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Contaminación por plástico: profundizar el conocimiento acerca de la situación actual
En la última década el uso de plástico, cada vez más difundido, pasó a ser también un tema de alerta por la presencia de este material en forma de micro y meso plásticos en ecosistemas acuáticos. El Portal de la Udelar dialogó con Juan Pablo Lozoya y Franco Teixeira de Mello, investigadores de la Udelar que trabajan en la temática.
El uso del plástico cada vez está más difundido en la vida cotidiana pero también en una amplia gama de rubros como la industria y la medicina. Desde hace años que investigadores y organizaciones ambientalistas llaman la atención acerca de los problemas que podría acarrear al planeta la acumulación de este material que demora cientos de años en degradarse.
Juan Pablo Lozoya, que integra el Departamento Interdisciplinario de Sistemas Costeros y Marinos y Franco Teixeira de Mello, del Departamento de Ecología y Gestión Ambiental, forman parte de un equipo de investigadores e investigadoras del Centro Universitario Regional del Este (CURE), sede Maldonado de la Udelar, que trabaja en el tema. Integran también este grupo la docente Gissell Lacerot del Departamento Interdisciplinario de Sistemas Costeros y Marinos del CURE Maldonado, el investigador asociado Javier Lenzi, de la Universidad de North Dakota y del Centro de Investigación y Conservación Marina (CICMAR); y las y los estudiantes de Maestría Evelyn Krojmal, Bárbara de Feo y Alejandro Ramos.
Los estudiantes que forman parte del equipo de investigación provienen de múltiples disciplinas, como las Licenciaturas en Biología y en Geografía (ambas de la Facultad de Ciencias), la Licenciatura en Gestión Ambiental del CURE y posgrados en Veterinaria, Ciencias Ambientales y PEDECIBA. Las y los estudiantes se vinculan generalmente en el marco de sus tesis de grado y posgrado (tanto de nuestro país como del exterior), pero también pasantías de investigación.
El Equipo trabaja en colaboración con Andrés Pérez, Mauricio Rodríguez y Germán Azcune del Grupo de Desarrollo de Materiales y Estudios Ambientales de la sede Rocha del CURE; y Ricardo Faccio del Departamento de Experimentación y Teoría de la Estructura de la Materia y sus Aplicaciones, Facultad de Química.
Una problemática de estudio relativamente reciente
«La contaminación por plástico hoy por hoy es uno de los problemas ambientales globales más reconocidos. Es una preocupación general, desde las Naciones Unidas hasta los distintos países están tomando medidas y en el caso de Uruguay hace algunos años se comenzó a crear normativa acerca de la temática», afirmaron los investigadores. Acotaron que no obstante este es un tema de preocupación y estudio relativamente reciente. A nivel global, el primer emergente de alarma fue la acumulación de residuos plásticos de gran tamaño en playas y costas, lo que generó preocupación desde el punto de vista estético y por su interacción con algunos animales marinos como las tortugas y delfines y el daño que les pueden causar. No fue sino mucho después que surgió el tema de los microplásticos como una problemática en sí misma, cuando se comenzó a identificar su presencia en distintos ecosistemas.
En la reciente crisis hídrica que atravesó el país en 2023 el consumo de agua embotellada creció exponencialmente; además del perjuicio para el medioambiente por el aumento enorme de la cantidad de residuos plásticos, surgió la interrogante de la posible ingesta de microplásticos por su desprendimiento mecánico del interior de los envases. Aunque no hay estudios en Uruguay sobre esto, existen investigaciones generales a nivel internacional acerca de la presencia de microplásticos en agua de la canilla, embotellada y bebidas como la cerveza.
Si se observa la curva de producción de plástico, esta refleja un crecimiento exponencial que no se ha detenido en ningún momento ni siquiera durante la pandemia y que continúa en la actualidad. En el marco de la pandemia la producción de plástico tuvo un aumento explosivo debido a la producción industrial masiva de artículos de este material como los tapabocas, guantes, bolsas para envasar productos alimenticios y médicos, «aunque se produjeron artículos de plástico necesarios en ese momento, también se generaron usos de este material que no tenían sentido». «Pedirle al ciudadano que gestione y clasifique sus residuos y que utilice para sus compras bolsas de tela, algodón o reutilizables, con lo que adhiero totalmente, resulta mucho más fácil que reglamentar la producción de la industria global del plástico y le resta responsabilidad. Son por supuesto distintas esferas, diferentes escalas y distintas responsabilidades también», afirmaron los investigadores de la Udelar.
Explicaron que los residuos de plástico se clasifican de acuerdo con su tamaño, de forma casi arbitraria, en distintas categorías: nano, micro, meso y macro plásticos. El valor límite que se fija entre micro y meso plásticos es de 5 milímetros, por debajo de esta medida los plásticos se clasifican como microplásticos y por encima meso plásticos. A su vez, los microplásticos se pueden originar a partir de la fragmentación de plásticos más grandes (microplásticos secundarios), como en el caso de las fibras que se encuentran en el agua y provienen de materiales textiles; o producirse industrialmente con este tamaño (microplásticos primarios) como en el caso de los pellets.
Efectos de los microplásticos en el medio ambiente
Los investigadores resaltaron que «los plásticos que encontramos en el ambiente no los hemos producido ayer, por ejemplo en la Antártida encontramos residuos que databan de 50 años atrás». Existen polímeros que pueden estar como mínimo, 150 años en el ambiente, algunos pueden permanecer más tiempo antes de degradarse. Si se frenara la producción de envases la última botella podría estar 200 años en el ambiente, pero el problema es aún mayor porque ese mismo lapso mínimo de tiempo, lo tienen que cumplir todos los envases producidos desde los años 60, cuando se empezó a producir el plástico, lo que hace que el volumen de este material en el planeta sea enorme, plantearon.
Por otra parte en lo que se refiere a microplásticos señalaron que la interacción negativa más fácil de imaginar es el daño que pueden causar en algunas especies de la fauna, por ejemplo en aves que al consumirlos se mueren al tener el estómago lleno de estas partículas y no alimentarse por no sentir apetito. Acotaron que por ser un tema de reciente estudio se desconocen aún otros impactos como los efectos de la ingesta de microplásticos para el zooplancton y qué concentración de estas partículas afecta su funcionamiento.
Existen también consecuencias indirectas ya que los microplásticos son vectores de distribución de otras sustancias como algunos contaminantes químicos que se le incorporan a los plásticos durante su producción; otros que se adhieren y se concentran en ellos, entre otras. Los microplásticos además son superficies aptas para que crezcan microorganismos que también pueden causar impactos en el medio ambiente, ya que pueden llegar a lugares a los que usualmente no lo hacen, pudiendo crecer y tener efecto sobre los organismos nativos.
Aún se sabe poco acerca de las repercusiones de la presencia de nanoplásticos (mil veces más chicos que los microplásticos) en la salud humana, aunque a nivel internacional se han encontrado estas partículas en el torrente sanguíneo, en la placenta y en músculos. Esto implica que están llegando a lugares del organismo en los que no se sabe qué consecuencias pueden tener. No obstante, hasta hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha establecido formalmente que este sea un problema para la salud de las personas. De todas formas, los investigadores señalaron que las consecuencias a nivel del funcionamiento de los ecosistemas están lejos de conocerse, ya que estas nuevas dimensiones de los micro y nano plásticos que se están encontrando pueden afectar procesos como el ciclo de los nutrientes y el ciclo del carbono y por ende el de los océanos y ríos.
Una década de estudio en el tema
Se cumplirán próximamente 10 años desde que el equipo de investigadores realizó la primera publicación acerca de este tema y desde entonces generaron varios trabajos en distintos ambientes acuáticos y costeros. Además de los estudios en costas oceánicas de Uruguay y en la cuenca del arroyo Maldonado, este grupo de investigación ha realizado trabajos asociados al consumo de microplásticos por parte de peces en arroyos de la cuenca del Río de la Plata y en el Río Negro, y también sobre la presencia de microplásticos sedimentos de cañadas urbanas en 16 subcuencas en distintos puntos del país. Asimismo, trabajan para la Comisión Asesora del Río Uruguay (CARU) en el monitoreo de microplásticos en el Río Uruguay. Los investigadores señalaron no obstante que en Uruguay «falta mucho desarrollo aún» tanto a la investigación en sistemas de agua dulce como en sistemas marinos y oceánicos.
Una de las líneas de trabajo que lleva adelante el equipo de investigadores desde 2018 se enmarca en el proyecto AntarPLAST, que busca evaluar la presencia de plásticos y microplásticos en la Antártida, analizando las playas y costas, los arroyos de deshielo, el agua superficial marina y el fondo marino. En el marco de este proyecto, y con el apoyo fundamental del Instituto Antártico Uruguayo, los investigadores han realizado anualmente campañas de trabajo tanto en el área de la base permanente uruguaya (Base Científica Antártica Artigas, BCAA) en las islas Shetland del Sur como en la Estación Científica Antártica Ruperto Elichiribehety (ECARE), una estación de verano que Uruguay tiene en el continente antártico. Destacaron que este trabajo, que finaliza en 2024, muy interactivo y colaborativo, con programas e investigadores de países de América y Europa, ha tomado mucha fuerza y les ha planteado numerosos desafíos que los han ayudado a crecer como equipo. Hoy el equipo de investigación forma parte del recientemente creado Espacio Antártico de la Udelar, que potenciará la actividad científica antártica.
Hasta el momento, en el marco de este proyecto de investigación se desarrollaron tres tesis de grado y tres de posgrado, cuatro artículos académicos y el equipo presentará el informe final al Instituto Antártico Uruguayo en diciembre de 2024. Asimismo, se realizaron numerosas presentaciones del proyecto en congresos nacionales e internacionales y se generaron líneas de monitoreo, actividades que eran objetivos específicos del proyecto y que en su transcurso lograron tener continuidad en el tiempo. El desafío que se le presenta hoy a los investigadores es lograr que estos monitoreos no se interrumpan cuando finalice el proyecto, porque a partir de ellos se obtienen importantes datos, que en el caso de los macroplásticos, le permiten a Uruguay como país estar reportando directamente al Programa de Basura Marina de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Antárticos (CCRVMA/CCAMLR). Parte de los compromisos que Uruguay asume como miembro del Tratado Antártico, es justamente participar activamente en las distintas comisiones y ámbitos científicos del Sistema del Tratado, y es en el marco de esta colaboración que se aportan estos datos anualmente.
En cuanto a los resultados preliminares de esta investigación y el conocimiento disponible, señalaron que se estima que en general la principal fuente de microplásticos en la Antártida es local, derivada de las actividades asociadas a la logística de las bases, a la actividad científica, la pesquera o al turismo antártico, cada vez más importante. Aunque en menor proporción, también se identificaron fuentes externas, que provienen de zonas al norte de la corriente circumpolar llegando por la circulación marina o a través del aire. Existe un volumen de información acumulado en estos años en el marco del proyecto, que no es menor y que vamos publicando en la medida de nuestras posibilidades, expresaron los investigadores.
El principal obstáculo en el avance de la investigación ha sido el financiero. Con el avance de la tecnología, han crecido las exigencias en cuanto la constatación de que un material hallado es plástico, «hoy si encontrás una fibra tenés que decir a qué polímero corresponde y para eso necesitas tecnología, equipamiento muy costoso», explicó. Entienden que «si un tema se pone de moda», direcciona las áreas de investigación, hay más interés de las revistas científicas para publicar, de los estudiantes de hacer tesis al respecto y más fuentes de financiación. No obstante en Uruguay no han habido fuentes direccionadas de financiación desde el Estado para la investigación acerca de la contaminación por microplásticos, como ha sucedido alguna vez con otros temas que han sido apoyados por ejemplo desde el Ministerio de Ambiente. Por ello los fondos con los que el equipo llevó adelante sus proyectos de investigación fueron mayoritariamente del exterior y en algunos casos a partir de fuentes de financiación locales, pero no necesariamente dirigidas a un proyecto en particular. Esta dificultad ha enlentecido el crecimiento del equipo pero por otro lado los ha obligado a buscar mayor interacción con investigadores en el exterior del país, lo que ha resultado en colaboraciones muy positivas.
Perspectivas y desafíos
Los investigadores entienden que en este tema juegan un papel importante la gestión y el reciclaje del plástico pero que «es necesario conocer lo que está pasando y la situación en la que nos encontramos para tomar medidas de gestión y para mejorar esta situación». En este sentido, a nivel regional existen algunas iniciativas de colaboración entre países, y un ejemplo es la Red REMARCO. Esta red de países latinoamericanos y del Caribe, en la que el equipo de investigación participa junto con la DINARA y el Ministerio de Ambiente, apunta a lograr la transferencia efectiva de los resultados de investigaciones científicas a los tomadores de decisiones y a las comunidades afectadas, contribuyendo a la definición de políticas públicas hacia la solución integral de problemas ambientales marino costeros como la contaminación por microplásticos. Aunando esfuerzos, colaborando y compartiendo experiencias, se pretende además ajustar y estandarizar metodologías que permitan establecer programas de monitoreo que generen información sobre esta problemática en Uruguay.
Entienden que a nivel nacional la Universidad tiene mucho que aportar en esta problemática en especial en profundizar el conocimiento acerca de cuál es nuestra situación actual con respecto al plástico, «nosotros no la conocemos, conocemos parches reducidos a partir de esfuerzos de pequeños grupos de investigación y no hay una apuesta a nivel nacional para saber más acerca de esta problemática, Uruguay es pequeño y hay poca gente trabajando en el tema». «Para atacar un problema uno tiene que saber cuál es, conocerlo, sabemos cuál es el problema a nivel global pero no tenemos clara la situación en Uruguay, no hay un diagnóstico al respecto», añadieron.
En el momento se encuentran abocados a finalizar varios manuscritos con el fin de ser publicados, uno de ellos realizado en el marco de un proyecto financiado por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) que investigó la contaminación por microplásticos en la cuenca del arroyo Maldonado. Además, están por recibir un equipamiento importante en el marco de un proyecto y una donación de NUTEC Plastics, iniciativa emblemática del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para abordar el problema mundial que supone la contaminación por plásticos. Este nuevo equipamiento les permitirá continuar avanzando en la capacidad de formación, investigación, y asesoramiento en la gestión, y «seguramente nos posicione como un nodo importante a nivel regional». Destacó que actualmente aún sin esta tecnología ya son un grupo de referencia porque vienen trabajando desde hace años en esta temática, y este reconocimiento se refleja en que científicos de varios países llegan a trabajar con el equipo de investigadores al CURE en Maldonado.