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Las transformaciones en el mundo laboral y los espacios virtuales en la Udelar
El miércoles 30 de noviembre, se realizó el XVII Foro de Seguridad y la Salud en el Trabajo organizado por la Comisión Permanente de Procesos y Condiciones de Estudio, Trabajo y Medio Ambiente Laboral de la Universidad de la República (PCET-MALUR) donde se abordó las transformaciones en el mundo laboral, las tensiones y desafíos de la virtualidad como espacio de relacionamiento de trabajo y estudio y la agenda de género universitaria post pandemia.

Desde la Comisión PCET-MALUR se explicó que se han realizado reuniones con los integrantes de las comisiones de cada servicio. El tema que presentó más inquietudes fue el impacto de las transformaciones del mundo del trabajo, por eso se eligió para abordar en el XVII Foro de Seguridad y la Salud en el Trabajo.
Lucha de clases y lucha de lugares
Ana María Araújo, integrante de la Red del Mundo del Trabajo se refirió a las transformaciones macro en el mundo laboral y sostuvo que «estamos pasando de un capitalismo industrial a un capitalismo financiero: un tecnocapitalismo donde lo virtual y las tecnologías están pautando la vida de los trabajadores y trabajadoras». Entiende que el trabajo se ha convertido en «la columna vertebral de todos nosotros» y que es importante que los académicos tomen contacto con los movimientos sociales a través de «la escucha empática» sobre estos temas, así como trabajar junto a un pensamiento crítico. Afirmó que estamos viviendo un momento pautado por la aceleración del tiempo y las innovaciones tecnológicas y este universo nuevo genera nuevas patologías psicológicas y físicas. Los dispositivos tecnológicos «se han convertido en una prótesis de nuestros cuerpos afectando el vínculo con el otro», indicó.
En este contexto, es un desafío crear nuevos paradigmas con los movimientos sociales y la academia, lograr sindicalizarse y encontrar nuevas formas de resistencia para «articular este mundo de lucha de clases con este mundo de lucha de lugares», explicó, dado que una característica del neoliberalismo actual es la competencia feroz entre los trabajadores. «Vivimos en un individualismo que genera competencias y tensiones y por tanto, se necesitan nuevas formas de sindicalización y resistencia», señaló, y la globalización real y simbólica hace que seamos sujetos hipercontrolados por la tecnología, situación que definió como «un cyber panóptico», teniendo como referencia a Michael Foucault.
Ese hipercontrol es en aras de una «productividad aceleradísima» hace que estemos continuamente en tensión y esta se nutre por una tensión con el otro que se vuelve un competidor, lo que a la vez genera aislamiento y ansiedad, sostuvo. Este efecto, algo nuevo en este universo laboral, nos ha hecho enfrentarnos a nosotros mismos y es importante combatirlo para generar redes sociales y redes de resistencia, reflexionó. Además, entiende que como universitarios y como trabajadores debemos reflexionar sobre el tema y no ser ingenuos a estos cambios. Es necesario entender cómo las tecnologías son capaces de introducirnos en este universo y a la vez tratar de humanizarlo, puntualizó. En este sentido, se preguntó: ¿Cuál es la respuesta a esto? y afirmó que justamente es lo que le angustia y le preocupa.
También señaló que uno de los temas centrales en el mundo del trabajo es el no tener tiempo: «no tener tiempo para reflexionar sobre nuestra propia actividad laboral y no tener tiempo para encontrarnos con el otro en todo lo que el otro está sufriendo». Puso como ejemplo el acoso laboral, un concepto que refiere al sufrimiento del otro; no obstante desde este mundo tecnologizado podemos acercarnos a deconstruir ese acoso laboral a través de la lucha contra el individualismo, «eso lleva tiempo», puntualizó. Asimismo, el pensamiento crítico necesita tener tiempo, aseguró. «Esa disincronía genera que no tomemos tiempo para pensar», agregó, y esto también es un problema de la academia, que no toma suficientes espacios en los dispositivos académicos para reflexionar sobre el conocimiento crítico y solidario debido a la necesidad de ser productivos. Es por eso que en el mundo del trabajo es necesario generar nuevos paradigmas y tener tiempo para encontrarnos con el otro, puntualizó.
Afirmó que «el individualismo estuvo exacerbado por la pandemia, por el miedo al otro y por miedo a la muerte». En el mundo del trabajo también generó aislamiento y ruptura de lo grupal, expresó, y no hemos podido deconstruir aún lo que esto significó.
«Estamos inmersos en un hiper-narcisismo y esto no genera vínculos sino rupturas, división, ansiedad y angustia», provoca repercusiones psicosociales que nos aíslan y dan lugar a un psiquismo distinto al que vivimos en el siglo XIX y XX, añadió. Por último, se preguntó: ¿Cómo vivir y luchar contra este individualismo y la incertidumbre? Es necesario hacerlo «colectivamente», afirmó y por eso considera que estos espacios, como el de este Foro, son de resistencia y son necesarios para pensar juntos: «Hay que apostar a la voluntad y la esperanza», concluyó.
Ausencia de fronteras entre lo público y lo privado
Por su parte, Facundo Silva, integrante de la Unidad Central de Violencia, Acoso y Discriminación de la Udelar se refirió a las tensiones y desafíos de la virtualidad como espacio de relacionamiento de trabajo y estudio de la comunidad universitaria. Señaló que en la Unidad, recientemente, han visto un aumento de situaciones que llegan a través de consultas o denuncias en relación a situaciones de conflictos o violencia que ocurren en el espacio virtual. Entiende que «es importante pensar que este espacio virtual se ha transformado también en un espacio institucional para la Universidad» porque allí ocurren intercambios entre trabajadores y estudiantes, comienzan a convivir las nuevas tecnologías con el mundo del trabajo y del estudio y por eso es necesario reflexionar al respecto.
Además, estas herramientas tecnológicas generaron aún más demanda porque las comunicaciones institucionales se están realizando por estas vías y demandan inmediatez en las respuestas, asimismo, se produce una lejanía con el interlocutor y eso lleva muchas veces a subestimar lo que ocurre en este espacio virtual, indicó. «Se borran las fronteras entre lo público y lo privado: en el trabajo estamos conectados con nuestros amigos y familia y en nuestros hogares conectados con el trabajo», sostuvo. Por otra parte, el uso de estas herramientas virtuales requieren un saber usar estas herramientas; no todos saben cómo utilizarlas y esto produce una limitación en el relacionamiento y reproduce una desigualdad, aseguró.
Se refirió también a la violencia que se genera a través de las redes sociales porque se envían imágenes no consensuadas, se publica información sin consentimiento a través de las redes: «en la virtualidad se generan nuevos tipos de violencia que en la presencialidad no ocurren», opinó. Asimismo, el espacio virtual genera incertidumbre porque no se sabe hasta dónde está llegando el mensaje ni a cuántas personas llega. En este sentido, planteó para reflexionar algunas preguntas como: ¿Debemos considerar el espacio virtual como un espacio universitario?, ¿lo consideramos?, ¿lo consideramos lo suficiente?, ¿habrá que entregar guías, pautas o códigos de ética para este uso?, ¿habría que pensar en la desigualdad que se produce con el uso de estas nuevas tecnologías y generar espacios de formación?. Entiende que para ciertas poblaciones se naturaliza como normal el uso de las plataformas y para otras es necesario reunirse presencialmente y esto incrementa las desigualdades. Por último, recordó que la Udelar es una de las pocas instituciones públicas que aún no ha regulado el trabajo remoto y a modo de reflexión cuestionó ¿se debería regular?
Mirada de género e interseccional en las políticas
Por último, Victoria Espasandín, integrante de la Comisión Abierta de Equidad y Género de la Udelar se refirió a la agenda de género universitaria post pandemia y aseguró que la emergencia sanitaria actuó como un acelerador de tendencias que se venían dando en años anteriores. Los cambios tecnológicos traen nuevas formas de comunicación y comportamiento humano y por eso, las instituciones están desbordadas por nuevas prácticas sociales que traen nuevos temas e inciden en nuevos problemas: «la responsabilidad es de la propia universidad de transformarse». Agregó que en este último periodo se ha generado una agenda de género global y un movimiento feminista pruralizado. y en esta realidad las tecnologías operan como un lugar de encuentro para una agenda de género en torno a la igualdad y desarrollo de estrategias específicas. De todas formas, cada servicio de la Universidad pondrá en práctica soluciones y formas de actuar diferentes, mencionó.
En esta línea, «la pandemia logra politizar algunos temas que salen del ámbito doméstico al ámbito público, pasan a ser un ámbito de política pública y se visibilizan, como los cuidados y la necesidad de la distribución de la tarea», puntualizó. Citó como ejemplo, la encuesta realizada por la Udelar durante el primer semestre de la pandemia que reflejó que el 16% de los y las estudiantes realizaban tareas de cuidados de terceras personas -sean niños o mayores-, por tanto, hay un incremento de estas responsabilidades y un 57% de los estudiantes manifestaron dificultades para compatibilizar las responsabilidades de cuidado y el estudio. Mientras que los y las docentes declararon que tuvieron una sobrecarga de la enseñanza virtual y un 40% de éstos manifestaron que realizan tareas de cuidado y presentan dificultades para compatibilizar esas dos responsabilidades, apuntó. «Se da una ruptura de la tradicional vida pública y privada», afirmó. Entiende que esa ruptura genera un espacio nuevo que aún no tiene nombre porque el hogar pasa a ser el espacio institucional. Además, esta ruptura también se da post covid porque en los centros de cuidado que funcionan en las instituciones, también se genera esa configuración de ambos espacios público y privado, señaló. Entonces, ¿cómo se reconfigura el mundo laboral en este sentido?, se preguntó. Considera que se ha generado un cambio de modelo de la tradicional visión de la división sexual del trabajo y que las mujeres han salido al mercado laboral, pero no sucede lo mismo con los varones en los temas de cuidados. Por eso, ahora se ha establecido un nuevo pacto social al interior de los hogares y también en la propia institución porque los cuidados pasan a ser un problema público, apuntó.
Mencionó algunas acciones que comenzó a realizar la Universidad para promover la igualdad de género como la Política institucional sobre acoso, violencia y discriminación, así como la creación de una Comisión Central sobre Cuidados y la puesta en práctica de los espacios de cuidado y recreación en varios servicios. También varios servicios han avanzado en el compromiso con el Modelo de Calidad con Equidad de Género, el trabajo de la Comisión Abierta de Equidad de Género, la Red Temática de Género, el Centro de Estudios Interdisciplinarios Feministas, entre otras acciones. De todas formas, señaló la importancia de seguir trabajando hacia la igualdad de género en la Universidad y que toda la comunidad universitaria se implique. En esta línea, remarcó que es necesario incorporar una perspectiva de género y un enfoque interseccional en las políticas, programas y acciones de gestión, enseñanza, investigación y extensión, considerando la diversidad de personas que habitamos la Universidad. Afirmó que las personas estamos permeadas por múltiples identidades, que condicionan los mecanismos de opresión a los que podemos estar expuestas; por eso entiende necesaria esa mirada interseccional que ponga en el centro estas cuestiones que necesitan soluciones específicas.