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A 50 años de la intervención de la Universidad, «seguir defendiendo sus valores y principios»
La Asamblea General del Claustro (AGC) de la Universidad de la República (Udelar) realizó un acto en recuerdo de la intervención de la Udelar por parte del gobierno dictatorial, ocurrida el 28 de octubre de 1973. En la conmemoración participaron el rector Rodrigo Arim y universitarios y universitarias que vivenciaron aquel momento.

La presidenta de la AGC, Alejandra López, señaló que esta actividad conmemorativa fue promovida por este órgano con la idea de que toda la institución se sintiera parte de la convocatoria. Se pensó en convocar a personas que formaban parte del Consejo Directivo Central (CDC) al momento de la intervención, comentó, y también se consultó al Archivo General de la Universidad (AGU) para recabar fotos, documentos y otros materiales que dieran cuenta de lo que sucedía en la Udelar en 1973.
La docente dio lectura a una resolución de la AGC del 29 de junio de aquel año donde el cuerpo expresa que «la única solución a los graves problemas que afectan al país sólo se puede alcanzar a través de la más amplia participación popular», se reclama el restablecimiento de las libertades públicas y sindicales y de la vigencia de la Constitución mediante la derogación de las leyes represivas, demanda, entre otras medidas, transformaciones en la estructura socioeconómica del país, la recuperación de la autonomía universitaria, la restitución de ella para las otras ramas de la enseñanza y la eliminación de los grupos fascistas provocadores de violencia en los institutos de enseñanza. Para estos objetivos la Universidad de la República «compromete su acción en estrecha alianza con la clase obrera organizada y los demás sectores que luchan por las verdaderas soluciones nacionales», declaraba la AGC.
Impacto en la acumulación académica
Por su parte, el rector Rodrigo Arim indicó que el acto conmemoraba «un evento trágico, quizás el último hito que termina configurando la dictadura cívico militar en Uruguay». El 28 de octubre de 1973 se emitía el decreto de intervención de la Udelar y se ordenaba el arresto de todos los integrantes del CDC, relató, pero en los meses anteriores la institución vivió un periplo que también debe ser recordado. El 12 de setiembre se realizaron las primeras Elecciones Universitarias supervisadas por la Corte Electoral y en ellas, la dictadura emergente había depositado esperanzas de lograr una mayoría para los sectores que la apoyaban, sin embargo «fue derrotada por primera vez en las urnas». En los tres órdenes, las listas democráticas obtuvieron una mayoría contundente, señaló, «es bueno recordar que la dictadura nació herida de muerte el 12 de setiembre de 1973».
En el camino del autoritarismo que se iba instalando, «muchas cosas sucedieron y muchos y muchas universitarias sufrieron cárcel, tortura, exilio y muerte», así como destitución a partir del 28 de octubre de ese año, destacó el rector. «Es posible calibrar la dimensión de aquel drama desde distintas perspectivas» y los efectos que se agregan al drama trágico de la dictadura cívico militar en general, planteó. «No somos del todo conscientes en la sociedad uruguaya de las implicancias e impacto que tuvo la intervención en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en Uruguay. Posiblemente perdimos algo más de una década, porque la acumulación universitaria, académica, sucede en el mediano y largo plazo», enfatizó. La Universidad había sido y es protagonista de la vida cotidiana y política de la sociedad, «las universidades latinoamericanas no somos torres de marfil ni burbujas», expresó, por eso la intervención trajo aparejado un atraso muy significativo en el desarrollo científico-tecnológico y cultural de nuestro país.
Si bien la historia no se repite, en la Universidad y en la sociedad en su conjunto «deberíamos construir antídotos contra nuevos autoritarismos y tendencias que buscan avasallar derechos individuales y colectivos», afirmó. Destacó que en el contexto actual emergen discursos autoritarios en la región y en Uruguay «donde de nuevo se cuestiona a la Universidad como ámbito de generación de pensamiento crítico». Tenemos la obligación «de sostener, desarrollar, fomentar y cultivar la democracia deliberativa, el esfuerzo argumentativo en la diferencia como una base sólida para la construcción de una verdadera democracia», resaltó Arim. Finalmente declaró «Nunca Más».
Recordar para construir futuro
En el acto estaba prevista la participación del ex rector Roberto Markarian, pero por razones de salud no pudo asistir. En su lugar envió una nota donde recordó sus actividades como delegado estudiantil en diferentes ámbitos de cogobierno y luego como docente, antes de su Rectorado. Expresó que es una buena idea conmemorar la intervención de la Universidad, ya que «hay que estudiar las raíces de los árboles para comprender los buenos frutos y frustraciones a lo largo de su evolución».
Por su parte, Danilo Astori, quien al momento de la intervención era decano de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, participó a través de un mensaje audiovisual pues tampoco pudo asistir a la actividad. Destacó la importancia de recordar «una experiencia muy triste» tanto para la Udelar como para nuestra sociedad. Señaló que la Universidad constituye «el espacio público en el que se esperó más tiempo para formalizar la instauración de la dictadura, tal vez porque carecían de los recursos humanos necesarios para las tareas de una universidad como la nuestra, la docencia, la investigación y otras». Esto se dio en un contexto general de violencia, en muchos casos de tortura y también de asesinatos de estudiantes que se produjeron en ese lapso, señaló.
Previo a la intervención, el gobierno autoritario empleó contra la Universidad la táctica del aislamiento, «la de rodearnos, la de no dejarnos libertad de movimientos, ellos tenían que saber quién salía, quién entraba, que hacía cada uno», expresó Astori, «vivimos esos días con mucho dolor». Agregó que su preocupación lo llevó a dormir muchas veces en la Facultad «pensando en contribuir a que no pasara nada. Pero la verdad es que pasó, el 27 de octubre llegó un señor a mi escritorio, puso un revólver sobre la mesa y me preguntó dónde estaban las armas; no hubo respuesta pero de ahí salí directamente para la cárcel». Finalmente señaló que «aunque esto duela mucho hay que recordarlo, hay que tenerlo en el corazón porque para construir futuro, para transformar la sociedad en el sentido que queremos, es absolutamente fundamental tener presente lo que vivimos».
Benjamín Liberoff, que integraba el CDC por el orden estudiantil en 1973, también rememoró hechos previos a la intervención, como la noche del 29 de setiembre de 1972 cuando el Movimiento de Restauración Nacionalista asaltó el edificio principal de la Universidad. En el acto de repudio a estas acciones, Óscar Maggiolo, rector en funciones en ese momento, alertó sobre el avance del fascismo en nuestro país y llamó «a defender nuestra enseñanza laica, gratuita y autónoma, todos contra la barbarie entronizada en nuestro Uruguay».
Para Liberoff, sin duda la fidelidad de la Universidad al artículo 2 de su Ley Orgánica fue «el delito principal» que la colocó como un objetivo a atacar por la dictadura. Coincidió con los demás expositores al señalar que las Elecciones Universitarias de 1973, bajo el eslogan «Un voto por el pueblo», propinaron una derrota ejemplar al gobierno dictatorial. También recordó a sus ex compañeras y compañeros estudiantes asesinados y el periplo de los militantes estudiantiles que como él, buscaron formas para continuar realizando reuniones en un contexto de persecución, tanto en Montevideo como en Buenos Aires. «Recordar aquellos tristes días de hace 50 años no se puede hacer con otra actitud que no sea la de seguir defendiendo los valores y principios que hacen grande a nuestra principal casa de estudios», afirmó, lo que implica «continuar promoviendo cambios y mejoras que acerquen más la Universidad a las necesidades de todos los uruguayos». «Nunca más terrorismo de Estado», expresó.
Evitar ser detenidos y continuar la militancia
Norma Díaz quien fue estudiante de la Facultad de Química y delegada al CDC en aquella época y en octubre de 1973 tuvo que exiliarse, explicó que cursaba el tercer año de Facultad y militaba por los planes de estudio pero no estaba politizada de forma partidaria, sin embargo, «me importaba todo lo que sucedía», sostuvo. Reconoció que gracias a Markarian y a Liberoff, sus compañeros de aquel entonces, pudo irse del país y no le sucedió nada. También valoró cómo la recibieron en la Universidad de Buenos Aires a pesar de que no tenía la suficiente documentación. «La mejor satisfacción fue volver», aseguró, además apreció la importancia de que su hijo estudie en la Udelar y tenga la ciudadanía uruguaya como la suya. «Me emociona mucho estar acá y que la Universidad esté como siempre», expresó.
Álvaro Couso era integrante del CDC por la Facultad de Humanidades y Ciencias y expresó su honor de volver a la Sala Maggiolo y a la Universidad de la República. «Actuábamos con la esperanza del resultado final y con la convicción de que lo acontecido correspondía a las necesidades de la historia», relató en referencia a los sentimientos de la época y previo a la intervención.
Asimismo, rememoró una anécdota cuando algunos consejeros de la Facultad de Humanidades se reunieron en el living de la casa de Juan Oddone con el «acuerdo tácito de evitar que los llevaran presos». Entonces, teniendo en cuenta la información que iba llegando, Couso tomó la decisión de salir con lo puesto, tomarse el ómnibus de COT para partir hacia Buenos Aires vía Colonia, relató. Además, recordó el encuentro con quienes le dieron el consejo de salir del país: la Mesa ejecutiva del movimiento 26 de Marzo, por un lado, y Mario Benedetti, por el otro. «No se trataba solamente de eludir las consecuencias de ser detenidos, sino de continuar la militancia», afirmó.
Señaló que en 1984 volvió a Uruguay y hace 50 años que vive en el exilio en Argentina. Además, indicó que las Fuerzas Armadas habían saqueado su legajo estudiantil que fue reconstruido gracias a la solidaridad de algunos funcionarios de la Facultad y de algunos de sus familiares y amigos. Por último, teniendo en cuenta su profesión de psicólogo, afirmó que todo recuerdo es encubridor, remite a otros y su determinación es multicausal y es por eso que se expresó en contra del aforismo que «el tiempo todo lo borra» porque no ha borrado todo lo que vivieron en esa época y sus consecuencias. Concluyó su exposición con el deseo de: «Nunca Más».
«Un voto por el pueblo»
Jorge Landinelli, quien fuera secretario general de la FEUU entre 1971 y 1974, se refirió al «enorme esfuerzo» de la Universidad para reconstruir sus funciones luego de la intervención. Además, recordó que el cuestionamiento a la autonomía universitaria tenía antecedentes y se refirió a cuando las Facultades y servicios de la Udelar fueron «ocupados y avasallados por una violencia injustificada» porque «el objetivo de la dictadura era depurar la Universidad» ya que «no se podía permitir que una institución del Estado no acompañara las políticas que llevaba adelante el Poder Ejecutivo y por eso, ese problema debía ser resuelto», indicó.
También se refirió a las Elecciones Universitarias del 12 de setiembre de 1973, hecho muy importante porque dentro de la FEUU, que había participado de la Huelga General junto con el movimiento obrero, había dos posturas desde el movimiento estudiantil sobre qué hacer en esas Elecciones. Landinelli señaló que una de estas sostenía que «era un absurdo presentarse a una elección controlada por el poder dictatorial y había que fomentar el voto en blanco como rechazo a la dictadura». Mientras que la otra postura entendía que «las elecciones nos planteaban un imperativo moral» porque en un contexto de represión y censura, «nosotros teníamos la oportunidad de dar una batalla política contra la dictadura en el ambiente universitario. Era una oportunidad de reivindicar a la Udelar y demostrar la postura del movimiento estudiantil».
Sostuvo que la segunda opinión predominó por consenso y se adoptaron medidas para convertir a las Elecciones Universitarias en un plebiscito contra la dictadura. Para esto, se realizó un enorme acto en el Palacio Peñarol convocando a estudiantes, docentes, egresados, egresadas y gente amiga de la Universidad para obtener financiación y para promover esta campaña bajo el lema «Un voto por el pueblo». Recordó que fue «un triunfo arrollador de la idea del plebiscito contra la dictadura», donde votaron 22.233 estudiantes de las diez Facultades y se obtuvo el 66% de votos para la FEUU, con el objetivo de que «la gente mirara a la Universidad», apuntó. «Fue una de las heridas para la dictadura», opinó.
Recordó que pasado un año de la intervención, el 40% de las y los estudiantes universitarios se habían ido de la Udelar, muchos por no aceptar firmar la Fe democrática. «Es difícil transmitir la atmósfera de esta época», aseguró. Valoró la importancia del apoyo moral y político de las autoridades universitarias en ese momento porque fue fundamental para lo que realizó el movimiento estudiantil; recordó a los decanos de la época así como a sus compañeros y compañeras de la FEUU. «Había riesgo pero también una entereza de luchar contra la dictadura», afirmó.