La moderadora de esta instancia fue la comunicadora egresada de la Udelar, Pilar Tejeiro. La actividad se inició con la palabra del rector interino de Ia Udelar, Alvaro Mombrú, quien dio paso a una presentación de la investigadora Pilar Moreno.

Lidiar con la incertidumbre

Hace cinco años vivimos un momento que parecía que nunca iba a ocurrir, con la llegada de una enfermedad «que se veía muy distante, muy lejana, pero que en muy poco tiempo estuvo entre nosotros», expresó Mombrú. Recordó que el 16 de marzo, poco después de declarada la emergencia sanitaria en el país, se llevó a cabo en el Rectorado una reunión «muy emblemática» convocada por el entonces rector Rodrigo Arím para pensar en colectivo cómo salvar este desafío al que se enfrentaba Uruguay. Asistieron muchos integrantes de la comunidad científica del área de la salud que, si bien conocían poco acerca del nuevo virus, entendían que debían desarrollar acciones que contribuyeran con la defensa de la salud y del bienestar de todas y todos los uruguayos. 

«Hubo pérdidas muy importantes, 7000 vidas en Uruguay, 15 millones a nivel mundial y en ese marco el desafío fue formidable. Los desafíos siguen estando presentes, los grupos de trabajo en distintas áreas deben continuar su labor porque de ello depende el bienestar de las futuras generaciones», concluyó.

Moreno, por su parte, destacó que cuando el 13 de marzo se declaró la emergencia sanitaria en Uruguay, la Universidad se movilizó rápidamente desde distintas áreas para dar respuestas a las situaciones que se comenzaron a generar. Así, a través de cambios en la gestión y la enseñanza, fue posible que la Udelar siguiera funcionando y las clases se adaptaran a la no presencialidad. Asimismo se comenzaron a desarrollar iniciativas para apoyar a la atención en salud de la comunidad, no solo desde el punto de vista médico sino desde una perspectiva integral a través de los diferentes servicios y facultades.

En cuanto a la labor de la Udelar durante la pandemia vinculada a su campo académico, la virología, destacó que fue fundamental el rol de la Universidad y del Institut Pasteur de Montevideo en el testeo molecular y la vigilancia genómica de SARS-CoV-2, que permitía identificar a las personas que estaban infectadas. La pandemia significó un gran desafío que dejó como aprendizaje la capacidad de trabajo articulado entre instituciones, como el que se llevó adelante durante ese período entre la Udelar, el Instituto Clemente Estable y el Institut Pasteur, subrayó la investigadora. 

A continuación se desarrolló una mesa integrada por Rodrigo Arim, director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y ex rector de la Udelar durante los años del COVID; Carlos Batthyany, director ejecutivo del Instituto Pasteur de Montevideo; Daniel Salinas, ex ministro de Salud Pública durante la pandemia; Rafael Radi, ex coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH); Cecilia Fernández, ex prorrectora de Investigación de la Udelar y Gabriela Méndez, jefa del sector de CTI 1 del Hospital de Clínicas.

Articular conocimientos y esfuerzos

«Tenemos que estar muy agradecidos como sociedad de haber tendido todos los puentes necesarios para articular con todos los actores: la academia, los trabajadores, los sindicatos, las instituciones, sectores públicos, privados, la cámara de emergencia móvil», destacó Salinas. Resaltó la capacidad de científicos como Moreno y Gonzalo Moratorio, con quienes el MSP coordinó para lograr el desarrollo de un kit de diagnóstico para el nuevo virus. Esto permitió tomar decisiones claves para contar rápidamente con «soberanía nacional» mediante tests de PCR propios. Destacó los conocimientos y estudios de calidad que brindó el GACH para asesorar acerca de la marcha de la pandemia y sobre las posibilidades de vacunación, trabajo fundamental al que se sumaron la Comisión Nacional Asesora de Vacunas y su grupo ad hoc. 

Radi por su parte recordó que cuando se constituyó el GACH, que él coordinó en conjunto con Fernando Paganini y Henry Cohen, rápidamente se incorporaron 60 personas que articularon con otros numerosos investigadores e instituciones, como las Facultades de Medicina, Enfermería, Odontología, Psicología, Ingeniería, Ciencias, la Escuela de Nutrición, y luego se fueron sumando la Facultad de Química, la de Ciencias Sociales, la de Humanidades y Ciencias de la Educación, de Arquitectura, Diseño y Urbanismo y la de Derecho. Es decir, la Udelar se desplegó en todas sus áreas articulando con el Instituto Pasteur, con el IIBCE, con el INIA, con el propio MSP. 

Asimismo resaltó el trabajo de este grupo de investigadores e investigadoras, que además de asesorar al gobierno durante la pandemia generó noventa informes que aún están publicados en la página web de Presidencia de la República, lo que fue un paso muy relevante. «Eso generó mucha confianza, algo que cada vez era más importante para la población. La Universidad tiene que ser una fuente de información fiable, debe continuar siendo una fuente de confianza», concluyó Radi.

La ex prorrectora, por su parte, dijo estar conmovida al revivir «la energía del mejor Uruguay, que muchos pudimos vivir en esos días». En esa etapa desde su rol, buscó facilitar las cosas para que las y los universitarios pudieran hacer lo que el país precisaba de ellos en ese momento, señaló. Recordó la actitud de muchos integrantes de la comunidad académica que rápidamente pusieron sus capacidades a la orden para aportar a mitigar esta crisis, entre estos, jóvenes estudiantes de posgrado.

Fernández resaltó el rol de Rodney Colina, también virólogo, que fue fundamental en el armado de una red de laboratorios del interior con capacidades de diagnóstico del nuevo virus. Se refirió al lugar que tuvieron la ANII y la empresa ATGen como promotoras del desarrollo de tests, en articulación con la Udelar y el Instituto Pasteur. Finalmente señaló que la experiencia durante la pandemia dejó cosas positivas en cuanto al trabajo académico, entre estos la constitución de algunos grupos estables como el de análisis de datos. «La Universidad hizo lo que tenía que hacer», puntualizó, es la Universidad de la República y por eso debe «estar a la altura de lo que el país precisa. Ojalá tengamos la capacidad de hacerlo siempre».

Méndez hizo referencia a las transformaciones que el Hospital de Clínicas llevó durante la pandemia. Su CTI «demostró una enorme capacidad de respuesta», expresó, mientras que en marzo de 2021 tenía capacidad para 11 pacientes, en abril pasó a recibir 23. Cada una de sus camas, que deben ser llamadas «unidades asistenciales», requieren equipamientos básicos y recursos humanos: médicos intensivistas, licenciados y auxiliares en enfermería, neumo cardiólogos  fisioterapeutas, nutricionistas y auxiliares de higiene, «estos recursos humanos debieron seleccionarse, orientarse y capacitarse en cuatro semanas aproximadamente», explicó. Finalmente afirmó su convicción de que «solo una formación universitaria de calidad y a conciencia puede cambiar la realidad de nuestra atención de salud».

 «Cerebro científico» y respuesta social

En su intervención, Bathyanny recordó a quienes perdieron a sus familiares debido al COVID 19 y destacó el compromiso y solidaridad de toda la población uruguaya, sin lo cual hubiera sido imposible salir adelante en la pandemia. Resaltó el trabajo del personal de salud incluyendo a trabajadores de las áreas más olvidadas como las de limpieza que fueron fundamentales en ese periodo tan complejo.

Además, dedicó un recuerdo y agradecimiento especial al ex investigador de la Facultad de Medicina y del Instituto Pasteur de Montevideo fallecido en 2022, Otto Pritsch, «el amigo, el maestro, que creo que representa lo mejor de todos los valores universitarios». Destacó su «brillantez intelectual» y «humanidad» recordando que al llegar la pandemia, fue capaz de delinear en forma muy temprana una estrategia de trabajo para afrontar esta crisis. Pritsch planteaba formar cuatro grupos de trabajo interinstitucionales, estaba convencido de la importancia de esta interacción y «se adelantó a todo lo que Uruguay necesitaba generar», afirmó Bathyanny. No solamente propuso formar un grupo de trabajo para generar kits diagnósticos sino otro que se dedicase a la creación de un análisis que pudieran detectar la respuesta inmune de los pacientes, lo que posteriormente permitiría medir y evaluar cada una de las plataformas vacunales utilizadas en el país. Además, vio la necesidad de que otro grupo trabajase en la vigilancia genómica en tiempo real, agregó. «Creo, sin temor a equivocarme mucho, que sin Otto muchas cosas hubieran sido diferentes», concluyó.

Por su parte Arim señaló que la capacidad de respuesta social e institucional que hubo en nuestro país nos ubicó en cierto lugar de privilegio en el contexto internacional en diferentes etapas de la pandemia. Sostuvo que esto fue posible gracias a que el país «tenía una cerebro científico relevante, capaz de dar respuestas ante una coyuntura de estas características» y también por el diálogo fluido entre distintas instituciones.

Relató cómo se vivieron los días posteriores al 13 de marzo en la Udelar, lo que incluyó reuniones y el asesoramiento de investigadores universitarios expertos en virología. Agregó que a partir de ese momento se desataron en toda la comunidad académica y científica, «fuerzas genuinas de solidaridad, de trabajo en conjunto, de altruismo», que opacaron las pequeñas emergencias que hubo durante esas jornadas, «no es un acto de magia el de construir mecanismos que permitan disponibilizar el conocimiento en función del bienestar colectivo y en épocas muy complejas».

Arim repasó los distintos procesos en que la comunidad científica nacional se involucró a lo largo de la pandemia. Señaló que lo vivido nos permitió comprobar «que hay algunas apuestas que parecen poco rentables cuando se realizan», como por ejemplo la investigación básica, que al traducirse en conocimiento aplicado en momentos muy complejos, fue capaz de transformar nuestra realidad. 

Finalizadas las exposiciones del panel se entregó un reconocimiento personal por su trabajo a Arim, Bathyanny, Salinas, Fernández, Méndez y Radi, en representación de toda la comunidad científica y sanitaria por su nivel profesional y compromiso al servicio del país. También se reconoció a Henry Cohen, quien no pudo estar presente y a Fernando Paganini, ex coordinadores del GACH, así como también a Pilar Moreno y a Gonzalo Moratorio.

Además, se entregó un reconocimiento a Rodney Colina, investigador y presidente de la Comisión Coordinadora de Interior de la Udelar, en representación de la labor de investigadores e investigadoras del interior del país, que con mucho esfuerzo instalaron laboratorios en Salto, Tacuarembó, Rivera y Rocha. Por último, se invitó a los presentes a recordar y homenajear de forma muy especial al profesor Pritsch, por sus aportes claves para la respuesta y seguimiento epidemiológico a la pandemia en Uruguay. 

El evento cerró con la presentación del músico Gonzalo Moreira, quien interpretó la canción País de las Maravillas, recordando un audiovisual que el artista grabó junto a su familia y compartió a través de plataformas de video en abril de 2020, cuando nuestra sociedad trataba de cumplir con la consigna «quédate en casa». Este cierre apuntó a valorar el aporte del arte y la cultura uruguaya como parte de la gran respuesta social a la pandemia junto a las instituciones, organizaciones sociales, profesionales y colectivos que pusieron todo de sí para enfrentar sus secuelas económicas y psicológicas.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A cinco años de la llegada del COVID-19, la Udelar recordó aportes y aprendizajes. Foto: Juan M. Xavier, UCUR
 
A cinco años de la llegada del COVID-19, la Udelar recordó aportes y aprendizajes. Foto: Juan M. Xavier, UCUR
 

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