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Intercambio entre partidos políticos y movimientos sociales sobre democracia y terrorismo de Estado
El 30 de mayo en el Paraninfo de la Universidad de la República, representantes de partidos políticos y movimientos sociales participaron de una mesa de intercambio sobre el último Golpe de Estado en Uruguay, del que se cumplen 50 años. La actividad fue organizada por la Junta Departamental de Montevideo (JDM), con el objetivo de reflexionar sobre este aniversario, recordar las formas de resistencia a la dictadura y la importancia de la construcción de memoria como una clave para el futuro.
Para la actividad se convocó a representantes de los partidos políticos que en el momento del Golpe de Estado de 1973 tenían representación parlamentaria, así como también de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) y del Plenario Intersindical de Trabajadores – Convención Nacional de Trabajadores (PIT-CNT). Participaron Julio María Sanguinetti, secretario general del Partido Colorado; Pablo Iturralde, presidente del Honorable Directorio del Partido Nacional; Fernando Pereira, presidente del Frente Amplio; Marcelo Abdala, presidente del PIT-CNT y Amira Fagúndez, secretaria de Asuntos Gremiales de FEUU. Asistieron representantes de estos partidos y de distintas organizaciones sociales, autoridades nacionales y departamentales y público general. La moderadora del evento fue la periodista Iliana da Silva.
Impacto en el presente
El presidente de la JDM, Nicolás Lasa, dio la bienvenida al evento y explicó que durante 2023 el órgano departamental propone un ciclo de actividades con el objetivo de celebrar el que ha llamado «Año de la Democracia. Nunca más terrorismo de Estado». Más allá de los relatos históricos, con este ciclo se intenta debatir sobre cuestiones «que siguen impactando en el presente», explicó, se propone reflexionar sobre la democracia, «manifestarla y reconocerla como una conquista siempre provisoria en la que no hay que descansarse, que exige de nosotros compromisos diarios». Afirmó que no solamente hay que preservarla de las dictaduras sino que es necesario democratizar todos los espacios de la sociedad, «no nos conforman democracias de baja intensidad ni democracias raquíticas». Recordó que en la Udelar todos los actores tienen espacios de representación en su gobierno, lo que «pone en el centro el debate sobre el poder», que no solamente es político.
Martin Couto, edil y presidente de la comisión de Derechos Humanos y Desarrollo de Junta recordó la sesión abierta que tuvo el Consejo Directivo Central de Udelar el 6 de julio durante la Huelga General que fue convocada con dos frases artiguistas: «Destruir la tiranía» y «Levantar el sagrado grito de libertad», por eso agradeció a la Udelar que tanto tuvo que ver con la resistencia contra el terrorismo de Estado.
Además, adelantó que desde la Junta Departamental de Montevideo se van a realizar varias actividades en el marco de los 50 años del Golpe de Estado como charlas sobre cómo se construye memoria en el segundo y tercer nivel de gobierno, homenajes, entre otros. «Hoy en el presente tenemos que seguir tratando de reparar a las víctimas y seguir trabajando con el nunca más y las garantías de no repetición», afirmó y también es importante trabajar con el futuro porque «se trata de reflexionar para profundizar nuestra democracia y trabajar en la forma que disentimos», consideró.
Confrontación polarizada
El ex presidente Sanguinetti coincidió al señalar que la democracia «es una construcción diaria y permanente». Respecto al Golpe de Estado, expresó que este episodio histórico quebró una larga tradición institucional del país, ya que el ejército no había participado de nuestra vida política desde la última guerra civil. Afirmó que previo a 1973 vivíamos un cambio económico y social muy fuerte, la sociedad industrial entraba en crisis y esto generaba una situación de inestabilidad, «estos cambios son muy importantes y están muchas veces en la base de los desasosiegos que llevan a las sociedades a la búsqueda de soluciones extremas», afirmó, y agregó que hoy también estamos en un cambio económico y social de dimensiones similares, en el tránsito hacia una sociedad digital.
El contexto de la Guerra Fría en los años sesenta «nos inscribe en esa dialéctica de guerrillas revolucionarias y golpes de estado redentores para salvar a los países de aquellas, unos en nombre de una utopía social aún recurriendo a la violencia, y otros tratando de invocar a la democracia para salvarla, negándola en sí misma través del autoritarismo», planteó Sanguinetti. En esos años Uruguay ingresa en un período de revuelta social, de confrontación política y de intolerancia creciente, opinó. Afirmó que el debilitamiento de la democracia «fue un producto de un gran debate doctrinario y filosófico» que en América Latina enfrentó a las corrientes marxistas con las llamadas liberales, y en el que los poderes en Washington y Moscú también tuvieron que ver. Para el ex presidente, en Uruguay la crisis y ese debate derivaron «en una situación de conflictividad social, puja en lo económico y distributivo y confrontación política muy polarizada, debilitamiento de la conciencia jurídica y del valor de la institucionalidad democrática». En ese marco «irrumpen fenómenos de violencia armada por parte de la guerrilla y la renuncia a la vía pública. Eso nos llevó al inicio de este golpe de Estado en febrero de 1973», afirmó, en un proceso que culminó en junio de ese año. «Como en todos estos episodios, se generan excesos, actos terroristas, algunos del lado guerrillero», agregó.
Finalmente destacó como reflexión que este hecho histórico nos muestra «el valor de la institucionalidad, el valor supremo de la legitimidad del Estado de derecho, el valor político de la tolerancia, que podamos venir aquí a discutir, a discrepar con sensibilidades y matices distintos pero en un clima que no signifique la descalificación de nadie, el valor de saber que la violencia nunca es inocua y que siempre va a generar repercusiones y reacciones aún normalmente de signo contrario al que ella misma procuraba». También resaltó «el legado de cuidado de los partidos políticos, de las organizaciones gremiales, de la vida universitaria, de la separación de poderes».
Nunca más terrorismo
Iturralde recordó que la primera vez que habló en el Paraninfo fue el día que cayó la intervención de la Universidad y que en toda la lucha contra la dictadura estuvo al frente de la ASCEEP-FEUU.
Señaló que le gustaría que la actividad se llamara «Nunca más terrorismo» porque sostuvo que cuando llegó el golpe en 1973, algunas voces de la izquierda como Seregni dijeron que era muy peligroso que en Uruguay se viniera una dictadura de derecha pero «en realidad lo que era peligroso era que se viniera una dictadura, no importaba de qué ideología». Si bien destacó la relevancia de decir «Nunca más terrorismo de Estado porque es repugnante que el Estado que componemos todos sea capaz sea capaz de llevar adelante esas acciones, también condenemos a todo tipo de terrorismo». Advirtió que no ha encontrado voces que hicieran autocrítica de todo lo que se había hecho mal antes: «Hugo Batalla decía que en el fondo todos somos culpables y no es un tema de la dimensión. Me da la impresión de que hay cosas que aún no hemos terminado de entender cómo hay que canalizarlas».
Entiende que tenemos mucho para reflexionar sobre «estos tiempos difíciles que nos tocó vivir donde no fuimos dueños de nuestros destinos y donde tanto sufrimos los uruguayos porque todos tuvimos algún exiliado o algún desaparecido». Recordó que todos los partidos políticos institucionalmente se manifestaron contrarios a la dictadura y reclamaron legítimas autoridades para discutir una salida. «Es importante ser capaces de pensar que hay muchos jóvenes que no saben lo que pasó en aquellos tiempos» y es necesario que se dialogue sobre esto, indicó, porque «hay quienes prefieren tomar como prenda de enfrentamiento este tema». Asimismo, expresó su orgullo por la forma en la que ha procesado el Ministerio de Defensa en este momento los archivos de la dictadura y señaló que los Ministros de Defensa y de Educación han presentado un proyecto para hacer públicos estos archivos. En esta línea preguntó: «¿qué pasa con esto? Antes lo malo era que no los teníamos y ahora que los vamos a hacer públicos ¿Hay cosas para ocultar que no podemos saberlas ahí? ¿No hay que mostrar la inmundicia que pasó en esos tiempos y las cosas que se llegaron a decir a través de la violación de los derechos humanos de quienes estaban presos y que fueron torturados? ¿No es mejor que salga todo a luz o es que queremos destapar sólo lo que convenga?». Por último cerró su exposición con la reflexión: «Nunca más dictadura, de verdad nunca más».
Sociedad perseguida
Por su parte, Pereira valoró la oportunidad de conversar sobre estos hechos históricos, que significaron para muchos la ruptura de su familia, la pérdida del trabajo, el exilio, la desaparición forzada, la tortura o la prisión «sin haber cometido ningún delito salvo el de defender sus ideas». Aseguró que el Golpe de Estado fue un punto de inflexión de un proceso de deterioro de las libertades y de avances autoritarios a nivel nacional y regional; también que «el Terrorismo de Estado no es producto de una aventura trasnochada» sino que en Uruguay formó parte de una estrategia instrumentada en el marco del Plan Cóndor «con el objetivo de imponer un proyecto económico y social». Incluso, se planearon acciones que buscaban la eliminación de todo un partido político, tales como el operativo Morgan en contra del Partido Comunista del Uruguay, expresó, «no puede quedar esto en el olvido, tiene que ser parte de la reflexión». Pereira agregó que otros sectores de la izquierda y de los partidos tradicionales también sufrieron la dictadura militar e hizo referencia a las declaraciones de legisladores de diferentes partidos antes de la disolución del Parlamento en 1973.
El presidente del Frente Amplio señaló que «la tortura, la desaparición forzada, el miedo y la censura son dispositivos para los cuales se preparó a personas», y no solo en Uruguay, no fueron cuestiones circunstanciales. «El saldo de Terrorismo de Estado es trágico, 116 asesinatos, 197 desaparecidos, miles de personas presas y presos políticos», resaltó, distintas organizaciones señalan que al menos 7000 personas estuvieron detenidas. Estos números revelan que «toda la sociedad era perseguida», comentó Pereira, y se hacen eco en el análisis del psiquiatra Marcelo Viñar sobre este período: «el orgullo por lo propio, por lo que nos define como sociedad, se rompe, se hace añicos, porque la gente vivió en un estado de amenaza constante, con el temor a la prisión arbitraria y a la tortura. Porque la tortura no toma sólo como blanco a las victimas sino que es un estado genérico afecta a toda la sociedad a la que está dirigida».
Respecto a la búsqueda de la verdad sobre el Terrorismo de Estado en Uruguay, Pereira resaltó que «no hay ningún frenteamplista que no quiera que se publiquen los archivos, habemos frenteamplistas que queremos que se cuide a las víctimas» porque a muchas personas, aún pasados tantos años, les cuesta rememorar las torturas que sufrieron. Aseguró que su fuerza política tiene un compromiso de más de 30 años con la memoria; reconoció que los avances en este sentido durante los gobiernos frenteamplistas no fueron suficientes, a pesar de que sí se pudo ingresar a los cuarteles a realizar excavaciones «Nadie es dueño de la verdad en el Uruguay, la verdad la vamos a construir entre todos y que nadie tenga dudas de que el Frente Amplio quiera esconder la verdad».
La importancia de la clase obrera
Marcelo Abdala, presidente del PIT-CNT, se refirió a la génesis del golpe de Estado, sobre lo que consideró que hay un debate que «no es menor»: en su opinión, si se equiparan las responsabilidades que ocasionaron el golpe se condiciona a la sociedad y se ocultan «los verdaderos procesos que estuvieron en curso y que terminaron desembocando en esas circunstancias negras». Consideró que «la polarización de la lucha ideológica y política no se puede establecer entre presuntas utopías que no tenían que ver con el respeto a la institucionalidad versus actores mesiánicos que en defensa de la democracia apelaban al golpe de estado». Opinó que es notorio que los acontecimientos tuvieron «un gran titiritero» que fue Estados Unidos organizando una contraofensiva a la Revolución Cubana en todo el continente y «en acuerdo con las oligarquías criollas, es decir, el capital financiero de nuestros países en el Sur de América» porque en 1964 se dio el Golpe de Estado en Brasil, en junio de 1973 en Uruguay, en setiembre de 1973 en Chile y en marzo de 1976 en Argentina.
Consideró que había una crisis estructural de la base socioeconómica de la sociedad uruguaya que se ocasionó por cambios regresivos, por la reforma cambiaria y la congelación mayor de los salarios que de los precios, y el pueblo comenzó a organizarse. «El golpe de Estado en Uruguay tuvo un propósito que fue interrumpir un proceso de organización social, de acumulación de fuerzas y de unidad del pueblo para revertir ese proceso histórico en beneficio de determinados intereses económicos», indicó. En esta línea, sostuvo que «no se trató de la puja entre dos demonios sino entre los sectores más reaccionarios de alto poder económico, que organizaron una escalada paulatina de vaciamiento de las instituciones y de la democracia y que dieron un golpe de Estado contra la gran mayoría del pueblo y su acumulación de fuerzas».
Abdala apuntó a que «fue una dictadura fascista del capital financiero» y que el terrorismo de Estado fue contra el pueblo trabajador y estudiantil. El PBI no dejó de crecer mientras que el poder de compra a la salida de la dictadura era un 50% menor que antes del golpe, por lo que hubo una transferencia del bolsillo de los trabajadores al gran capital, señaló. Afirmó que «hubo un actor por excelencia que se jugó la vida en defensa de la democracia que fue la clase obrera», la que, junto a los estudiantes y la adhesión de los partidos políticos democráticos a esta causa «se jugó la ropa con una Huelga General, que si bien no logró tirar la dictadura, la dejó herida y aislada de cualquier base de apoyo social».
Por último, reflexionó acerca de cómo hacer para que nunca más haya dictadura. Expresó que todos debemos bregar por la amplitud de la democracia y los derechos humanos y que cualquier acción antidemocrática debe ser rechazada. En este marco, señaló que la democracia «se tiene que fundir con la vida cotidiana de la gente», no debe ser solamente una forma de elección política sino que es muy importante la democracia participativa, «no es democrático que si crece el PBI se achique el salario y no es democrático un país rico en alimentos si hay más de 80.000 pobres nuevos», puntualizó. Por tanto, «la dimensión de los derechos reales es un aspecto central de la convivencia democrática», aseguró. En este sentido, también consideró que hay que seguir avanzando en libertad y justicia y que efectivamente quienes participaron en el terrorismo de Estado sean juzgados y condenados. «Como clase obrera tampoco renunciamos a un horizonte democrático en el que se democratice la propiedad y la gestión de los medios principales de producción de la vida de la gente porque es ahí donde se define la calidad de vida», concluyó.
Honrar la vida
En representación de la FEUU, Fagúndez indicó que este movimiento estudiantil es uno de los más viejos en nuestro país, que «reconoce que la educación es un derecho universal» y que la educación pública «pertenece al pueblo». Esta debe atravesar toda la vida de las personas, no debe limitarse a la formación en una serie de disciplinas sino que las aulas deben ser espacios de formación para ciudadanos y ciudadanas integrales, donde sea posible «el debate y la formación crítica en base a las problemáticas que nos rodean», indicó.
Afirmó que los antecedentes que llevan al movimiento estudiantil a ser parte organizadora de la Huelga General junto a la CNT «no tiene que ver con la improvisación sino con la firme convicción de generar un proceso de agitación y movilización de todos los sectores de la sociedad para que la dictadura naciera aislada y sin base social». Señaló que las organizaciones venían de muchos años de construcción unitaria del campo popular y de resistencia al autoritarismo que venía impactando previamente en centros de estudio y de trabajo. Recordó que durante la huelga, al igual que hoy en el PIT CNT, la FEUU participaba de la Mesa Representativa de la CNT. La huelga comenzó con la ocupación de las Facultades, las que se convirtieron en espacios de resistencia y de solidaridad con el movimiento sindical, explicó. Fagúndez hizo referencia a las resoluciones del Consejo Directivo Central sobre el Golpe de Estado, que el mismo 27 de junio expresaba que ante «la regresión y la barbarie», se exhortaba a todos los universitarios, «cualesquiera sean sus tareas, a luchar conjuntamente con la totalidad del pueblo -organizado en el movimiento sindical, en los partidos políticos y en otras instituciones y agrupaciones sociales sensibles al destino nacional- contra el afianzamiento de la dictadura, por el restablecimiento pleno de la vigencia de las libertades y por la reconstrucción del país».
Durante las semanas posteriores y hasta la intervención militar en la institución, «varias fueron las declaraciones y acciones concretas de la Universidad para intervenir en la situación política y colaborar con una alternativa hacia una situación de salida pacífica», comentó Fagúndez. La FEUU por su parte, llamó a ocupar los lugares de estudio y apoyar el mantenimiento de la Huelga General, y a la lucha sin pausas en contra de la dictadura, expresó; posteriormente, en la clandestinidad, el movimiento mantuvo acciones de resistencia y se organizó para ayudar en el restablecimiento de la democracia. Fagúndez afirmó que «debemos ser claros con el relato de la historia y la construcción de la verdad y la memoria para construir una mejor democracia». Recordar hoy la dictadura significa «honrar la vida», recordar y homenajear a las víctimas del Terrorismo de Estado, señaló.
Video de la actividad