La jornada de cierre fue moderador por Marina Cardozo, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Udelar, quien presentó a los integrantes de la mesa de testimonios. 

Estuvieron presentes en el evento Zelmar Michelini (hijo), a través de un video, puesto que reside en París desde agosto de 1976. Se dedica al periodismo, fue militante estudiantil, y en 1974 viajó a Buenos Aires para estar con su padre y luego del asesinato del ex legislador, se exilió en Francia. Allí integra la organización ¿Dónde están? de Francia en solidaridad con las madres y familiares de detenidos y desaparecidos.  Su hermana Margarita Michelini, quien es maestra y comunicadora, también formó parte de la mesa. 

También participó Juan Raúl Ferreira, quien estando exiliado en 1975, estuvo con Zelmar Michelini en la noche de su secuestro. Al volver del exilio fue diputado, senador, embajador en Argentina, y presidente de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del pueblo. Participó también Gabriela Schroeder Barredo, hija de Gabriel Schroeder y Rosario Barredo, ambos asesinados por el aparato represivo de la dictadura militar.

Además participó Benjamín Liberoff, hijo del Dr Manuel Liberoff, quien fue miembro del Consejo Directivo Central de la Udelar como representante de la Federación de Estudiantes Universitarios Uruguay, y detenido y desaparecido en el operativo del 20 de mayo de 1976. Benjamín, participó como Director de Turismo en el primer gobierno del Frente Amplio en Montevideo, integrante del Ministerio de Turismo, cuenta con un Master en Economía y gestión de empresas turísticas

Por último, se presentó a Luis Bravo, Doctor en Letras, poeta, ensayista e investigador, y Rubén Olivera, músico popular y docente, cofundador del Taller uruguayo de música popular en 1983.

Del testimonio de Zelmar Michelini (hijo), fueron relatadas las experiencias vividas en el exilio en Buenos Aires, temores, y vivencias en un país donde la violencia se veía acrecentada, «Argentina vivía una situación explosiva, había una violencia desencadenada», expresó.

Sobre su padre afirmó que, «él sabía que quedarse en Buenos Aires implicaba correr todos los riesgos», «capaz que la hipótesis de que lo mataran no era la que más predominaba en él».  

En torno a las experiencias violentas vividas, algunos de los relatos cuentan las amenazas a su hija Elisa en caso de que el ex legislador siguiera con su labor. Compartió el dilema moral que vivía: «si seguía a la amenaza y a la presión, se traicionaba su mandato porque él era un senador», el pueblo uruguayo había depositado en él su confianza «para que defendiera los valores, las instituciones, los ideales democráticos del país,… pero en cambio si él continuaba con lo que era su deber político, moral, su convicción profunda, sabía que su hija Elisa la iba a pasar mal».

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