La moderadora de la Mesa fue Cecilia Tomassini, docente de la Udelar en la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) y las panelistas: Claudia Etchebehere, del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable del Ministerio de Educación y Cultura (IIBCE-MEC), Lorena Etcheverry, docente de la Facultad de Ingeniería de la Udelar, Laetitia Hélouet, de la Academia de Ciencias de Ultramar, Francia, y Florencia Irigoin, docente de la Facultad de Medicina de la Udelar.

Mejorar el acceso y la trayectoria

Tomassini destacó la relevancia para la sociedad en el marco del mes del 8M, del tema de la inserción de las mujeres en la actividad científica. «Las instituciones académicas al igual que cualquier otra institución social, reproducen patrones socioculturales y desigualdades de género a su interior que prevalecen a lo largo del tiempo y de los que tenemos una amplia constatación, las brechas de género en la Ciencia», apuntó. La investigadora dio inicio a la instancia planteando dos preguntas disparadoras a las panelistas: «¿Cuáles son las barreras que enfrentan las mujeres a lo largo de sus trayectorias al insertarse en el ámbito científico y cuáles son las propuestas para superar esas barreras?».

En cuanto a la primera de las interrogantes, Etcheverry destacó que una de las principales dificultades de las mujeres que hacen ciencia en las carreras de tecnología e ingeniería es que, a nivel internacional, tienen una matrícula sustancialmente inferior a la de hombres (en Uruguay la relación es de alrededor de 20% de mujeres y 80 % de varones). Esta baja representatividad femenina en el Área, que se ubica desde el inicio de las carreras de grado, se extiende durante todo el desarrollo de la profesión. En lo que se refiere a la distribución de las mujeres en las distintas ramas de la Ingeniería, «Ingeniería Química es una carrera que está bastante feminizada, en cambio Computación es una formación fuertemente masculina aunque no debería serlo, hasta el día de hoy no encuentro razones objetivas para esto», apuntó.

Señaló que un tema ineludible que enfrentan las mujeres en esta área son las situaciones de acoso, «cuando una se enfrenta a ambientes fuertemente masculinizados la probabilidad de que esto suceda lamentablemente es más alta y resulta complicado eso de decir “vamos a tratar de que más chiquilinas se acerquen a la Facultad” y después no las acompañamos en esos procesos». Tomassini coincidió con esta perspectiva, reflexionó acerca de cómo, además de lograr que más mujeres opten por formarse en carreras del área de la tecnología y la ingeniería, pueden conseguir acompañar a las jóvenes en sus carreras. «Muchas veces hacemos programas o políticas para aumentar la matrícula y después las dejamos solas en un modelo que es de carrera masculina y donde muchas veces las mujeres se pierden, desaparecen o abandonan», afirmó. «Hay mucha resistencia en la Universidad, particularmente en la Facultad de Ingeniería, a reconocer que tenemos problemas de violencia basada en género dentro de nuestra casa de estudios, es duro pero es un tema que tenemos que aprender a transitar y seguir trabajando», añadió.  A veces pasamos del no hacer nada a parecer que estamos haciendo pero cuando llega el momento las cosas no terminan de cuadrar», afirmó. 

En lo que se refiere a la segunda interrogante, «¿Cuáles son las propuestas para superar las barreras de género?» Etcheverry destacó que en el Área están intentando desde 2017 llevar adelante acciones que tienden a derribar los estereotipos de género que están muy marcados en la sociedad, responsables entre otras cosas del supuesto común de la oposición entre belleza e inteligencia o entre femineidad e inteligencia. Dentro de esta línea en el marco del Día Internacional de las Mujeres en las Tecnologías de la Información y la Comunicación, que se celebra en el mes de abril, la Facultad va a buscar a las jóvenes para acercarlas a la Facultad y que participen en talleres en los que pueden interactuar con las científicas de una manera más cercana. 

Más mujeres en cargos de dirección

Etchebehere por su parte destacó que el 68 % de la actividad científica del IIBCE es realizada por mujeres, no obstante sólo 45 % de los cargos de mayor jerarquía son ocupados por mujeres y en los últimos 60 años sólo dos mujeres fueron presidentas del Consejo Directivo. Opinó que esta inequidad en la ciencia se ha empezado a visualizar recién en los últimos años, «era algo normalizado». Entiende que la dificultad para que las mujeres lleguen a los cargos de dirección se vincula además con el hecho de que estos puestos tienen como requisito ser grado 5 y las mujeres acceden en menor porcentaje a los grados altos, y a la percepción que tiene la sociedad de los cargos de dirección como una actividad masculina, ya que exigen una alta carga de dedicación de tiempo y una gran fortaleza personal. Sobre este punto Irigoin entiende que es un preconcepto de las mujeres pensar que para acceder a estos cargos se necesitan atributos «que no tenemos o tal vez no queremos tener». «Sería mucho mejor que para llegar a determinados cargos no tuviéramos que ser agresivos o pasarle por arriba a nadie», añadió.

Etchebehere asimismo resaltó la importancia de contar con un protocolo de actuación frente a situaciones de acoso sexual o laboral basado en género, algo con lo que el Instituto no cuenta aún y que ya está establecido obligatoriamente para todas las instituciones a través de la ley N° 19.846. En cuanto a la segunda pregunta señaló que «es una interrogante que se viene planteando todo el tiempo y creo que las respuestas pasan en primer lugar por visualizar el tema y en ese sentido que este evento comience con esta mesa, es muy importante». Si bien desde hace tiempo se habla mucho sobre este tema, cuestionó: «ahora que está tan visible ¿qué hacemos? En la academia, las personas que ponemos las reglas somos los propios académicos, entonces ¿por qué no las podemos cambiar?».

Mayoría en el ingreso, minoría en grados altos

Irigoin apuntó que el «techo de cristal» no sólo se evidencia en la academia sino también en todas las áreas laborales. Este determina que aún en ámbitos donde las mujeres son mayoría -como en el área de la salud donde ella desarrolla su carrera-, accedan minoritariamente a los grados más altos. Opina que esta situación es multicausal, no obstante un estudio del año 2020 reveló que el retraso de la carrera de las mujeres se asocia en primer lugar a la maternidad, a las tareas de cuidados de hijos, hijas o personas a cargo y a las tareas domésticas, que llevan adelante fundamentalmente las mujeres. Esta provocaría que las mujeres terminen más tarde sus posgrados y cuenten con menos posibilidades de especializarse en el exterior. Asimismo indicó que hay numerosas tareas que hacen viable una investigación y que no están detalladas en el currículum, que mayoritariamente recaen en las mujeres. Algunas de ellas son hacer compras, organizar actividades y materiales, organizar los cursos. 

Resaltó la importancia de un cambio en la valoración de la actividad científica, que hoy se restringe a los resultados, a los papers publicados. Este cambio implicaría comenzar a valorar otros productos del trabajo de los y las investigadoras como es la formación de recursos humanos, no sólo el número de estudiantes formados sino también «cómo se formó ese estudiante, cómo la pasó durante ese período de formación».  Otro aspecto que destacó fue la necesidad de transparentar la información vinculada a los procesos de selección; Irigoin entiende que en los llamados o concursos en los que mujeres compiten con varones, las reglas deben estar muy claras e incluso luego del fallo deberían darse instancias de devolución con los postulantes para expresarles cuáles fueron los criterios que se tomaron en cuenta. 

Otro continente, problemática similar

Hélouet señaló que a diferencia de las panelistas uruguayas, no es científica, dirige una escuela de ciencias políticas y trabaja en el tema de la igualdad entre hombres y mujeres, sin embargo este tema la impacta directamente porque involucra a la sociedad en su conjunto. Recordó que en Francia se realizó una reforma educativa nacional y se creó una filial informática técnica y científica en la que se registra un 18% de mujeres. A nivel mundial el porcentaje de participación de mujeres en la ciencia es similar, ronda el 20%. En el área profesional y técnica de la inteligencia artificial la proporción es de una mujer cada cinco hombres y la dirección de esas empresas está a cargo de hombres. 

Entiende que por ser un tema tan importante, la solución a esta problemática no es sólo responsabilidad de la academia sino de la sociedad en general, es un problema de la ciudadanía. Sostuvo que en el área digital trabajar para tener una mayor representación de mujeres significa «crear la posibilidad de tener una informática más pertinente, más objetiva, más adaptada a las necesidades de todos».

Vea la actividad completa en el canal de Youtube de la Udelar

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