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Estudiantes trans: reducir la brecha en el goce de derechos
La Ley Nº 19.684, Ley Integral para personas trans, aprobada en 2018 y reglamentada en 2019, establece entre otras disposiciones que «….los órganos y organismos responsables de las políticas educativas de todos los niveles, en el ámbito de sus competencias, asegurarán la inclusión de las personas trans a lo largo de su vida educativa….», pero ¿cuál es el grado real en el que se garantiza actualmente el derecho al acceso y permanencia en el sistema educativo de las personas trans y cuáles son las dificultades a las que se enfrentan en su trayectoria educativa?
Para abordar estas interrogantes y en el marco del mes de la diversidad, El Portal de la Universidad de la República (Udelar), dialogó con Yasmin Delgado, mujer trans que cursa segundo año de Facultad de Derecho en la Universidad de la República (Udelar).
Instituciones que «no están preparadas»
Yasmin recuerda que cuando tenía 12 años ingresó a primer año de secundaria en un liceo del departamento de Río Negro, donde vive hasta hoy, pero, «al ser muy chica no soporté la discriminación porque no tenía herramientas para afrontar todo eso y en aquel entonces la institución tampoco estaba preparada para abordar una situación como la mía», recuerda. Explicó que en ese momento, cuando planteó su situación a las autoridades del liceo en varias oportunidades, «me decían que no fuera tan afeminada porque eso generaba burlas, el problema siempre era yo». «Terminé la escuela y dejé el liceo con 12 años y volví a empezar con 22, pasé 10 años fuera del sistema educativo», señaló.
Con 22 años ingresó al liceo nocturno de Río Negro, donde cursó todo el ciclo básico y el bachillerato, «ya con otra postura, con otras vivencias, más curtida». Recuerda que en esta segunda etapa logró ser una de las mejores alumnas del turno nocturno e incluso formó parte del cuadro de honor. Resaltó que en esa institución, a través de los profesores, los adscriptos y la dirección, que le preguntaban siempre de qué manera podían solucionar las dificultades que se le presentaban, encontró la contención que necesitaba. Además, aunque no tenía todavía el cambio de nombre y sexo registral, los profesores, adscriptos, autoridades y sus compañeros y compañeras la llamaban todo el tiempo como Yasmin cuando legalmente no tenían por qué hacerlo, porque no había ninguna reglamentación formal que la amparara. No obstante entiende que la dificultad más grande a la que se enfrenta una persona con una opción de género diversa en su trayecto en la educación es que «el sistema educativo no está preparado para tratar con disidencias, los profesores no saben cómo tratarte, no saben cómo llegar, cómo abordar el tema, algo que es tan sencillo como ir y preguntarte». Como ejemplo citó el caso de un profesor del liceo cuando tenía 22 años, se refería a ella como “el compañero”. «Desde ese momento entendí que tenía que ponerme firme y comenzar a educar, cada vez que tenía la oportunidad y surgía el tema desde mi grupo, lo explicaba para que la gente aprendiera, se enfrentara con la realidad».
Trayectoria en la Udelar
Inició la carrera de Derecho en la Udelar en la sede Salto del Cenur Litoral Norte, previamente había viajado a este departamento y se había informado acerca de los requisitos para la inscripción. «Nunca inicié mis gestiones diciendo: soy trans, en ningún lugar de mi cédula se da esa información, cada vez que fui a inscribirme estos últimos años por estudio o trabajo, me anoté como Yasmin Delgado, tal como figura en el documento».
El primer semestre de la carrera lo cursó de manera presencial, viajaba a Salto día por medio incluyendo los sábados, porque las materias de ese período quedaron distribuidas con esa frecuencia y para llegar salía de su casa a las 4 de la mañana y volvía a la misma hora del día siguiente. El segundo semestre del primer año se mudó a Salto porque se le adjudicó la beca y comenzó a cobrar esta prestación, lo que le permitió alquilar una habitación en una pensión para estudiantes. En ese período accedió a la información a través de una compañera de que podía cursar la carrera en forma virtual y le interesó porque tiene su casa en Young, en Rio Negro y la virtualidad significaba una mejora económica y evitar el cansancio de tantas horas de viaje. Recuerda que la compañera que le informó acerca de esta posibilidad fue también quien le enseñó a como llenar el formulario de inscripción a la carrera de Derecho en modalidad virtual que depende de la Facultad de Derecho en Montevideo.
Aclara que no ha sufrido discriminación dentro de la Udelar, «tampoco me expongo como para que eso suceda, dentro de la Universidad la mayoría no saben que soy trans, cuando estamos en el Zoom trato de pasar lo más desapercibida posible», aclaró. Recuerda que la única instancia en que hizo visible su opción de género trans fue en una clase en Salto, cuando cursaba la carrera en la modalidad presencial. Estaban en una actividad de taller de Análisis Crítico en el que tenían que presentar una de las leyes de discriminación positiva vigentes en Uruguay entre ellas la Ley Integral para personas Trans. Un grupo de amigas con las que Yasmin se encontraba en ese momento le recomendaban que no expusiera la Ley desde su lugar, porque en el auditorio donde estaban había alrededor de 500 personas pero ella decía: «pero si yo no lo hago ¿quién lo va a hacer?, no van a tocar el tema de la misma manera ni con mis vivencias». En esa instancia Yasmin junto a sus compañeras expusieron la Ley Integral para personas Trans ante 500 personas, de una manera mucho más clara, argumentada y vivencial que si el grupo no tuviera una integrante que hubiera vivido en carne propia la discriminación y la falta de cumplimiento de derechos, de la que la Ley quiere amparar a las personas. Recuerda que recibieron numerosas preguntas y cuestionamientos de los presentes pero por eso mismo fue una oportunidad muy valiosa de intercambio y un momento en que hizo visible por primera vez ante los compañeros y el profesor, su identidad de persona trans.
Apoyos y carencias
Señaló que la comunicación con los docentes se dificulta porque tiene que buscar en la plataforma EVA cuáles son sus correos electrónicos y a veces le resulta difícil encontrar dónde está esa información. «Los que me ayudaron todo este tiempo fueron mis compañeros de clase, tenemos un grupo de whatsapp de los estudiantes de la carrera en el que somos más de 500 personas, a veces siento que estoy haciendo preguntas tontas pero las tengo que hacer porque no lo sé», expresó. «En esos momentos pienso que se van a reír de mí, pero me importa más encontrar a alguien que me conteste y me salve la cabeza», añadió. Otro apoyo fue el programa de becas de la Udelar, una vez que logró salvar los obstáculos del límite de edad e ingresar a esta prestación, fue muy accesible y la mantiene actualmente.
Señaló no obstante que el ingreso al sistema de becas fue dificultoso, cuando tramitó la prestación por primera vez, tuvo que hacer una carta detallando que era trans y toda su historia de vida, «las situaciones de discriminación que sufrí en mi trayectoria educativa, que me dejaron fuera del sistema, que fuí escupida, humillada, golpeada», para que hicieran una excepcionalidad en el límite de edad establecido para acceder a las becas, que es de 25 años. «Es una realidad que no tendrías ni que contarla, porque es totalmente agresivo recordar y remover estas situaciones, nos revictimiza», enfatizó. Además tuvo que presentar una constancia de la directora del liceo nocturno, que certificaba que era buena alumna y otra del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES). «El sistema no tiene en cuenta que las mujeres trans estudian siendo adultas porque te vulneran toda toda tu infancia y adolescencia y cuando ingresas al sistema educativo siendo mayor no tenés todas las herramientas que tiene un adolescente que pasó por un bachillerato común, que cursó cuatro o cinco años de informática y de inglés», señaló.
Entre las carencias del sistema señala también que en la modalidad educativa virtual «no te capacitan para manejar las plataformas y herramientas informáticas que se utilizan en el marco de las clases». En bachillerato trabajaron muy pocos contenidos de informática y hasta hoy «me cuesta horrible» utilizar esta herramienta. «El semestre pasado perdí muchas materias porque no me pude inscribir porque no sé usar la página, tengo que estar pendiente siempre de que un compañero o compañera vaya a mi casa o haga una videollamada para explicarme, porque no la sé usar y no te capacitan». Aunque en la actualidad ha aprendido bastante como manejarse con las herramientas informáticas, cuando comenzó a cursar la carrera no sabía crear un documento en pdf, tuvo que pedir a alguien que le enseñara. «Es necesario que las instituciones educativas tomen conciencia de esto», afirmó.
Entiende que los profesores tendrían que saber que tienen un alumno o alumna trans y todas las dificultades a las que estos se enfrentan, «los docentes tienen grupos de 500 estudiantes y no saben qué les está sucediendo a sus alumnos», resaltó. «Me ha pasado de tener enormes frustraciones dentro de mi propia casa porque estoy en la virtualidad y los docentes exponen los contenidos de su clase sin detenerse a comprobar si los estudiantes los están entendiendo o no, siento que cuando hablan, educan desde un lugar de privilegio total y me están diciendo que aunque yo no entienda, el sueldo se lo pagan igual», expresó.
Algunas de las estrategias que utiliza son grabar el audio de la clase para volverlo a escuchar más tarde, «pero de esta manera las preguntas que me hubiera gustado hacer en el momento ya no las puedo hacer». Su plan para el 2024 es hacer una parada en la carrera y cursar las materias de primer y segundo año que le fueron quedando para atrás debido a estas dificultades.
Inserción al campo laboral: exclusión similar
En el aspecto laboral sucede algo similar, «si no existiera una ley que me ampare, si no hubiera programas como fue en algún momento Uruguay trabaja, o Accesos y Jornales solidarios, en la actualidad, las personas trans no podrían insertarse laboralmente», expresó Yasmin. Estos programas así como la cuota para ingreso de personas trans a los llamados públicos que establece la Ley Nº 19.684, dan cierta apertura, aunque muy limitada, al ingreso laboral de personas trans en el ámbito público. En cambio en empresas del sector privado, como los supermercados, no está abierto el acceso en la práctica para personas trans. En ese sentido recuerda que el único trabajo formal privado al que accedió fue en una chacra turística en la Colonia La Paz próxima a Paysandú, donde trabajaba de moza. Allí la dueña del establecimiento le dio el lugar de mujer y la hizo respetar y se refería a ella como su empleada, no permitía que nadie, aunque fuera un cliente que se quedara hospedado muchos días en el lugar y fuera a gastar mucho dinero en el negocio, le faltara el respeto. «Tengo una muchacha trans trabajando y mi estancia está abierta a todo público, el que quiera venir que venga y el que no lo lamento muchísimo», sostenía su empleadora de aquel momento.
Señaló que en Río Negro «la Ley Integral para personas Trans se está aplicando mucho», en todo el departamento hay un varón y cinco mujeres trans, entre ellas Yasmin, trabajando en la Intendencia Municipal y en distintos sectores del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES). Además existen personas trans trabajando en régimen de monotributistas, en los jardines de la Intendencia del departamento. Explicó que en Río Negro pasa esto porque existe mucha militancia de los colectivos que ejercen un monitoreo permanente de los llamados laborales que se abren para el departamento y de si en estos se cumple con la cuota para personas trans. Acotó que «se crea la Ley pero eso no quiere decir que la dejes quietita ahí, tenés que andar detrás del sistema para que este garantice que la norma funcione, que se aplique». «Dicen que la Ley ampara a las personas trans en los derechos al estudio, trabajo, salud pública, entre otros, pero cuando vas a la práctica te encontrás con todas estas barreras», reflexionó.
Entiende que un 1% de cuota de los llamados públicos para personas trans, como establece la Ley Nº 19.684, aunque tal vez cuando se creó era suficiente, hoy no lo está siendo. «Lamentablemente las personas son expulsadas de su casa desde el momento que dicen: soy trans, se quedan sin hogar, sin contención, sin nada, el Estado al no garantizar estos derechos, las empuja en su mayoría directamente a la prostitución porque no tienen otro medio de vida», afirmó. «Vas a una protectora de animales y defienden a un perro con uñas y dientes, vas al Estado y pedís que defienda la situación de una mujer trans y olvídate de que lo haga, ahí murió la solicitud, tiene más derecho un perro que una mujer trans», expresó. Entiende que en la actualidad existe «un poco más de ruido» en torno al tema por la presión social y la denuncia de estas situaciones, que se puede realizar a través de las redes sociales pero de todas formas, «te siguen expulsando del sistema de una u otra manera», afirmó.
«Son muy pocas las personas trans que quedan dentro del sistema porque cuando querés cambiar de vida y dejar atrás esta historia de tragedia, existe toda una burocracia que pasa por todos los organismos del Estado y te vuelve a violentar», resaltó. Es por eso que Yasmin ha desarrollado, desde la etapa de su trayectoria en la educación secundaria hasta hoy, la vocación de educar sobre cómo abordar la realidad de las personas trans. Actualmente participa como tallerista de la formación de sensibilización sobre diversidades, que brinda el Colectivo Trans del Uruguay (CTU). El 21 de setiembre el CTU llevó adelante el taller «Nosotres, elles, todes» en la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo (FADU), de la Udelar, organizado y a solicitud del gremio de estudiantes de FADU, el Centro de Estudiantes de Diseño y Arquitectura (CEDA) y Yasmin acompañó a las talleristas en esta instancia. «Enseñamos y luchamos para que ninguna mujer o varón trans o cualquier otra persona del colectivo pase por lo que nosotras ya pasamos», expresó.