Para responder estas interrogantes el Portal de la Udelar dialogó con el catedrático  de Derecho del trabajo y de la Seguridad Social y de Teoría de las Relaciones Laborales  de la Facultad de Derecho de la Udelar, Juan Raso Delgue.

Surgimiento y evolución de los derechos laborales en Uruguay

Raso recordó que a lo largo del siglo XIX se desarrolla lo que se llama «primer maquinismo», período en el que se genera un gran poder del capital, ya que las personas que disponían de él, los capitalistas, eran quienes tenían los medios para comprar las máquinas y la posibilidad de ofrecer trabajo. Esto provocó que en el siglo XIX el empleador fuera absolutamente poderoso. A finales de este siglo comienzan a surgir voces de movimientos políticos, sociales y religiosos que tratan de limitar esos poderes absolutos. Es así que se empiezan a reivindicar los derechos de los trabajadores a la licencia, a un horario que le permitiera el descanso y la recreación, entre otros. Es así que a partir del siglo XX nace una legislación del trabajo en la que cada una de las normas que reconoce un derecho está señalando una limitación al empleador. «El derecho laboral era la contracara de un límite al poder de dirección», afirmó.

Raso resaltó que en Uruguay se generó un desarrollo importante del derecho del trabajo por el rol que cumplieron las organizaciones sindicales. Añadió que no obstante para pensar en el inicio de la construcción del concepto legal de trabajo como un derecho y de los derechos de los trabajadores en el país, es necesario remontarse a los gobiernos del presidente José Batlle y Ordóñez, el primero entre 1903 y 1907 y el segundo entre 1911 y 1915, períodos  que marcaron hitos en materia de derechos laborales. En estos años se aprobaron normas como la ley Nº 5032 promulgada en 1914 que incorpora la obligación de los empleadores de instrumentar medidas de seguridad para el personal a fin de evitar accidentes del trabajo y la ley emblemática Nº 5350, Ley de las 8 horas, promulgada en noviembre de 1915. 

Por otra parte, unos años más tarde se aprobó otra norma que también significó un mojón en cuanto a derechos laborales se refiere, la ley Nº 6102,  Ley de la silla, promulgada en 1918 y que introducía la obligatoriedad de que establecimientos y locales comerciales contaran con sillas para que las empleadas pudieran descansar cuando sus tareas lo permitieran. Raso añadió que otro hito histórico en materia de derecho laboral se da en el año 1943 cuando se aprueba la ley 10.449, Ley de Negociación Colectiva, «que crea los Consejos de Salarios y le va a dar un gran impulso a ese Uruguay semiindustrial que se va a desarrollar en la década del 50 y 60». 

En lo que se refiere a la actualidad destacó que hoy Uruguay cuenta con un derecho de trabajo y un sistema de relaciones laborales de los más interesantes de América Latina,  «en el que existe un diálogo social que ha sido siempre una constante en el derecho del trabajo del Uruguay, organizaciones de empleadores fuertes, organizaciones sindicales reunidas en una única central y el Estado como mediador del sistema».

Efectos de las nuevas tecnologías en el ámbito del trabajo

Raso señaló que las transformaciones tecnológicas de los últimos años han flexibilizado y transformado el trabajo. «Antes un trabajador valía por su categoría laboral, el tornero tenía que hacer bien los tornillos, hoy en día se requiere del trabajador esos requisitos tan extraños que son las competencias laborales, habilidades no solo formativas, sino también psicológicas, eso crea una nueva categoría de trabajadores y desplaza a otros de este nuevo mundo del trabajo donde se requieren cada vez más capacidades psicológicas», explicó.

Para el docente el año de cambio es 1989, que aunque es recordado por ser cuando cayó el muro de Berlín, fue en el que sucedió algo más importante: se crea el lenguaje HTML, nace internet. «En mi perspectiva hay un capitalismo antes y otro después de internet, antes de esta tecnología estaba presente el dueño de la gran fábrica, la multitud de obreros, los edificios poderosos como signo de la fuerza del capital, cuando surge internet produce un fenómeno que es la globalización laboral», explicó. La globalización laboral provocó la expansión del capital de una forma muy particular, dio origen a un nuevo capitalismo caracterizado por empresas centrales muy pequeñas cada una de ellas con una amplia periferia.

«Hoy estamos frente a un nuevo capitalismo, el de las multinacionales y especialmente de las comunicaciones. En la edad media la riqueza eran los castillos, en el siglo XX las grandes fábricas, en la actualidad en cambio la riqueza es inmaterial, las comunicaciones que implican masas de capital que cruzan con gran facilidad las fronteras. Es decir, quienes  dominan las comunicaciones como Facebook, Google, entre otras empresas, aunque son impalpables, son los que tienen un poder enorme», afirmó. Para Raso esto lleva a una especie de competencia general «de todos contra todos». En este sentido entiende que en la actualidad el mayor problema de los trabajadores uruguayos no son las normas laborales sino lo que pueda producir o el precio que pueda fijar Temu en China porque esa competencia puede impactar provocando reducción de los salarios, o desencadenar despidos.

Entiende que por otro lado ese contexto actual del trabajo «es un mundo complejo» porque el desarrollo de enfermedades psicosociales es cada vez más frecuente. En este sentido recordó que décadas atrás la mayoría de las enfermedades laborales eran de índole físico y los riesgos estaban acotados a determinados trabajadores como por ejemplo los metalúrgicos que podrían sufrir una lesión al operar una máquina. «En cambio en la actualidad las enfermedades laborales se han generalizado, cualquiera de los que trabajamos sentados muchas horas ante una computadora, tiene riesgo de contraer enfermedades, no solo físicas como afecciones de la columna vertebral, sino también, psicológicas y emocionales que son aún más complejas», explicó. 

Entiende que la pregunta fundamental frente a esta coyuntura es: «¿Dónde está parada la organización sindical? ¿Dónde están parados los trabajadores?». «Porque en este sentido yo creo que el capital sabe el rumbo que tiene que seguir», acotó.

Perspectivas a futuro

Considera que definir cuál es el futuro del trabajo es muy complejo y celebró que la central sindical de trabajadores en Uruguay, el PIT-CNT, haya comenzado a interesarse por este problema. No obstante entiende que aún es más fácil convocar a una huelga para luchar por un aumento salarial o para evitar un despido que convocar para defender la transparencia del algoritmo, «¿un concepto que no está claro para los trabajadores y sin embargo ese es un punto que muy grave para el futuro, en materia de discriminación, de género, entre otros sesgos», apuntó. 

Explicó que la importancia de los algoritmos para los trabajadores radica por ejemplo en 

los concursos laborales en las instituciones públicas. En la actualidad cuando uno de estos organismos abre un llamado a por ejemplo veinte cargos administrativos y se presenta una enorme cantidad de personas, la primera selección no la hacen los humanos sino un programa de Inteligencia Artificial que opera en base a algoritmos. «Se trata de una selección que nosotros no conocemos, no sabemos si cuando se construyó el algoritmo, dentro de ese proceso de inteligencia artificial no se escondieron sesgos, por ejemplo la edad de los seleccionados, género, complexión física, que no sean fumadores, etc.», explicó. Para Raso una reivindicación que debería estar presente en la negociación colectiva entre trabajadores, empleadores y Estado es la transparencia de los algoritmos, es decir que los trabajadores puedan conocer cómo opera ese algoritmo, cómo selecciona las personas  en un concurso laboral, para negociar hasta dónde puede llegar el control del empleador. «Hoy hay controles que apuntan a saber lo que piensa el trabajador, si está de buen humor, si está deprimido, si está siendo productivo o no, invaden. Entonces, el camino es conocer y después actuar», afirmó. 

Raso entiende que es imprescindible que se cree una política de Estado que atienda la temática de las nuevas tecnologías y la información. Recordó que en Uruguay funciona una agencia de comunicación del Estado que estudia estas cuestiones, la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento (AGESIC), que aunque desde su creación en 2006 ha pasado por diversos gobiernos, cuenta con técnicos muy independientes. No obstante considera que AGESIC presenta un problema: «es una extraordinaria institución que tiene nuestro país pero está de puertas cerradas, nadie conoce qué hacen y cómo lo hacen». «La política ya existe, pero el Estado tiene que abrir las puertas a las organizaciones de empleadores y de trabajadores para que empiecen a conocer las políticas públicas en esta materia. Tenemos las herramientas, los locales, la infraestructura y tenemos las personas capacitadas. Hay que abrir las puertas», enfatizó. 

Desafíos y problemáticas

Raso remarcó que el mayor desafío es que el aumento y los cambios de las tecnologías son cada vez más rápidos. «Mientras antes, en el industrialismo, el obrero tenía más tiempo para aprender a hacer tornillos en una nueva máquina, ahora los cambios son rapidísimos, lo que hace que muchos trabajadores vayan quedando fuera del sistema». Entiende que para enfrentar esta problemática, la importancia de la Universidad y el rol central que cumple la institución hoy en la formación, son fundamentales.

En cuanto a las problemáticas que plantea esta coyuntura, señaló que son diversas pero que identifica dos principales, una de ellas es que existe una parte cada vez más grande de la población de niños que ya nacen excluidos del sistema, «que no van a poder nunca acceder a la enseñanza pública, como accedimos nosotros». «Tenemos que buscar el rescate de esas personas que han sido excluidas por el sistema, porque si no el único empleo al que accederán, para el que no le van a pedir currículum ni formación terciaria, es la criminalidad», añadió.

Por otro lado señaló que estamos ante una sociedad compleja, difícil de manejar y estos jóvenes no están preparados o no entienden la necesidad de prepararse para las transformaciones del trabajo que se presentan, hoy en día la falta de determinados conocimientos o habilidades es excluyente, por ejemplo el idioma inglés. Entiende que «este es un tema que de alguna manera nos obliga a los docentes y a la Universidad a plantearnos si no debemos reformular nuestros programas y si no tenemos que ver cómo mejorar las competencias de nuestros estudiantes». Añadió que en el mundo del futuro cada vez en más áreas de conocimiento, como la medicina, se incorporará el teletrabajo. «Esta modalidad de trabajo en la medicina puede ser una maravilla, no obstante, en la Facultad de Medicina enseñan la medicina, pero ¿quién enseña a teletrabajar? porque en esta profesión teletrabajar significa lograr transmitir seguridad a una persona que uno no tiene al lado, que se encuentra a distancia», apuntó. Entonces, el profesional tiene que contar con competencias comunicativas mucho más fuertes, acotó.

«El primer paso es ocuparnos de estas cosas, convoquemos a encuentros, hablemos de estos temas con los trabajadores y trabajadoras a través de las organizaciones sindicales, con los niños a través de la escuela primaria y enseñemos que con el celular se pueden hacer muchas otras cosas, no solo practicar videojuegos a los cuales a veces llegan a ser  adictos», concluyó Raso.

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