen las modalidades de manera que por un lado, la virtualidad nos ayude en la democratización de la educación terciaria superior y en la permanencia, y a la vez la presencialidad nos garantice estándares de calidad adecuados y nos asegure los espacios donde la virtualidad no tiene buenos sustitutos, donde el conocimiento no está codificado. Es necesario reflexionar al respecto, no tenemos respuestas absolutas ni evaluadas aún, ni tampoco van a ser uniformes desde el punto de vista de las facultades.
-En el documento Apuntes para una agenda 2022-2026 usted plantea la necesidad de contar con un programa integral de acompañamiento al inicio de la formación universitaria, ¿qué implica este programa?
Esta es una expresión de ciencia ficción, porque es pensar que no tenemos una restricción presupuestal y que podemos desarrollar otros instrumentos de política con recursos suficientes.
La Udelar ha hecho un enorme esfuerzo para diversificar los mecanismos de acompañamiento y apoyo a los estudiantes porque la población estudiantil se torna cada vez más heterogénea, y esa heterogeneidad requiere de instrumentos distintos que reconozcan puntos de inicio diferentes y nos permitan converger hacia niveles de formación comparables, independientemente de las historia previas de los estudiantes que vienen a la Udelar. Tenemos el Programa de Respaldo al Aprendizaje y las Tutorías entre Pares, hemos desarrollado mecanismos de apoyo psicológico en el marco de la pandemia, tenemos el sistema de becas de Bienestar Universitario, hemos hecho un enorme esfuerzo de rediseño curricular para que los estudiantes puedan permanecer en la institución quebrando las lógicas tubulares y que circulen, que si un estudiante se da cuenta de que su vocación no es en la Facultad donde ingresó, tenga la posibilidad de circular con sus créditos sin demasiadas dificultades.
Mi impresión es que nos falta un paso más que le dé coherencia bajo un mismo paraguas a aquellos programas que focalizan en primer año. La transición más complicada es la que se da desde Secundaria hacia la vida universitaria, independientemente si los estudiantes ingresan desde la UTU, vienen de la educación pública o privada, de Montevideo o el interior, porque ese tránsito es traumático para muchos dado que implica reconocer un nivel de autonomía al que no están acostumbrados.
-También plantea la posibilidad de implementar en Montevideo Ciclos Iniciales Optativos (CIO) como los que funcionan en el interior, ¿qué fundamenta esta idea?
Estoy convencido de algunas cosas: que los CIO son una buena idea, que no siempre se implementaron bien en el interior, que tienen problemas en su instrumentación, y también que no es razonable que en Montevideo el ingreso a la Udelar sea por 130 carreras de grado.
Creo que la Udelar debe pensar en instrumentos distintos de ingreso mucho menos dispersos en el mapa de opciones y que simultáneamente sirvan para orientar. Esto se relaciona con lo que decía antes, respecto a tener un programa de ingreso a la vida universitaria que facilite el acceso y que no presione a los estudiantes sobre decisiones demasiado tempranas. Esto no quiere decir alargar las carreras de grado, porque una tentación es agregar un año inicial, un año cero.
-¿Qué importancia tiene para el desarrollo de la investigación en la Udelar la oferta de doctorados y posdoctorados? ¿Qué posibilidades hay de fortalecer estos posgrados con los recursos que tiene la Udelar actualmente?
La mala noticia es que tenemos que ser conscientes de que tuvimos posdoctorados y los perdimos. Tuvimos una primera experiencia de posdoctorados en la que con fondos contingentes hicimos un llamado exitoso, vinieron muchos uruguayos, uruguayas y extranjeros a partir de ese llamado pero no lo pudimos sostener en el tiempo porque las restricciones presupuestales nos obligaron a usar esos recursos en otros instrumentos.
En cantidad de ofertas en Uruguay estamos muy lejos de los niveles que se observan ya no en el mundo sino en la región, en Chile y Argentina, por ejemplo. Es evidente que la Udelar tiene que fortalecer la oferta de doctorados y volver a tener posdoctorados que constituyen el ingreso al ejercicio profesional de la investigación. Para esto se requieren algunos recursos adicionales.
Además, se pueden combinar otras políticas, como la posibilidad de que nuestros egresados, egresadas y docentes realicen estos posgrados fuera del país, incluso con una estructura sándwich en acuerdos con otras universidades, y se vinculen con otros cuerpos académicos. Esta es una experiencia valiosa que nos permite densificar las redes académicas, algo que para Uruguay es absolutamente clave.
-Durante el rectorado anterior se inició una discusión sobre la creación de institutos centrales. ¿Cuál es el alcance de esta propuesta? ¿Hasta qué punto avanzó esta discusión?
Logramos algo muy importante, que es un acuerdo político en contexto de restricción presupuestal. Apostamos a rediseñar fondos de contingencia que teníamos asignados para fortalecer programas que no tuvieron ningún incremento presupuestal y planteamos reservar 90 millones de pesos para comenzar a diseñar institutos centrales de investigación ¿Por qué esto es un logro político? Porque es muy difícil discutir esto cuando la restricción presupuestal está golpeando a las puertas de cada facultad. Sin embargo esta idea tuvo el apoyo unánime del Consejo Directivo Central (CDC) y empezamos a trabajar en las bases de un llamado. Veo entusiasmo con la idea en muchos actores universitarios diversos y eso es buena cosa porque implica quebrar ciertas lógicas federativas propias de nuestra institución. Mi posición personal es que el llamado que estamos preparando tiene que ser evaluado internacionalmente y no en el plano local, porque Uruguay es pequeño, somos muy pocos y la Universidad es muy grande.
De estos institutos centrales quizás financiemos tres o cuatro. En el diseño del llamado apuntamos a hacer converger investigadores de distintos servicios con una base presupuestal permanente -y esta es la diferencia central con los llamados de CSIC o del Espacio Interdisciplinario-, para desarrollar investigación en la frontera.
Estoy convencido de que Uruguay no debe recorrer el camino de la estratificación del sistema de educación superior. Esto pasó en Chile, pasa en Brasil y de manera distinta en Argentina: es la lógica donde hay universidades de punta que investigan y otras cuya función se centra en la enseñanza donde claramente los estudiantes tienen mucho menos contacto con la investigación y por tanto tienen estándares de calidad y de reconocimiento público distintos, luego en ámbitos sociales, laborales y económicos. La Udelar puede colaborar para que no se estratifique el sistema haciendo convivir las lógicas de la democratización y el acceso a la enseñanza superior con instrumentos que consoliden a quienes están en condiciones de investigar en la frontera del conocimiento. Tenemos que lograr atender con nuestra políticas a ambos públicos en general.
Creo que esta es la principal tensión política que tiene la Universidad de la República, si bien otros actores piensan que se ubica entre diferentes funciones o grupos disciplinares. Esta tensión para ser una universidad que sostenga ambas lógicas, que no viven otras instituciones en el mundo, no es sencilla. La propuesta sobre institutos centrales va al encuentro de este componente y también de otros como el rediseño de los CIO y otros dispositivos para mejorar el acceso a la educación superior.
La Udelar puede colaborar para que no se estratifique el sistema haciendo convivir las lógicas de la democratización y el acceso a la enseñanza superior con instrumentos que consoliden a quienes están en condiciones de investigar en la frontera del conocimiento (…) Creo que esta es la principal tensión política que tiene la Universidad de la República.
-¿De qué formas se puede desarrollar la extensión y el relacionamiento con el medio en la Udelar?
La extensión ha sido una función clave en la Udelar en todo su recorrido en el siglo XX bajo funcionamiento democrático. Pero es importante tener en cuenta cuál es y cuál no es el rol de la extensión. No puede ser una herramienta para sustituir lo que las políticas públicas no hacen desde otros ámbitos. No creo en definiciones uniformes, unívocas o doctrinarias de la extensión, creo que es un vínculo donde la Universidad apuesta al aporte de soluciones a temas que hacen al bienestar colectivo, en particular de sectores que tienen más dificultades para acceder a todas las ramas del conocimiento. Porque hay sectores de la sociedad que están en condiciones de hacer un convenio con la Universidad pero hay otros que pueden tener dificultades hasta para formular un problema de tal manera que sea objeto de investigación o para finalmente buscar una solución. La extensión juega un rol clave en esta área y creo que en la Universidad es un tema que hemos discutido mal en los últimos 20 años.
Además, es una función que tiene que desarrollarse en lógicas de vínculos permanentes y no instrumentales. Entiendo que no es extensión hacer una práctica de tres o cuatro meses en ciertos espacios sociales y que después la Universidad se retire. Por eso creo en los programas plataforma como elementos constitutivos.
Hoy tenemos programas plataforma que tienen una dimensión territorial como el Apex y el PIM; podemos pensar otros, por ejemplo en Casavalle donde la Universidad está desarrollando muchos proyectos y acciones. Pero hay que pensar también en otra dimensión, que es la de atender poblaciones que no se definen con un corte territorial. Como ejemplos, entiendo que hay dos poblaciones clave como las personas migrantes y las personas privadas de libertad.
Es importante tener en cuenta cuál es y cuál no es el rol de la extensión. No puede ser una herramienta para sustituir lo que las políticas públicas no hacen desde otros ámbitos.
Con respecto a los migrantes, la Udelar ha realizado muchos esfuerzos pero también ha cometido errores en la forma de encarar el vínculo con esta población. Sería importante contar con un programa plataforma centrado en este problema social que muchos universitarios ya están investigando, sobre personas que a la vez ingresan a la Udelar, y así construir un espacio de generación de conocimiento y de extensión con estos actores mucho más fermental y permanente en el tiempo.
En cuanto a las personas en privación de libertad, entre las que la Universidad tiene más de 100 estudiantes, al país le falta conocer mucho. ¿Cuánto sabemos sobre cómo esta situación afecta a los niños y niñas que viven en un hogar donde hay un adulto privado de libertad? Nada o muy poquito. ¿Cuánto sabemos sobre cómo se dan los procesos de reinserción en la sociedad una vez que la persona sale de una privación de libertad y vuelve o no a su entorno familiar o barrial? Creo que hay un debe de la Universidad, por supuesto hay investigadores que han avanzado áreas puntuales, pero me pregunto si no podemos tener un programa central donde combinemos la vocación universitaria de enseñar en estos contextos con la capacidad de articular programas de investigación de largo plazo que aporten conocimiento y a la vez sirvan para construir políticas.
Por supuesto, en ambos casos tenemos que ser capaces de construir alianzas para poder insertarnos en esas órbitas sociales. Tenemos que poder brindar información reflexiva a la comunidad, aportar conocimientos, no desde una torre de marfil sino siendo parte de la sociedad, sobre aspectos que quizás en las interacciones cotidianas político-institucionales se pueden perder.