La motivación de la profesora Pérez Sedeño para vincular la filosofía de la ciencia con los estudios de género surgió de su trabajo en historia y filosofía de la ciencia. Se enfrentó a cuestiones relacionadas con la autoridad en el conocimiento y la relación entre la evidencia científica y quienes la producen. Un ejemplo clave fue el caso de la medicina griega antigua, donde los médicos no podían examinar directamente a las mujeres enfermas debido a cuestiones de pudor. Esto planteaba un dilema: el médico debía confiar en la evidencia proporcionada por la propia paciente o por una mediadora, ambas mujeres. Esta situación la llevó a indagar sobre la presencia de mujeres en la ciencia y la filosofía.

Desde los primeros Congresos Iberoamericanos de Ciencia, Tecnología y Género, cuyo inicio fue en 1996, la Dra. Pérez Sedeño ha sido testigo de una profunda transformación. En sus inicios, los estudios de género eran considerados marginales o incluso no científicos dentro de la academia. Sin embargo, hoy en día, se ha consolidado una comunidad fuerte y apreciada, cuyas aportaciones son cada vez más valoradas para construir una epistemología, una filosofía de la ciencia y una ciencia de mayor calidad. Este avance se debe a la capacidad de analizar la ciencia sin prejuicios ni estereotipos, ofreciendo miradas más amplias y una comprensión más profunda.

A pesar de los avances, la Dra. Pérez Sedeño enfatiza que la ciencia y la tecnología aún reproducen desigualdades de género. Un ejemplo claro se observa en los ensayos clínicos sobre el cáncer. A pesar de las directrices que exigen una representación igualitaria de mujeres y hombres, así como de otras etnias, esto no siempre se cumple. En estudios sobre cáncer de páncreas e hígado, el porcentaje de mujeres en los ensayos clínicos fue del 10%, a pesar de que la incidencia de estos cánceres en mujeres es del 40%. Esta disparidad tiene repercusiones en los tratamientos y se atribuye, en parte, a factores socioeconómicos, como la precariedad laboral de las mujeres, que les dificulta participar en los ensayos. Otro ejemplo es el de los infartos de miocardio. Durante mucho tiempo, los síntomas típicos asociados eran los masculinos (dolor agudo en el pecho), lo que llevaba a que muchas mujeres no fueran atendidas adecuadamente, ya que sus síntomas suelen manifestarse como náuseas y dolor de estómago. La introducción de la perspectiva de género en este ámbito ha enriquecido los contenidos de la medicina.

Para una integración completa de la perspectiva de género en la ciencia y las instituciones, la Dra. Pérez Sedeño considera fundamental que se reconozca su valor enriquecedor, en lugar de verla como una limitación. Propone que esta perspectiva no se confine a un «apartado» sino que se integre en todos los ámbitos, incluyendo los propios estudios científicos.

Ante la noción de una «ideología de género dañina», la Dra. Pérez Sedeño argumenta que la verdadera ideología es la de quienes niegan la existencia del género. Su trabajo no busca imponer una forma de pensar, sino mostrar cómo el mundo y la ciencia operan, y cómo ciertas actividades perjudican a la propia ciencia. Un ensayo clínico que incluye a personas de diversas razas, géneros (hombres, mujeres, intersexuales, transexuales) y atiende a sus particularidades, obtendrá mejores resultados que uno que solo considera un grupo homogéneo. Ejemplos como los trajes de bomberos o los cinturones de seguridad, diseñados inicialmente para un estándar masculino, ilustran cómo la falta de diversidad en el diseño puede generar riesgos para otros grupos.

La Udelar, como institución pública y principal centro de investigación en Uruguay, tiene un papel crucial en la reducción de las desigualdades de género. La Dra. Pérez Sedeño sugiere varias acciones: incentivar la participación en ciencia, no solo para que más chicas estudien carreras STEM, sino para que más personas en general se interesen por la ciencia, abordando la minusvaloración de la dedicación científica; implementar políticas de acción compensatoria para que las mujeres y otras minorías accedan a puestos de toma de decisiones, evitando la discriminación y considerando las responsabilidades de cuidado que recaen desproporcionadamente en las mujeres; e introducir la perspectiva de género en los contenidos de las disciplinas. Aunque más desafiante en algunas áreas como la física o la ingeniería, es posible. Por ejemplo, en ingeniería, el diseño de ciudades o el transporte público a menudo no considera las necesidades de las mujeres. En física, visibilizar a científicas como Lise Meitner o Emmy Noether puede servir de modelo para las nuevas generaciones.

La Dra. Pérez Sedeño reconoce la realidad del «techo de cristal» en las universidades, donde las mujeres, a pesar de ser mayoría en los primeros grados académicos, no alcanzan los puestos más altos. En España, aunque se han implementado medidas como la extensión de las becas predoctorales por maternidad o la flexibilidad en la evaluación del rendimiento académico, aún persisten desafíos. La corresponsabilidad en el cuidado es un factor social clave. La lucha continúa para que las mujeres no se vean penalizadas en su carrera académica por sus responsabilidades familiares.

Para la Dra. Eulalia Pérez Sedeño, recibir el título de Doctora Honoris Causa de la Udelar es un «honor impensable» y un «orgullo». Destaca el significado del nombre de la , «Universidad de la República», como aquello que se ocupa de lo público, un valor que siempre ha defendido en la enseñanza pública y laica. Se compromete a llevar el nombre de la Udelar «por todo lo alto».

Los comentarios están cerrados.