El Instituto Confucio mantuvo un intercambio con Gonzalo Parra, ganador de la beca “Experiencia en artes marciales chinas de Tai Ji”, otorgada por Hanban a estudiantes de los institutos Confucio que practican esa disciplina. Reproducimos a continuación la entrevista realizada y agradecemos a Gonzalo por compartir su experiencia.
¿Qué actividades realizaste en el marco de la pasantía? ¿En qué ciudades?
La pasantía constó de dos etapas bien diferenciadas, una en la ciudad de Beijing y otra en la de Jiaozuo.
En Beijing estuvimos en la Universidad de Lengua y Cultura. Allí contamos con actividades que buscaban un acercamiento a la cultura china en general, participamos en clases de idioma, de caligrafía y también en clases sobre la ceremonia del té. Visitamos la Sede Central de los Institutos Confucio, la Gran Muralla China y la Ciudad Prohibida. En Jiaozuo participamos en un curso intensivo de seis horas por día de Tai Ji Quan estilo Chen.
El grupo en el que participé estaba conformado por un equipo multicultural, integrado por personas de diferentes partes del mundo: Kenia, Rusia, Ucrania, Uzbekistán, Vietnam, Laos, Sri Lanka, Indonesia, Bulgaria, Portugal, Colombia, Ecuador, Chile, Corea del Sur, Fiji, Samoa y Uruguay.
¿Cuánto tiempo llevas practicando Tai Ji? ¿Qué tipo de Tai Ji practicas?
Hace ocho años que practico Tai Ji. Durante cinco años practiqué el estilo Yang en Uruguay. Mientras daba clase en el Club Bohemios gané una beca oficial de la República Popular China para estudiar de manera intensiva el estilo Chen en China durante seis meses, en Zhengzhou, provincia de Henan. Fue una experiencia inolvidable, donde pude conocer a algunos de los maestros más relevantes del mundo. También participé en exhibiciones y torneos oficiales de la Asociación de Wushu de China. Desde entonces me dedico exclusivamente a la práctica y enseñanza del estilo Chen.
¿Qué te aportó el contacto con los especialistas chinos en Tai Ji?
Como siempre, estar en contacto con especialistas chinos es una experiencia diferente. En primer lugar porque en China el entrenamiento es algo muy serio. Hay una marcialidad presente en las prácticas que es difícil ver y trasladar a un ambiente “más occidental”.
En China existe una formación muy profesional para los instructores y maestros. Allá es común practicar seis horas por día, seis días a la semana. También el nivel de detalle y repetición es muy completo. Se practica un movimiento específico una y otra vez, haciendo hincapié en los aspectos externos e internos y en su aplicación marcial.
¿Cómo percibes la recepción del Tai Ji en nuestro país?
Por un lado creo que hay mucho por hacer. Aquí está muy desarrollado el estilo Yang y hay muchas escuelas que lo practican. Hay otros estilos que tienen una representación muy menor.
En el caso del estilo Chen, creo que está comenzando a crecer en Uruguay. Creo que deberíamos redefinir la noción general que la gente tiene de lo que es Tai Ji Quan; abandonar la idea predominante de que es una práctica para realizar en un parque por gente de la tercera edad. En China, y en especial en Chenjiagou, la gente practica a todas las edades, desde los 6 años.
Por suerte este año visitaron nuestro país algunos de los maestros más relevantes de Tai Ji Quan, gracias al esfuerzo de diferentes escuelas. Eso nos va poniendo en el mapa y va acercando más gente a la práctica.
¿Conocías China? ¿Qué sensaciones obtuviste del país? ¿Volverías a China?
Este fue mi tercer viaje a China. Siempre he visitado China por a partir de actividades relativas a la práctica del Tai Ji Quan. Anteriormente fui en dos oportunidades. En el año 2017 fui becado por seis meses y en febrero de este año fui por tres semanas a estudiar en la academia del Maestro Chen Bing, en Chenjiagou.
Es impactante ver de primera mano el equilibrio que ha logrado una sociedad de esas dimensiones, con la historia cultural que tiene. El balance entre lo antiguo y lo moderno se ve reflejado tanto en la arquitectura como en las personas.
Volver a China es una idea muy seductora. Personalmente siempre estoy pensando en cuándo y cómo. Hay que equilibrar la vida cotidiana, el trabajo y la familia. Por suerte siempre he contado con el apoyo de ellos y en este caso también del Instituto Confucio para cumplir el sueño de viajar a China una vez más.