Unos 2000 uruguayos mueren todos los años a causa de ACV (entre 5 y 6 por día). Asimismo, la incidencia nacional de esta enfermedad es elevada, se estiman 181 casos cada 100.000 habitantes por año, lo que determinaría unos 6200 ACV nuevos cada año. De los nuevos casos de ACV, aproximadamente 1/3 fallece. Allí aparece otro gran problema individual y epidemiológico de la enfermedad: de los 2/3 que sobreviven, gran parte quedan con secuelas: motrices, del habla, de la lectoescritura, de la visión, del equilibrio, entre otras. Gaye explicó que desde 2007 el Instituto de Neurología del Hospital de Clínicas cuenta con una Unidad de ACV, que él coordina, integrada por un equipo multidisciplinario, con especialistas en neurología, neurocirugía, cirugía vascular, imagenología, fisioterapia, fonoaudiología, enfermería, entre otros. Se han atendido más de 2000 pacientes, realizando diversos tratamientos, trombolisis intravenosa y trombectomía mecánica, «siendo la institución del país que cuenta con mayor experiencia en la mayoría de los tratamientos para ACV» y transformándose en «un centro de referencia público para esta enfermedad», afirmó. Sin embargo, señaló que es imprescindible aumentar las prestaciones de la Unidad de ACV y potenciar el efecto de la rehabilitación para lograr un tratamiento integral y que los pacientes que se vieron postergados por la pandemia y otras situaciones puedan verse beneficiados.

Una necesidad del país

Vázquez se refirió a este tratamiento integral que recibe el paciente y sostuvo que comúnmente se cree que el proceso asistencial de un paciente neurológico termina con la resolución de la patología o la enfermedad aguda, sin embargo, hay una fase fundamental del proceso asistencial que es darle continuidad para que el paciente pueda retornar a su hogar, a su vida social y familiar, y a sus tareas individuales lo más óptimamente posible a lo que era antes de la enfermedad. «Ese es el objetivo final», sostuvo. Agregó que la rehabilitación del adulto es un gran déficit por falta de recursos e infraestructura y a los pacientes se les hace muy difícil poder trasladarse y conseguir lugar para un proceso de rehabilitación. Por eso, «este programa de neurorrehabilitación llena una necesidad del país» y el Hospital ha puesto mucho énfasis en desarrollar un programa de neurorrehabilitación que contemple que todos los pacientes con patologías agudas como ACV, traumatismos o cirugías de tumores cerebrales, puedan completar su fase de recuperación en una rehabilitación que permita que luego de una atención multidisciplinaria, retornen a sus hogares de una forma más óptima, indicó. 

Añadió que este programa también está dirigido a los pacientes crónicos, porque existen diversas enfermedades neurológicas crónicas como el Parkinson, enfermedades genéticas, o la Esclerosis Múltiple, y que sus procesos de recuperación se han visto retrasados u omitidos durante la pandemia, y esto ha tenido un gran impacto en la calidad de vida. Los pacientes crónicos ingresan al programa con objetivos específicos para mejorar algún aspecto de su patología a través de módulos de rehabilitación ambulatoria, apuntó. Asimismo, estos usuarios se podrían beneficiar de ingresar al Hospital de Clínicas a un Hotel de Pacientes en caso de ser del interior del país o realizar una rehabilitación ambulatoria personalizada, dado que el Hospital tendrá una interrelación con los centros periféricos de ASSE para la continuidad del tratamiento. 

«El programa de neurorehabilitación está esencialmente basado en el paciente con una mirada multidimensional», afirmó Vazquez, y sobre todo con un plan personalizado para cada paciente, tomando en cuenta sus deseos, su trabajo, sus actividades recreacionales, su familia, sus recursos habitacionales, para de esta manera tomar todas las consideraciones individualizadas para hacer la rehabilitación a la medida del paciente, agregó. Esto se realiza con un trabajo multidisciplinario para abordar el polo cognitivo, el psicológico y el físico, de forma coordinada e interdisciplinaria para entre todos los especialistas fijar los objetivos de trabajo para cada paciente.  «Este programa es esencial para el hospital, para el sector público, para el sistema de salud y para el país y se necesita de recursos para llevarlo adelante para poder contar con el personal suficiente y la infraestructura adecuada», afirmó. 

Más recursos para más pacientes

Con respecto a las mejoras que se podrían realizar con un incremento presupuestal, Gaye explicó que «tenemos un debe en la rehabilitación, hacemos lo que podemos con los recursos que tenemos en este centro de referencia que tiene que lograr una atención integral de todo el proceso». Señaló que el hospital universitario ha atendido más de 2000 pacientes con ACV y se atienden 150 pacientes al año, y la mayoría de ellos necesita rehabilitación. Tal como explicó Vazquez, Gaye agregó que la rehabilitación es un proceso multidisciplinario, porque no es sólo la fisiatría para rehabilitar la parte física, sino que también existen otros tipos de rehabilitaciones como la fonoaudiológica por los trastornos de la deglución o del habla, que son frecuentes. Además, es importante la rehabilitación cognitiva para repercusiones que deja el ACV como los problemas de memoria y de orientación. Indicó que la terapia ocupacional es un área muy importante en el proceso de rehabilitación, porque se trata de una serie de estrategias e instrumentos que se le facilitan al paciente para que el déficit que le quedó del ACV pueda ser paliado en actividades de la vida cotidiana  como abrocharse los botones, comer o bañarse. 

Este tratamiento «se ha desarrollado de forma segmentada en el hospital universitario, y por eso necesitamos una serie de recursos económicos, se necesita ampliar el número de recursos humanos por el número de pacientes que ingresan y adaptar los recursos del propio hospital para este proyecto de neurorrehabilitación», subrayó Gaye. En este sentido, para concretar el programa se pretende destinar una sala específica adaptada para instrumentos de gimnasio. Además, el programa requiere varios profesionales médicos y técnicos de la Escuela Uruguaya de Tecnología Médica como fisioterapeutas, fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales, terapistas cognitivos, más de uno en cada área.

El Hospital cuenta con dos tomógrafos, un resonador y dos angiógrafos, realiza trombolisis y trombectomía, sin embargo, en la Unidad de ACV se cuenta solo con una fisiatra y una fonoaudióloga; «hay una desproporción de recursos humanos con respecto a la cantidad de pacientes que atendemos y para eso necesitamos los recursos», señaló Gaye. Vazquez agregó que necesitan médicos neurólogos, médicos fisiatras, fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales, psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales, nutricionista, fisioterapeutas, personal de enfermería y nurses para llevar adelante el programa de neurorehabilitación que el hospital propone. Entiende que esto «es un gran vacío en el sistema nacional de salud y en el sector público». 

Además, para Gaye es importante que sea el hospital universitario el que realice este trabajo, porque «ha sido pionero en llenar los agujeros que tenía el Sistema Nacional Integrado de Salud, y a partir de eso ha sido como un faro para el resto del sistema». Sostuvo que si bien la función principal del centro de salud es la asistencia, «el hospital universitario permite otros beneficios como la docencia, la investigación y el relacionamiento con la comunidad, que en otro tipo de institución no se da». Vázquez agregó que todos los integrantes de este programa son recursos humanos formados en el Hospital de Clínicas y «es fundamental porque a la tarea asistencial se suma la posibilidad de llevar adelante pasantías de estudiantes, mejorar aspectos docentes y generar trabajos de investigación. La vida universitaria tiene un plus que no tienen las instituciones privadas», concluyó.

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