El nombramiento de Radi como uno de los seis nuevos integrantes de esta academia fue realizado el pasado 8 de marzo por el papa Francisco, mientras que la ceremonia de inducción se celebrará en setiembre de este año en el Vaticano. Radi es presidente de la Academia Nacional de Ciencias de Uruguay (ANCIU), profesor titular del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar) y director del Centro de Investigaciones Biomédicas de la Udelar. Fue coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario del gobierno nacional para el control de la epidemia de COVID-19. Además, es el primer uruguayo nombrado por la National Academy of Sciences de Estados Unidos como científico extranjero asociado a la organización.

En entrevista con el Portal de la Udelar, Radi expresó que este «es un reconocimiento muy lindo y se siente como algo impactante». Valoró sus repercusiones, ya que además de colegas del ámbito científico le felicitaron el presidente de la República y otros integrantes del gobierno, así como candidatos y candidatas de diferentes partidos. También recibió los saludos de instituciones y colectivos muy diversos, entre ellos la propia Udelar, organizaciones sociales y religiosas como la B’nai B’rith y la Iglesia Católica a través del cardenal Daniel Sturla y de comunidades cristianas y de amigos de su barrio natal, Belvedere. Además, el embajador de Uruguay en el Vaticano, Guzmán Carriquiry, le transmitió que este hecho es importante para el país debido al prestigio de esta academia. Esta busca promover las ciencias en su más amplia expresión, incluyendo las matemáticas, ciencias naturales, ciencias físicas, ciencias humanas y sociales, y sus integrantes se eligen por sus aportes científicos y características personales «sin sesgo religioso, ni político, ni étnico ni ideológico», informó Radi. Si bien recibe financiación del Vaticano, la academia funciona con independencia técnica y define su propia agenda de trabajo, expresó.

Elección de pares

Con más de 400 años de existencia, esta institución tiene origen en la Academia del Lince de la que fue integrante Galileo Galilei. Prestigiosas figuras que «han hecho historia en la historia de la ciencia» como Bernardo Houssay, Niels Bohr, Erwin Schrödinger y Alexander Fleming fueron miembros, puntualizó Radi. El estatuto de la academia admite un total de 80 integrantes y de estos, cerca del 40% son premios Nobel, agregó, «en esta elección ingresamos seis miembros y quiero destacar cómo la Universidad de la República comparte espacio con la Universidad de Cambridge, la Universidad de Estocolmo, la Universidad de Ciudad del Cabo, la Universidad de California y con Google, porque uno de los seis investigadores que fue integrado se dedica a la inteligencia artificial en Google DeepMind. Son instituciones que tienen aportes muy grandes a la ciencia y muchísima financiación, varias veces la que tenemos nosotros; sin duda entre los seis actores que ingresamos ahora nuestra universidad es la que tiene menor espacio presupuestal. Más allá de mi persona, la Udelar está ahí y eso es bueno para nosotros, para poder defender lo que hacemos».

«Me tocó ser el único latinoamericano y el único en el área biomédica entre este grupo; además, en esta elección comparto con dos colegas que han ganado el Premio Nobel, uno en 2019 y el otro en 2020. Es decir, la calidad es muy alta y el ingreso es hiper exigente, entonces te impacta y te conmueve porque gente buena en el mundo hay mucha; que me hayan elegido mis pares -porque te eligen tus pares-, es muy especial», expresó.

Ciencia y política

Respecto al rol de las academias científicas en el mundo, explicó que tienen como misión promover la ciencia y proveer de asesoramiento científico en general, tanto a instituciones de ciencia como al mundo de la política y a la sociedad en su conjunto. A su vez, estas academias se agrupan en superestructuras, por ejemplo la Inter-American Network of Academies of Sciences (IANAS), para trabajar en temas de impacto global como cambio climático, pandemias, inteligencia artificial y protección ambiental.

Las academias nacionales como la ANCIU son puntos de referencia para el vínculo con la comunidad académica global, explicó. Además, elaboran informes técnicos para instituciones de investigación u organismos que los soliciten. Por ejemplo, la ANCIU ha realizado aportes a los Ministerios para el manejo de la crisis hídrica y ha participado en reuniones que apuntan a prever escenarios ante una situación hídrica desafiante.

Radi agregó que la ANCIU mantiene activa vinculación con el ámbito político: «a lo largo de los últimos diez años hemos hecho contacto con candidatos y con sectores políticos, con el Poder Ejecutivo y con el Parlamento tratando de mejorar el presupuesto de la ciencia y su institucionalidad, de hecho el pequeño cambio presupuestal que hubo en 2023 fue a raíz de una gestión que hicimos y en base a la credibilidad que esta academia tiene. Nuestro rol es el del abogado para intentar abrir esos espacios presupuestales para la ciencia, porque la Udelar trabaja por su propio presupuesto y la UTEC y la ANII lo hacen por su lado y además, no hay un Ministerio o una autoridad política para la ciencia».

«Es difícil ese diálogo», planteó, «ahora estamos volviendo a reunirnos como Academia con los precandidatos presidenciales y sus asesores para ver si cada partido político tiene un capítulo de investigación, desarrollo, ciencia, tecnología e innovación. No nos imaginamos que haya ninguno que no lo tenga pero también tenemos que colaborar insistiendo sobre el tema y si tienen preguntas tratar de ayudarlos, porque no todos los partidos cuentan con un equipo de gente con experiencia en esta área. Por ley la ANCIU fue creada para dar ese asesoramiento, entre otras cosas», señaló.

Economía con conocimiento

Radi reafirmó la importancia que tiene el desarrollo científico nacional para un país como el nuestro: «estamos en el siglo donde el conocimiento crece en forma más acelerada y los países se van segregando en dos tipos: los que proveen de productos primarios de escaso valor agregado y que dependen de las oscilaciones del mercado, y aquellos otros que tienen mucho conocimiento y que generan un valor agregado importante». En los segundos se generan empleos de calidad en los que se pone en juego mucho conocimiento y que permiten trabajar para el mundo sin tener que emigrar, tomar ese camino «tiene que ver con una decisión política en términos del modelo de desarrollo», afirmó.

Agregó que el economista Ricardo Pascale -fallecido pocos meses atrás-, planteó en su último libro que hace más de 40 años Uruguay se encuentra en «la trampa de la renta media». Esta categoría corresponde a los países que tienen salarios relativamente altos al compararse con otros que producen bienes similares; «la trampa te dice: “lograste crecer hasta determinado punto pero ahora tenés que hacer algo distinto, si no, vas a seguir siempre dependiendo de los precios relativos que te ponen en el exterior”. Los países que logran salir de ella como Dinamarca, Finlandia o Nueva Zelanda han pasado a una economía intensiva en conocimiento, ahí es donde el sistema científico y el sistema educativo superior, articulado con transferencia tecnológica e innovación, pueden impulsar una salida», explicó. Al tomar estos países como referencia es necesario observar una trayectoria de 40 o 50 años, «no es la foto que sacamos ahora, es la película que hay que mirar. Entonces ahí es donde nosotros tenemos que proveer de esa perspectiva a la política porque es difícil para un político comprometerse a algo que es a 20 o 30 años hacia adelante».

En relación a esto puso como ejemplo la iniciativa Lab+, impulsada por el Institut Pasteur (IP) de Montevideo, la cual busca conseguir inversores privados que inviertan en proyectos de ciencia y tecnología «así como invierten en inmuebles o en ganado». Con este mecanismo se logró un fondo de inversión para desarrollar empresas de base tecnológica con investigadores radicados en la Universidad y en el IP y se seleccionaron cuatro iniciativas: «si les va bien, van a poder vender productos intensivos en conocimiento para el mundo, no para Uruguay». Afirmó que «espontáneamente esto no ocurre, vos podés hacer muy buena ciencia pero si desde el Estado con el sector privado al lado no se ayuda a que ese conocimiento se transforme en tecnología y esa tecnología participe en fenómenos de innovación, es muy difícil que se dé porque a los científicos les gusta hacer ciencia, entonces tiene que haber instituciones y procesos que en Uruguay hay, pero todavía son incipientes».

Campeonato del mundo

«Para que pueda trascender un país chiquito como el nuestro hay que pensar que el partido se juega a nivel global, en acuerdo con lo que recientemente también expresó el director del IP, Carlos Bathyánny, durante el lanzamiento de Lab+», señaló Radi. «por eso me duele tanto la batalla que muchas veces tienen los partidos políticos entre sí y que genera una mirada donde parece que todo se juega en Nacional-Peñarol, Cerro-Rampla, cuando en realidad nuestro gran partido del desarrollo nacional es como cuando la selección va a jugar un campeonato del mundo, que es el que realmente cuenta. Creo que nosotros desde la ciencia y desde la Universidad tenemos esa responsabilidad de sensibilizar a los políticos para salir de ese cuerpo a cuerpo, que a veces tiene mucho más que ver con ganar una banca, y tener la mirada en el desarrollo de nuestros hijos, nietos, bisnietos».

«Creo que ahí la Udelar está haciendo un aporte gigante. Muchos de nosotros provenimos de familias en donde somos los primeros universitarios, mis abuelos Radi no sabían leer ni escribir, eran inmigrantes pobres rurales del Líbano; mi madre, de extracción italiana, y mi padre, terminaron la escuela en barrios de clase media y obrera como Atahualpa y Belvedere, respectivamente. Luego de mi pasaje de 11 años por el Colegio y Liceo San Francisco de Asís, pude acceder a la educación pública a nivel de los últimos años de bachillerato (Liceo Bauzá) y finalmente a la Universidad en el año 81 -con examen de ingreso- y ese fue el gran cambio para mí y para mi familia, poder entrar a una universidad, desarrollarme, poder viajar, formarme en exterior, volver, hacer una carrera. Entonces, cuando ahora hablamos de la Academia Pontificia de Ciencias del Vaticano, ¿cómo fue ese trayecto?», reflexionó.

Finalmente señaló que la consolidación de un sistema científico nacional se relaciona directamente con el crecimiento de la Universidad y esto con el desarrollo humano, «si queremos un país de gente educada, comprometida con el medio ambiente, con la sostenibilidad, con una buena calidad de salud y expectativa de vida, necesitamos buenos profesionales que se formen en una universidad que tiene buenos profesores y buenos científicos. Las mejores universidades del mundo tienen excelentes científicos porque son aquellos que están en la frontera del conocimiento, que pueden darle conocimiento actualizado a los estudiantes y una forma de aprender todo el tiempo».

Rafael Radi. Foto: Juan Martín Xavier, UCUR
Rafael Radi. Foto: Juan Martín Xavier, UCUR

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