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Entrevista a Alicia Lusiardo: «acceder a la verdad y no caer en los mismos ciclos»
En el marco del reciente hallazgo de restos en el Batallón 14, el Portal de la Udelar vuelve a compartir la entrevista que realizó en mayo de 2023 a la Antropóloga forense Alicia Lusiardo, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Universidad de la República (Udelar) y coordinadora del Equipo Antropología Forense del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDDHH).

El Equipo Antropología Forense del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) está integrado por los investigadores Ximena Salvo, Gustavo Casanova, Natalia Azziz, Matías López, Rodrigo Bongiovanni, Florencia Díaz, Celeste Martínez, Mikaela Mallo, Leonardo Ovando, Victoria Riveiro y Alicia Lusiardo.
Un largo camino
Lusiardo explicó que el trabajo de los antropólogos forenses vinculado a la búsqueda de detenidos desaparecidos en Uruguay comenzó a mediados de 2005 cuando se ingresa por primera vez a un predio militar con una estrategia de búsqueda concreta. Previo a ese momento se habían realizado distintas aproximaciones o propuestas, incluso existían diferentes ideas acerca de qué profesionales deberían estar involucrados en esta tarea, no quedaba muy claro si la debía realizar el Instituto técnico forense, si esta institución tenía un equipo para llevar adelante este tipo de intervención, si los profesionales involucrados debían ser médicos, antropólogos o geólogos. Finalmente el equipo quedó conformado por arqueólogos de FHCE que se hicieron cargo de estas tareas y ha funcionado de manera casi ininterrumpida durante 17 años.
El equipo ha ido cambiando su conformación, su dependencia, ya no es un equipo anclado en la Udelar pero sus integrantes son todos egresados de esa casa de estudios. Otro cambio que se ha producido en estos años se vincula con quién tiene ante la ley la responsabilidad de la búsqueda de estos restos, en la actualidad es la Institución Nacional de Derechos Humanos.
Acceso a la información
Lusiardo señaló que la información acerca de los lugares donde pueden estar enterrados restos de detenidos desaparecidos siempre ha sido muy heterogénea, desde la forma en que los datos llegan al equipo hasta el origen de los mismos. En cuanto a la forma en la que llega la información, esta es muy diversa. En un inicio, antes de que el equipo comenzara a trabajar ya habían muchas organizaciones no gubernamentales y grupos que estaban investigando sobre las desapariciones de manera que hubo una acumulación muy importante de información que el equipo de antropología forense recibió proveniente del Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos y otros grupos, acerca de posibles lugares de enterramiento de detenidos desaparecidos. Hubo entonces un acopio de información previo a la conformación del equipo.
Posteriormente, a los distintos canales que la gente identificaba como los oficiales también fue llegando algún tipo de información, principalmente a la oficina de gobierno que era la que estaba encabezando la búsqueda en algún momento, a la secretaría de seguimiento de la Comisión para la Paz, al grupo de trabajo por Verdad y Justicia y actualmente la INDDHH. El grupo de trabajo Verdad y Justicia tenía un equipo conformado internamente por los propios integrantes junto a algunos antropólogos e historiadores que estaban encargados de investigar junto con el Archivo que digitalizaba documentos del FUSNA. Asimismo llega información a la Justicia a través de la fiscalía especializada, que es un lugar que también se identifica como espacio oficial para volcarla y al equipo de antropología forense, al que le han hecho llegar información a través de sus redes sociales, en el marco de la FHCE y de un 0800 que se brindaba en el marco de una campaña de Familiares.
Puede tratarse de información anónima que puede ser desde un dibujo, una foto, un relato escrito u oral a través de otra persona que hace de intermediario, entrevistas formales, información de archivos militares, archivos de cementerios, todo este material se utiliza para ir nutriendo la investigación. Un hito muy importante fue el pedido del presidente Tabaré Vázquez a las Fuerzas Armadas en 2005 de que proporcionaran información oficial sobre el destino de los detenidos desaparecidos, esa es también información que se ha utilizado y se utiliza al igual que toda la recabada en el marco de la Comisión para la Paz.
«La manera en la que llega la información y el tipo, es múltiple, el tipo de información varía», concluyó. Resaltó que lo que no obstante no ha cambiado mucho es la esencia de la información, que sigue siendo muy imprecisa, en relación a señalar el lugar concreto de ocultamiento de los cuerpos, independiente de cuál sea la fuente y la modalidad de la información (anónima, personal, generada por un equipo de investigación, o si llega a través de un tercero). «Es un cúmulo muy importante en términos de volúmen pero con esa peculiaridad, la de la imprecisión y en algunos casos falta a la verdad», subrayó. Señaló que un ejemplo de esto es la información de la Comisión para la Paz y del Informe de las Fuerzas Armadas al Presidente de la República que señalaban que los restos de Eduardo Bleier Horovitz habían sido enterrados en un predio militar (Batallón 14 de Toledo), para posteriormente ser desenterrados, quemados y tirado al Río de la Plata y el equipo de antropólogos posteriormente lo encontró enterrado en el predio del ex Batallón Nº13 de Montevideo. «Esa historia se repite en casi todos los casos (Fernando Miranda, Ricardo Blanco, Julio Castro), lo que nos da la constatación de que hay una mentira en esta información», afirmó.
Otros factores que pueden afectar la información son los procesos de memoria que juegan un papel en que las personas recuerden un acontecimiento y el cambio en el paisaje del lugar, los años que han pasado desde los eventos que se investigan complican esa recepción de información. Muchas veces cuando un testigo ingresa a un predio militar a hacer un señalamiento, manifiesta estar confundido ya que hay cambios en el paisaje que no reconoce, lo que también puede estar generando una complicación.
Particularidades de Uruguay
Lusiardo explicó que en Uruguay, por la información con la que cuenta hoy el equipo, el ocultamiento de los cuerpos parece haber tenido lugar mayoritariamente en predios militares. Esto hace que haya muchos menos testigos del lugar de enterramiento en relación a los que puede haber en otros países en los que civiles pueden dar una información valiosa. «En el caso de Uruguay la información tiene que venir de adentro», subrayó.
Otra particularidad de Uruguay es que el número de personas que se están buscando es pequeño en relación al tamaño de los predios militares. «Eso hace que la búsqueda sea complicada porque no habría todavía evidencia de enterramientos múltiples sino que estamos en la búsqueda de fosas individuales en predios militares muy grandes», apuntó. Añadió que incluso usando técnicas como pueden ser analizar fotografías aéreas para identificar cambios en el paisaje, en el caso de Uruguay es difícil ver cambios que tienen que ver con una anomalía de tamaño tan reducido, de dos metros por un metro por ejemplo, muy distinto a fotografías aéreas de fosas comunes como se ven en otros contextos del mundo.
Lusiardo señaló que a diferencia de lo que sucede en Uruguay, en otros países de la región y del mundo normalmente la problemática en el área de la disciplina tiene que ver con la identificación de los restos y hoy existen muchos cuerpos sin identificar. En el caso de Uruguay, este no es el desafío, no hay cuerpos que se hayan encontrado que no se hayan podido identificar, el problema para el equipo de antropólogos uruguayos es encontrar los restos que faltan. En ese sentido han tenido que adoptar distintos enfoques a los de sus colegas de Latinoamérica y desarrollar distintas estrategias para resolver este problema. «Si nuestro problema es la búsqueda, si la información es mala, imprecisa, incluso a veces desviando la investigación, lo único que queda por hacer en algunos casos es ser exhaustivo y sistemático en la excavación», enfatizó Lusiardo.
Por tanto el objetivo del equipo es hacer excavaciones que no dejen espacios entre trincheras (unidad de excavación) y ser sistemáticos en el registro. En ese sentido el nivel de registro, de georreferenciación de las excavaciones en Uruguay es muy poco frecuente pero muy necesario porque el escenario en Uruguay es que un cuerpo puede estar enterrado a metros de otro. Esto fue lo que sucedió por ejemplo en el caso de los dos cuerpos encontrados en el Batallón 13 y la misma situación se dio en el Batallón 14. «Si dejamos espacios sin excavar podemos estar dejando un cuerpo sin encontrar, como sucedió con Eduardo Bleier cuyos restos no fueron descubiertos hasta el año 2019 cuando los de Fernando Miranda aparecieron muchos años antes y estaban a metros de distancia», destacó.
«Lo que hemos aprendido con el tiempo es que en el escenario uruguayo y con la información que tenemos lo que rinde frutos aunque sea lento y para la familia se demore mucho obviamente, es excavar metro a metro para estar seguros de que estamos cubriendo todo el terreno señalado», subrayó. En el caso de haber procedido así en un terreno señalado por muchos testimonios como lugar de enterramiento, aunque de manera muy imprecisa y que no se encuentre ningún cuerpo enterrado, los investigadores apuntan a repensar el contexto represivo en el que sucedieron los hechos. Evalúan nuevamente qué fue lo que sucedió con la información que recibieron, si faltaba a la verdad, qué pasó con las personas que estuvieron en un centro de detención y no están enterradas en ese lugar y que quizás terminaron en otro sitio como destino final.
Hallazgos y tareas actuales
Lusiardo recordó que en 1973, antes de que se iniciara el trabajo del equipo de antropólogos forenses, apareció un cuerpo flotando en la represa de Rincón del Bonete, que en su momento fue registrado como un NN (no identificado) y enterrado en un cementerio, recién en el año 2002 fue identificado como los restos de Gomensoro Hoffman.
Identificó este como el primer hito en lo que se refiere a la búsqueda de detenidos desaparecidos, ya que aunque no tiene que ver en este caso con el trabajo del equipo de antropólogos forenses, es el primer desaparecido identificado en territorio uruguayo.
Posteriormente, fruto de la labor del equipo de antropólogos, el equipo realizó cinco hallazgos, uno en la chacra de Pando, dos en el Batallón 14 y dos en el ex Batallón 13, en distintos años. En relación al número de desaparecidos oficial de Uruguay, este involucra a todos los uruguayos desaparecidos en la región no solamente aquellos a los que se vio por última vez en el país, la mayoría de hecho desaparecieron en Argentina. Lusiardo señaló que si trabajaran en la hipótesis de que las personas que fueron vistas por última vez en Uruguay podrían estar enterradas en el país, estarían hablando de 30 personas de las cuales ya han aparecido seis incluyendo a Gomensoro. Además los investigadores no descartan la posibilidad de que haya existido vuelos, un intercambio de detenidos desaparecidos en la región, por tanto hay un número importante que podrían encontrarse también en Uruguay. Cabe acotar que en Argentina ya han sido identificados más de 30 detenidos desaparecidos uruguayos. «Hasta ahora lo que podemos probar es que si bien han habido intercambios, no han aparecido personas en Uruguay cuya hipótesis de desaparición fuera en otro país», resaltó.
Actualmente el equipo de antropólogos forenses está trabajando con tres sub equipos, cada uno con una retroexcavadora, uno de ellos en la chacra de Pando donde aparecieron los restos de Ubagésner Chaves Sosa y donde existe una información oficial entregada en su momento al presidente Tabaré Vázquez acerca de que en esa chacra había otro cuerpo enterrado, el de José Arpino Vega. En la actualidad el equipo que trabaja en este lugar está realizando la revisión de las excavaciones llevadas a cabo anteriormente, de la metodología y de los lugares que se excavaron así como cubrir los espacios que no fueron excavados en su momento. Otros dos equipos con otras dos retroexcavadoras están trabajando en el Batallón 14, en Toledo Canelones.
Parte de todo el proceso
Lusiardo explicó que la antropología forense es una disciplina auxiliar de la Justicia, que tiene distintas aplicaciones pero siempre tiene el objetivo de dar una respuesta en relación al paradero de alguien que está desaparecido, identificar unos restos cuya identidad se ignora o la causa y manera de muerte de una persona. Cuando participa en un trabajo vinculado a la violación de derechos humanos como es la búsqueda de detenidos desaparecidos en Uruguay, normalmente el antropólogo colabora en todo el proceso, está desde el momento en que se investiga esa desaparición, las circunstancias, quiénes son las personas desaparecidas y cuáles son los posibles lugares a los que hay que ir a buscar.
El antropólogo forense también está vinculado a esa búsqueda concreta en el terreno, si se obtienen resultados positivos es quien realiza la recuperación de los restos de una manera que no se pierda el contexto de las evidencias y que pueda llegar a la Justicia cumpliendo con todo el rigor de lo que es una prueba judicial. En la etapa final del proceso el antropólogo tiene un aporte que hacer a la hora de dar información sobre la identidad de la persona o generar una hipótesis de identidad que luego se tendrá que corroborar con alguna técnica en especial y en la restitución de los restos luego que estos sean identificados. Este último paso implica «explicarle a la familia toda la pericia que se ha realizado, por qué se buscaron los restos allí, cómo fue la recuperación, qué resultados hubo del análisis de los restos en términos de traumatismos, de identificación y un acondicionamiento de los mismos para su destino final donde la familia haya elegido que va a ser su entierro no ya clandestino sino digno y como merece cualquier ser humano».
Aunque los profesionales del campo de la antropología forense, en todos los contextos en los que actúan, lo hacen en situaciones dolorosas, con temas que no son fáciles de trabajar, reciben también una satisfacción vinculada a poder dar una respuesta, darle certeza a los familiares, poder generar un cierre y el agradecimiento de ellos por el trabajo. Acotó que «enfocados de esta manera lo que tenemos que combatir es la frustración que causa la búsqueda por un largo tiempo sin poder dar una respuesta, la tristeza de ver que los familiares fallezcan sin tener un cierre para su duelo, la desesperación de las familias en relación al tiempo que pasa». «Esto es quizás lo más difícil para el Equipo en este camino de 17 años que lleva transitado», reflexionó. También son muy complejas las instancias en las que los antropólogos tienen que mostrarle los restos a la familia y explicarle las pericias, porque tienen que transmitir conceptos muy técnicos y que a la vez requieren de sensibilidad al ser comunicados ya que tienen se relaciona con las circunstancias de la muerte de una persona. «Es algo complicado pero tiene que ver con nuestra decisión de dedicarnos a esto, además contamos con herramientas para poderlo trabajar y si es necesario también con asistencia psicológica», resaltó.
¿Por qué es importante rescatar y mantener la memoria?
«En la medida en que podemos recuperar la memoria podemos dar verdades o acercarnos a una verdad que ha estado oculta, que ha sido negada, entonces de esta manera uno puede sacarla a la luz. Por otro lado es necesario simple y sencillamente para que no vuelva a pasar nunca más si no rápidamente las generaciones olvidan lo que ha sucedido y volvemos a caer en los mismos ciclos, entonces rescatar la memoria tiene esa doble función muy importante».