En el evento, que se realizó en la Sala Maggiolo de la Universidad de la República (Udelar), hicieron uso de la palabra el rector de la Udelar, Rodrigo Arim, el decano de la Facultad de Medicina, Arturo Briva, el docente investigador del Departamento de Fisiopatología de la Facultad de Medicina, Leonel Malacrida y el profesor Enrico Gratton, Profesor del Departamento de Ingeniería Biomédica en la Universidad de California en Irvine y Director del Laboratory for Fluorescence Dynamics.

Formador de nuevas generaciones

Arim destacó que el Honoris Causa es el título honorífico más importante que otorga la Universidad de la República. Añadió que  como establece la ordenanza universitaria al respecto, la Udelar entrega este título «de manera excepcional. exclusivamente cuando entiende estar ante alguien que ha realizado contribuciones notables al progreso de la ciencia, la cultura o el bienestar general». Acotó que en esa instancia estaban reconociendo estas importantes contribuciones al desarrollo de la ciencia realizadas por Enrico a lo largo de su carrera. 

Entre los aportes más importantes de Gratton el rector destacó la formación de las nuevas generaciones de científicos que desarrollan investigación de calidad en la Udelar e integran redes de generación de conocimiento. «La vida universitaria es una carrera de postas en la que la generación de conocimiento y la formación presuponen la capacidad de transmitirle a las nuevas generaciones ese conocimiento y ponerlas en condiciones de hacer avanzar esa frontera, de construir nuevos horizontes», expresó Arim.

«Estas son instancias en las que verdaderamente cobra sentido la formación universitaria», resaltó por su parte Briva. «Cuando formamos somos constructores de oportunidades y este es el resultado de una oportunidad», añadió. Señaló la importancia de la destacada trayectoria del profesor Gratton, su capacidad de identificar colegas con potencial, de contar con la infraestructura para respaldar la formación a esos investigadores y especialmente de transmitir el mandato de que lo recibido hay que pasarlo a otros y otras. Citó como ejemplo de esta vocación formadora, el caso del investigador de la Udelar Leonel Malacrida, que se especializó con el profesor Gratton y que a su vez ha compartido sus conocimientos al retorno al país en la Unidad Académica de Fisiopatología de la Facultad de Medicina, que se ha caracterizado durante muchos años por «ese ida y vuelta de docentes al extranjero». «La presencia de Gratton en nuestras vidas ha sido positiva en muchos aspectos», concluyó Briva.

«Un gran científico y un enorme ser humano»

Malacrida agradeció «a los colegas, colaboradores y amigos que vinieron a reconocer a una persona que de alguna manera nos ha impactado a todos por su grandeza y su trayectoria». «Cuando hablamos de Enrico no hablamos solo de un gran científico sino también de un enorme ser humano, con una gran capacidad de motivar, de empujar a veces hasta lugares a los que nunca me imaginé que iba a poder llegar»,expresó. 

El investigador comenzó haciendo una reseña de la vida de Gratton, señaló que es italiano, el cuarto hijo de 11 hermanos. Su padre, Livio Gratton, fue físico astrónomo, estudiante de Enrico Fermi, lo que motivó que Enrico Gratton llevara su nombre. En 1949 Livio emigró con su familia a Córdoba, Argentina, donde se convirtió en el jefe del observatorio de esta provincia, por lo que Enrico vivió de los 2 a los 15 años en ese país sudamericano. Esto causó que el idioma español fuera la lengua materna de Gratton y que el investigador tenga una gran sensibilidad por Sudamérica y los estudiantes de América Latina. A los 15 años, cuando su familia vuelve a Italia, Enrico tuvo que aprender por primera vez el idioma italiano y en 1969 se doctoró en Física en aquel país, en la Universidad de Roma.  En el marco de su doctorado estudió un tema que no era usual que los físicos investigaran, el ADN y su desnaturalización ácida, una temática del campo de la biología.  

Años más tarde, cuando se encontraba estudiando cómo las enzimas bacterianas podían colaborar en la limpieza de residuos de aceite, se generó en él el interés de entender cómo nuevas herramientas de la fluorescencia permitían comprender dinámicas de proteínas,de ácidos nucleicos.  En esos años fue que Gratton conoció a Gregorio Weber, investigador norteamericano que sería su mentor, en la universidad de Urbana, Illinois, donde Enrico realizó un posdoctorado y más tarde desarrolló su carrera como profesor en el Departamento de Física. 

Luego de finalizar su carrera en la Universidad de Urbana, Gratton comenzó una nueva carrera en el Departamento de Ingeniería Biológica y Médica en la Universidad de California, en Irvine, donde lideró desde 1986 a 2020 el Laboratorio de Dinámica de Fluorescencia, lugar en el que Malacrida realizó su posdoctorado. Se trata de un centro nacional al servicio internacional, para el desarrollo de aplicaciones espectroscópicas en biomédica. Malacrida acotó que este tipo de centros además de ser muy prestigiosos, son muy difíciles de mantener por la financiación que requieren y Gratton logró darle continuidad durante casi 40 años. Malacrida destacó que Gratton realizó 650 publicaciones científicas, escribió más de 50 capítulos de libros, supervisó más de 70 tesis de doctorado y contribuyó en el desarrollo de nuevo conocimiento, con más de 26 patentes inscritas en distintas partes del mundo. «El impacto realmente es gigante», expresó Malacrida. Resaltó asimismo los desarrollos tecnológicos de Gratton en hardware y software, y citó una de las frases de Enrico: «Si se puede pensar se tiene que poder hacer. No importa si tenemos que desarrollar un método nuevo, armar un microscopio o escribir un pedazo de software».

«Una apasionada búsqueda»

Gratton manifestó su agradecimiento por estar en Uruguay, «un lugar de cultura vibrante y rica herencia científica». Destacó que recibir este honor de la Universidad de la República, «es un privilegio que siempre llevaré en mi corazón».

Definió su trayectoria por la ciencia, especialmente en el estudio de las moléculas a través de la fluorescencia como «una apasionada búsqueda». Asimismo resaltó que una de sus mayores alegrías fue compartir este conocimiento y ver que ayuda a personas de todo el mundo. 

Entiende que todos los esfuerzos que han realizado coinciden con la misión de la Udelar: «democratizar las maravillas de la ciencia» y señaló la emoción que le causaba «ver nuestros valores compartidos en acción aquí». Añadió que en el momento de ingresar a su jubilación, «los recuerdos de nuestras colaboraciones y descubrimientos seguirán inspirándome y estoy esperanzado y emocionado por las mentes brillantes en Uruguay y en todo el mundo, que mantendrán viva esta tradición científica». «Gracias por este reconocimiento, no es solo un honor para mí, es una celebración de la comunidad que hemos creado juntos, mi corazón está lleno», concluyó.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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